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Burdman: “Sin cambios, a Macri no le dan los números para la reelección”

08 marzo de 2019

Con el año político tomando calor, El Economista dialogó con Julio Burdman, fino analista político y director de Observatorio Electoral Consultores.

El Gobierno llega extenuado a las elecciones. Con un equipo menguado, con una visión (o relato) del país que no “adhiere” en el gran público, con la economía en terapia y enganchada con el pulmotor del FMI, con la percepción sobre la situación del país en un punto muy bajo (y las expectativas, también), habiendo incumplido promesas varias y, curiosamente (o no), también como favorito para las elecciones. Hay quienes dicen que el motivo detrás de la competitividad cambiemita es el fantasma del regreso kirchnerista. ¿Coincide o hay algo más, si se quiere, virtuoso o afirmativo en la fortaleza relativa del Gobierno?

Eso ya no es tan así. Aunque sea por pocos puntos, hoy Cristina Kirchner lidera las encuestas de intención de voto. Y, además, puede crecer un poco más. El gran problema de Macri no es la foto sino la película. La foto muestra que hoy cuenta con un núcleo duro e identitario de 30% del electorado, que lo acompaña aún en la adversidad. Su mayor logro y fortaleza fue haberse convertido en el representante electoral del antiperonismo: ni sus socios radicales ni emprendedores políticos como Martín Lousteau o Facundo Manes pueden sacarle eso. Pero la película dice que Macri ya no puede sumar más apoyos. El otro 70% está frustrado y enojado por la situación económica, y ya perdió toda esperanza sobre la gestión. Y ya se acabaron los tiempos para mostrar resultados. Si no hace cambios en su oferta política, a Macri no le dan los números para la reelección.

La grilla opositora sigue abierta y las grandes definiciones remanentes son si jugará Cristina y quién será el candidato del peronismo federal?

Roberto Lavagna, Juan M. Urtubey y otros dirigentes del peronismo federal tienen prestigio como “gente razonable”, pero hoy carecen de votos. Son buenos analistas y gestores pero no saben a qué votante le están hablando. Les faltó populismo: para destronar a Cristina y abrirse camino en el justicialismo había que patear el tablero, como Carlos S. Menem en los '80 o Kirchner en los 2000, y acá no han hecho nada de eso. Además, el electorado vacante, ese tercio que no quiere votar ni al peronismo kirchnerista ni a Cambiemos, es heterogéneo y está enojado porque no puede comer asado ni tomarse vacaciones. Hay cada vez más votantes predispuestos a elegir a candidatos extremos como Alfredo Olmedo o Nicolás del Caño, o a votar en blanco. Los peronistas federales no están mirando lo que sucede en la calle.

¿Y Cristina?

Cristina tiene consigo al clásico “voto peronista” que nadie le disputa. Y pasó a estar mejor que Macri en las encuestas. Los problemas de Macri empeoran con el paso del tiempo y los de Cristina Kirchner mejoran por la misma razón. Así las cosas, va a llegar mejor posicionada que el Presidente a las primarias y también a octubre. Pero a pesar de eso, no le alcanza. Para volver a jugar fuerte en la gobernabilidad de Argentina -sea como mandataria o en un rol más parecido al de Raúl Alfonsín en 1999- la expresidenta va a necesitar algo más que el 50% de los votos.

Ahora sí, sin vueltas, ¿quién cree que va a ganar?

Va a ganar las elecciones quien logre ampliar su coalición. Diría más. Va a ganar quien muestre la voluntad de hacerlo. La grieta fue un lujo que ya no podemos darnos. Si el macrismo o el kirchnerismo insisten con una estrategia dirigida solo a sus núcleos duros, mi lectura será que están queriendo perder para no enfrentar el duro 2020 que les espera. Los peronistas federales no están listos para terciar entre Macri y CFK, pero pueden ser la llave para hacer ganar a cualquiera de los dos. Puedo imaginar una nueva coalición entre el actual oficialismo, que impulse a sus nuevos liderazgos (María E. Vidal y/o Patricia Bullrich) en alianza con un sector del peronismo federal. Y también puedo imaginar una nueva coalición opositora con Cristina y la mayoría del peronismo federal. En el primer caso, sería la oportunidad de convertir al oficialismo en otra cosa y reeditar el partido del balotaje; en el segundo, una solución al problema que tiene Cristina con los factores de poder doméstico y global. El peronismo federal no tiene votos pero genera confianza. No está muy convencido con Lavagna, ¿por qué? Lavagna hoy es valorado por diferentes razones. Es un dirigente con virtudes. Se lleva bien con diferentes electorados y tribus políticas porque nunca se subió a la grieta. Y además, tiene prestigio de piloto de tormentas. El regreso casi aclamado de Lavagna -un clamor del círculo politizado, y no de la calle- es un síntoma de lo que se viene en materia económica y social. Un síntoma de la demanda por coaliciones horizontales y políticas de crisis. Sería conveniente que Lavagna y el incipiente lavagnismo comprendan que no se trata de un candidato victorioso sino de una señal de época. Lavagna tiene que aportar a la construcción de una amplia coalición de crisis nacional.

Supongamos que gana Macri. ¿Cómo imagina un segundo mandato suyo?

Por un lado, estará limitado por el FMI, está el síndrome de “pato rengo” y, una vez más, llegará con un mandato electoral débil pero, por el otro, estará “liberado” y no estará limitado por la necesidad de tener que volver a competir en 2023? Si Macri gana, imagino que eso habrá sido posible gracias a que se reinventó. A que reconfiguró Cambiemos, dándole lugar a nuevos dirigentes y estilos, o a que aprovechó el último año de su primer mandato para fundar una nueva coalición desde el gobierno, aliandose con sectores peronistas que no están en Cambiemos. Sin esas condiciones, será difícil proyectar un escenario de mayorías y gobernabilidad. Y ese Macri reinventado sin dudas sería otro Macri, que estaría en deuda con sus aliados y limitado por el contexto de una crisis económica y social. Me cuesta ver a un Macri tecnocrático y 'liberado', a lo Temer: para seguir, Macri deberá renovar la confianza popular, y eso requerirá asumir más compromisos con el pueblo.

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