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La economía de Argentina: ocho años de inestabilidad sin crecimiento

23 febrero de 2019

Por Pablo Besmedrisnik Invenómica

La incapacidad de crecer y la inestabilidad macroeconómica son las características salientes de la Argentina de los últimos ocho años. El 2011 fue el último año en el que Argentina pudo aumentar el tamaño de su economía a una tasa superior al agregado mundial. Desde aquel entonces, nunca pudo superar el 3,3?3,7% de la economía global, alternó alzas con bajas y promedió un crecimiento neutro.

La lógica de caída en años pares y de crecimiento en los impares (años electorales) se romperá con la contracción económica del 2019. El Ejecutivo actual irá por la renovación de su mandato en un contexto inédito de caída en el PIB para un año de elección presidencial.

Fuente: Invenómica con datos del FMI

Mientras que los países del mundo pujan permanentemente por crecer, en muchas ocasiones a cualquier costo, algunos apelando a ganar competitividad y otros a guerras comerciales o incluso de las otras, Argentina no logra despegar “los pies del piso” ya desde hace tiempo y tiene cada vez menos peso específico económico en el contexto de las naciones.

La falta de crecimiento junto con la inestabilidad acelera la conflictividad y los problemas sociales. La volatilidad perjudica a los sectores poblacionales y empresariales con menor capacidad de defensa. Por otro lado, entre 2011 y 2018 la economía mantuvo su tamaño y la población creció alrededor de 8%, redundando en una importante caída del PIB per cápita.

Naturalmente, la incapacidad de engrosar el nivel de actividad se vio también reflejada en su imposibilidad de generar nuevos empleos genuinos. Si bien el empleo creció entre 2012 y 2018 casi 10%, este se explica abrumadoramente por los mayores puestos de trabajo en el sector público.

Mientras el empleo público creció persistentemente hasta el 2017, estabilizándose en el 2018 hasta alcanzar un aumento del 18,7% (500.000 asalariados públicos adicionales), el empleo del sector privado se mantuvo relativamente constante (+1,3% versus 2012). Los 6,1 millones de trabajadores que había en el sector privado en noviembre de 2018 son prácticamente la misma cantidad que en  2012. Para el primer trimestre de 2019 se ajustaría a la baja.

Fuente: Invenómica con datos del Ministerio de Producción y Trabajo

La normalización de los precios, del tipo de cambio y de las tasas de interés son centrales para generar las bases de un crecimiento sostenido. El actual superávit comercial externo coyuntural y las mejoras en las cuentas fiscales colaborarán solo de manera parcial para alcanzar ese objetivo.

Superar los presentes escollos no es una tarea sencilla, pero es una condición necesaria para planificar a la economía en el mediano y largo plazo, que incluya entre otras cuestiones la definición del tipo de inserción que tendrá en el comercio internacional de bienes y servicios.

Si bien se han realizado reformas en la estructura de funcionamiento de la economía y en la operación y transparencia del Estado, queda mucho camino por recorrer. Mejorar la competitividad de la economía, la eficiencia del Estado y las cuentas fiscales implica la implementación de políticas profundas. Y no hay posibilidad de instrumentar reformas de fuste con éxito en un contexto de recesión económica y achicamiento del empleo.

Para asegurarse un crecimiento sostenido en el largo plazo, primero hay que hacer reformas importantes, y para poder implementar esas reformas hay que crecer en el corto plazo. La clave está en el crecimiento de hoy.

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