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La “vidriera rota” y la foto vacía que tendrá Macri

29 noviembre de 2018

Por Leandro Gabin 

La “vidriera” que será realmente la reunión del G20 en Buenos Aires, con la participación estelar de Donald Trump, Xi Jinping, Vladimir Putin y demás, no es la que Mauricio Macri hubiera soñado.

Seguramente hubiera imaginado recibir a estos líderes del mundo con una economía floreciente, inflación claramente a la baja y altos grados de popularidad en la sociedad. En resumen, con la carta de la reelección intacta. Pero será una vidriera que ya está rota para el Gobierno.

El mundo ya sabe del fracaso económico de Cambiemos, que terminó recurriendo al prestamista de última instancia como el FMI para tratar de calmar la devaluación que azotaba al peso. Es cierto que el último cambio de nombres en el Gabinete, y BCRA incluido, el ajuste fiscal y el torniquete monetario generaron una especie de normalización financiera. Pero sólo en el dólar.

Los bonos están muy lejos de tener una normalización. Curiosamente los que vencen en 2019 pagan 4% de rendimiento pero los que vencen en 2020 y más allá están en 8% o 12%. El mercado no cree que Macri tenga la reelección en el bolsillo e incluso teme que el próximo Presidente le haga un default de la deuda. El riesgo país en torno a los 700 puntos y el Credit Default Swap (CDS) deambulando en las 650 unidades marcan la “paz de los cementerios” para la deuda argentina. “Cualquier suba es oportunidad de venta”. Ese viejo refrán explica por qué la deuda no repunta.

Y el riesgo político se incrementará: a partir de 2020 hay que empezar a pagarle al FMI. Macri, o quien sea presidente, tendrá que pagar los vencimientos de los títulos más parte del préstamo al FMI. Inevitablemente, habrá que volver a los mercados y, muy posiblemente, seguir pidiéndole dólares al organismo (aunque cobre en términos netos, que siga abriendo la canilla).

Claro que la economía, clave para intentar predecir el futuro político de Macri (por esta idea de que la gente vota con el bolsillo) lo tiene a maltraer. “Los números de la economía siguen dando horribles”, dicen sin dar vueltas desde Eco Go (los ex Miguel Bein). El 2018 cerraría con una contracción promedio del PIB en torno a 2,8%, consistente con un arrastre estadístico negativo para el próximo año, cercano a 4%, y una tasa de desempleo ya en dos dígitos, presagian.

El “escenario base” de Eco Go, en números, es el siguiente: 34,5% de inflación en 2019 consistente con un dólar que salta 25% ($ 50 a fines del próximo año), paritarias en la zona de 35%, tarifas subiendo en promedio 50%, y una tenue recomposición de márgenes minoristas frente a la caída de 18% acumulada en lo que va del año. “En este escenario, la recuperación de la economía se da en forma de 'L' acostada hacia la izquierda. Aún con la normalización de la cosecha y la ayuda de Vaca Muerta y Brasil, la combinación de ajuste monetario y fiscal muy agresivos (condición necesaria para manejar un sendero cambiario controlado), convalidan un bajo crecimiento de la economía”, auguran.

De poco servirán, en el mediano plazo, las reuniones bilaterales que tendrá a partir de hoy Macri en el marco del G20: Trump, Angela Merkel, Emmanuel Macron, Shinzo Abe (Japón) y Giussepe Conte (Italia). Ayudarán, eso sí, para reafirmar el apoyo internacional a Cambiemos, que ya se sabía por la decisión del board del FMI con el ultrageneroso desembolso por US$ 57.000 millones. Pero sólo será una foto.

“En otro momento este evento hubiera servido para posicionar aún más a Macri como un líder regional. Pero la incertidumbre acerca de su continuidad en el poder, los problemas para que la economía crezca, y la imagen de descontrol financiero que dio el país este año, le quita todo tipo de utilidad política”, recuerda un consultor político que suele estar cerca del peronismo (moderado).

“En el mejor de los casos, va a ser una foto vacía. Macri dejó de convencer al mundo, a los inversores de afuera, hace tiempo. Y éstos están más interesados en saber quien, además de Cristina Kirchner, le puede llegar a disputar el poder. La verdadera batalla del Presidente ya no es seducir al capital, sino al votante que decidirá su suerte el año próximo”, resumió.

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