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Menos superávit comercial: ¿es para preocuparse?

Rondaría los U$S 10.000 M este año.

16 agosto de 2011

Los temores por el achicamiento del saldo comercial positivo no son nuevos, pero en 2011 se agudizaron. No sólo por los datos oficiales, que muestran una caída sustancial en el excedente al que venía teniendo la Argentina años atrás, sino por el agravamiento de la crisis financiera internacional que podría volver más ajustados aún los números del comercio exterior.

De acuerdo con los datos del INDEC, en los primeros seis meses del año el superávit comercial se redujo a U$S 5.786 millones, confirmando una caída de U$S 1.532 millones (20,9%) frente a los U$S 7.318 millones obtenidos en el mismo período de 2010. El saldo comercial de la primera parte del año fue casi la mitad del que se obtuvo entre enero y junio de 2009 (U$S 10.011 millones) o dicho de otra manera, el saldo comercial de todo 2011 será incluso menor al que se obtuvo durante la primera mitad de 2009. Es que al ritmo en que vienen creciendo las exportaciones e importaciones, los analistas esperan que este año el excedente no pase los U$S 10.000 millones.

¿Por qué se achica el superávit? ¿Es un dato para preocuparse? ¿Qué efectos directos puede provocar sobre la economía argentina en el corto plazo?

Causa principal

El menor saldo comercial tiene una causa indiscutible: el crecimiento sostenido de las importaciones. Si se miran las cifras del comercio exterior, el comportamiento de las ventas argentinas al mundo no es malo. En el primer semestre del año se exportaron U$S 40.022 millones, el 25% más que en igual período del año pasado. Lo que no es poco y habla de la buena inserción y aceptación que van teniendo los productos argentinos en el mundo (aunque, claramente el país podría exportar por encima de esos niveles). Sin embargo, las importaciones subieron mucho más: 38% en el primer semestre del año, opacando en ese dato cualquier esfuerzo exportador del país. Entre enero y junio se importaron U$S 34.236 millones, a pesar de la administración del comercio exterior amplia que viene realizando el Gobierno Nacional para frenar los ingresos al país de mercadería y defender con eso no sólo algunos sectores industriales que se ven comprometidos, sino al mismo tiempo los dólares netos que ingresan por el flujo comercial.

Desde el Ministerio de Economía estiman que el año pasado las licencias no automáticas permitieron sustituir importaciones por U$S 9.000 millones aproximadamente, que de no haber ocurrido habrían provocado un salto de 15 puntos porcentuales mayor en las compras externas y prácticamente anulado el superávit comercial del año. Algo similar está ocurriendo en 2011: sin las licencias casi no habría superávit.

El crecimiento fuerte de las compras al resto del mundo está directamente relacionado al dólar. Es

que con la divisa planchada y el incremento de los costos internos muy por encima del 20% anual, la Argentina tiene inflación en dólares, lo que abarata los productos que ingresan al país y viene provocando desde el año 2007 una aceleración importante en las compras al mundo. Para la economía real, el principal efecto de ese crecimiento es la menor actividad industrial. Para el Gobierno, ese impacto sobre la actividad preocupa, sobre todo cuando se lo piensa en términos de empleo, pero se suma el efecto monetario y cambiario que provoca la mayor salida de dólares

por la vía comercial en concepto de importaciones sin que el crecimiento de las exportaciones

permitan un ingreso adicional proporcional.

1 x 1

La mayor manifestación de la preocupación por el achicamiento comercial la viene haciendo el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que desde hace tiempo exige a los sectores industriales de mayor déficit comercial, que presenten planes de exportación para ver cómo van a revertir el rojo. La medida más audaz se tomó en el sector automotriz, que es uno de los más deficitarios. Se estipuló que las automotrices podrán importar en dólares la misma cantidad que lo que exporten.

Es decir que se aplica una regla en la cual 1 dólar de exportación habilita a 1 dólar de importación, según explicaron desde el Ministerio de Economía. “Esto no es una ocurrencia de un día para otro, desde marzo de 2010 trabajamos con las terminales y las importadoras buscando un proceso

de mayor integración local y de reducción del déficit comercial sectorial”, dijo la ministra de la Producción, Débora Giorgi, cuando explicó la medida.

Así y todo, a pesar de la catarata de micromedidas para dificultar las importaciones, el año confirma los pronósticos que se anticipaban hacia mediados del año pasado: el excedente comercial viene 20% por debajo del de 2010, siendo ya que en ese año se obtuvo el excedente más bajo desde 2007.

La pregunta es, ¿cuánto afecta esa caída a la Argentina? Un superávit en torno a los U$S 10.000 millones como el que se espera obtener en 2011, ¿es para preocuparse? Si se miran los excedentes que tuvo la Argentina en años anteriores, el saldo que se espera no parece tan mal. Los mejores años en términos de balanza comercial fueron 2002, 2003 y 2009, con superávits anuales que oscilaron entre U$S15.700 y U$S 16.700 millones.

Pero esos excedentes ocurrieron en años donde el consumo interno se mantenía muy frágil y eso

implicaba menos consumo de productos externos. En el resto de los períodos, el saldo comercial mantuvo superávits anuales que oscilaron entre U$S11.600 y U$S 12.600 millones. Frente a esa comparación, el excedente de 2011 no debería provocar un impacto relevante, menos con un nivel de reservas levemente por encima de los U$S 50.000 millones.

Para el economista Dardo Ferrer, el achicamiento del superávit que se observa este año “no es para preocuparse, el problema es que se crea expectativas en relación a ciertos valores que cuando se va de ese rango, la lectura parece negativa”. Según explica Ferrer, el menor superávit es por el crecimiento de las importaciones que dependen directamente de los niveles de ingresos y actividad del país, con lo cual es lógico que estén aumentando si el país crece.

Sobre estas afirmaciones, se podría inducir algo así como que el nivel de superávit que mantiene

la Argentina es acorde a su perfil exportador. Es decir, en la medida en que no hay una política exterior más agresiva y de que no se trabaja en la competitividad interna de las industrias locales, la única manera de lograr un mayor superávit comercial es reduciendo el ritmo de crecimiento de las importaciones.

Pero en las condiciones actuales, eso implicaría un desaceleramiento de la economía, algo con poco sentido en este momento, por cuanto el país no tiene déficit de dólares. Por lo contrario, el nivel de reservas da margen para trabajar en políticas intermedias, como son las licencias para apuntalar al sector industrial local. Claro que, si eso no va acompañado de políticas para mejorar la competitividad de largo plazo de esas industrias, más tarde o más temprano, el comercio

exterior tomará nota y entonces sí, habrá que preocuparse por el achicamiento comercial.

(De la edición impresa)

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