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Economía y elecciones

El Gobierno, con todas las de ganar.

21 agosto de 2011

El triunfo abrumador del oficialismo en las primarias guardó relación con el clima previo. Días antes de celebrarse las elecciones no se observaron altibajos en la economía ni los ruidos típicos que habitualmente se generan ante la posibilidad de que haya un cambio de gobierno. Los consumidores siguieron actuando con tranquilidad en el mercado, concretando los gastos tal como los tenían planificados en función de un horizonte más o menos conocido, de crecimiento alto, inflación elevada, políticas de ingresos muy activas, dólar administrado y subsidios en algunos servicios.

Sólo se espera algún que otro cambio menor, como pueden ser un menor flujo de subsidios en algunos servicios (luz, gas, agua, transporte). Con la economía creciendo a casi el 9% y el desempleo haciendo piso en el 7,3%, los votantes prefirieron la continuidad de una política que aunque no permite grandes mejoras en la calidad de vida, posiblemente una de las que mejores resultados le ha dado al país en las últimas décadas, en términos de durabilidad del ciclo, continuidad de un esquema de crecimiento económico y profundidad de algunos cambios que se llevaron adelante.

Se puede discutir si el mérito es del Gobierno o del viento de cola. Se puede discutir sobre la baja calidad del crecimiento y preguntar por qué el Gobierno no aprovecha plenamente tanta bonanza y hace las mejoras profundas para avanzar hacia un desarrollo de mayor calidad. Pero a la hora del balance final, en la comparación histórica, la ecuación actual le cierra al menos al 50% de la población que votó por esta economía que quizás sea mejor a la que hubo en otros periodos de la Argentina reciente, aunque no alcanza para que todos los sectores puedan decir que su situación ha mejorado sustancialmente.

Posiblemente no sea conformismo, sino que el esquema del Gobierno cierra en un contexto en el cual la oposición, más allá de algunas propuestas interesantes, no pudo demostrar que un cambio de gobierno traería un importante salto en la calidad de vida de la población. En la medida en que las expectativas sean favorables, como lo demuestra el hecho de que la mayoría de las personas no teme perder su empleo, derrotar al oficialismo es muy difícil.

(De la edición impresa)

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