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La economía tocó piso, pero está en los niveles de 2011

Alejandro Radonjic 28 febrero de 2019

Por Alejandro Radonjic 

Primero, los datos. Ayer, el Indec publicó su tradicional Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que mostró una retracción de 7% interanual (y 2,6% en todo 2018) pero, también, una suba mensual de 0,7%. ¿Hay piso? “Parece que se insinúa, pero recordemos que los datos son provisorios y aún se debe sostener esa dinámica”, dice Gabriel Caamaño Gómez desde Consultora Ledesma.

Dicho eso, la solidez del piso es diferente. Todo depende del sector. Para algunos, es casi como un trampolín mientras que, para otros, todavía es arena movediza. En ese último lote están dos peso pesados: la industria (que cayó 14,2% en diciembre) y el comercio, que derrapó 15,7%. Otro peso pesado, como la construcción, achicó 12,7%. Son sectores claves en las grandes urbes, y sus aglomerados. Allí, la letra del nivel de actividad no será la V sino la L. Entre los de letra V sobresale, casi en soledad, el sector de agricultura, ganadería, caza y silvicultura, que avanzó 4,7% en diciembre, y seguramente siga firme en el arranque de 2019.

  

Sobre eso apunto Adrián Yarde Buller desde el Grupo SBS. “Más allá de que el dato mensual de diciembre fue positivo, la actividad no agropecuaria cayó 0,4% mensual, reflejando un desempeño subyacente todavía negativo. La evolución mensual de diciembre y las primeras señales de enero, aunque todavía tenues, apuntan que la economía estaría cerca de un piso”, agrega en diálogo con El Economista. Como dato, agrega que “la estabilidad de las importaciones en los últimos dos meses sugiere que el ajuste externo habría quedado atrás, condición necesaria para que la economía pueda hacer piso”. A la vez, amplía: “Si todo evoluciona como esperamos, cerca del fin del segundo trimestre la esperada cosecha gruesa comenzaría a impulsar al transporte, el comercio mayorista y algunas industrias, a la vez que el consumo se levantaría de la mano de la mejora de los salarios reales y el fuerte crecimiento del gasto social”. Sin embargo, “el crecimiento no llegaría a sentirse demasiado ni revertir el fuerte arrastre estadístico que dejó 2018, que es de 3,1 puntos”. Aun así, moderaron su caída esperada para 2019 desde 3% hasta 2,5%.

La otra característica del piso es que está bajo y habilita la lectura de que Argentina tuvo una década perdida entre 2011 y 2020. En rigor, la serie del EMAE muestra, tal como apunta LCG, que la economía acumula una baja de 7,6% contra el techo de enero “y opera en niveles similares a los de 2011”. Como la población creció en el medio, hay que irse hasta 2008 para encontrar el mismo PIB per cápita. Si hubiéramos crecido a una tasa promedio del 2% anual (target modesto), el PIB sería 22% superior. “Aun cuando el dato de diciembre resultó mejor a lo esperado, cuesta confirmar que se trate de un quiebre de tendencia. Parece, más bien, que la economía está alcanzando un piso. De hecho, varios indicadores de avance de enero siguen en terreno negativo”, dicen en LCG y citan las ventas minoristas relevadas por Came, que cayeron 10%; el Indice de Confianza del Consumidor de la UTDT, que se mantiene 27% por debajo de un año atrás; la producción automotriz, que se contrajo por encima del 30% y la actividad de la construcción que, según el Indice Construya, bajó 20%. “Asumiendo un sendero de estabilidad cambiaria (sin eventos disruptivos) desde LCG seguimos proyectando un crecimiento nulo para 2019. Implica una recuperación marginal a lo largo del año y que se sentirá en la segunda mitad del 2019. Dependerá fundamentalmente de la recuperación de las exportaciones, algunos sectores que puedan sustituir bienes importados y una desaceleración de la inflación que permita recomponer ingresos reales”, concluyeron.

Ecolatina, por su parte, hizo eje en que se trata de una recesión pesada y “la peor desde 2009”. ¿Cómo sigue? “Considerando el negativo arrastre estadístico que deja (2018) y la incertidumbre política ante las elecciones presidenciales, la recuperación de la economía será lenta. En ese sentido, esperamos para 2019 una mayor cosecha agrícola ?se espera que aporte algo más de un punto de crecimiento- y un repunte de la mayoría de los sectores transables (traccionados por la mejora de la competitividad cambiaria y las expectativas de crecimiento de la economía brasileña)”, agregaron. “Sin embargo, el resto de las actividades (dependientes de la demanda doméstica) seguirán en retroceso producto del desplome del mercado interno y, de hecho, los dos componentes de la demanda interna (consumo e inversión) se mantendrán debilitados”. El primero sufrirá los aumentos tarifarios y la inestabilidad cambiaria que le pondrán un techo a la recuperación del salario real, que recién comenzará a mostrar mejoras en la previa electoral. “Pero esa recomposición no será suficiente para compensar el deterioro previo y 2019 cerrará con una caída del salario real promedio del orden de 3,5%. Adicionalmente, la necesidad de cumplir con el objetivo de equilibrio fiscal no permite pensar en novedades positivas por el lado del consumo público”, agregaron. Por el lado de la inversión, “también sufrirá debido a que, a diferencia de otros años electorales, el aporte del sector público en materia de infraestructura será limitado”. Ese recorte no será compensado por el sector privado en tanto las tasas de interés reales positivas se mantengan y la incertidumbre política no se reduzca. Por el lado positivo, dicen: “Esperamos una mejora considerable por el lado de las exportaciones y que continúe la contracción de las importaciones. En suma, durante 2019 la actividad volvería a caer cerca de 1%, encadenando dos años recesivos por primera vez desde el bienio 2001-2002. De todas formas, en términos desestacionalizados habría una recuperación parcial de la actividad de 3% a lo largo del año”.

Por último, ACM alertó sobre una caída mayor que la presupuestada por el Gobierno: “Si bien creemos que la recuperación del agro contribuiría con el crecimiento del PIB, las altas tasas de interés domésticas, la falta de liquidez y la caída de salario real conjuntamente con el freno de la obra pública seguirán teniendo un mayor impacto en los indicadores de la actividad económica. Los indicadores adelantados como los de industria, comercio y construcción sumados a la caída generalizada de importaciones que mostraron los últimos datos de comercio exterior nos llevan a pensar que en enero el EMAE continuará exhibiendo valores negativos”. Ante ese escenario, “el arrastre para 2019 se encuentra en torno a -3,1%, lo que nos permite mantener nuestras proyecciones de -2% anual, lo cual supone un leve crecimiento en promedio de 0,3% trimestral”, agregan. Por su parte, las proyecciones incluidas en el último informe del FMI para Argentina (-1,7%), implican un crecimiento desestacionalizado promedio del 0,42% trimestral. Difícil. “El dato que luce de casi imposible consecución, es el del Presupuesto (-0,5%), ya que para lograr esto se requeriría de un crecimiento trimestral desestacionalizado de casi 0,9% trimestral, muy difícil de verificarse”, concluyen. Eso explica porque varios creen que la meta de déficit 0% no se cumplirá (porque la recaudación sufrirá más) o, mejor dicho, demandará un ajuste mayor por el lado del gasto.

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