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Las élites eligen ejemplo o deshonor

Oscar Muiño 26 noviembre de 2018

Por Oscar Muiño

River era el campeón. Conmebol y FIFA obligaban a jugar. Los jugadores xeneizes estaban aturdidos, afectados física y síquicamente por la injustificable agresión. Y ?se supo después- habían decidido no entrar a la cancha en esas condiciones. Boca quedaba sin opciones. Sólo apelar a la caballerosidad de su rival.

River debía elegir. Por un lado, la tentación del fanático para quien sólo sirve la victoria, no importa con qué medios. Por el otro, los valores. La obligación moral de las élites hacia la sociedad: mostrar el camino. La ejemplaridad. Tanto más difícil cuando el modelo dominante exige el éxito a cualquier precio.

La victoria con deshonor o la ejemplaridad sin garantías.

La ejemplaridad triunfó. Los valores se impusieron a las conveniencias. La mayor y mejor parte del país sintió alivio y, en medio del bochorno, pudo rescatar un gesto de pundonor.

Cuál sería la sorpresa cuando los implorantes del sábado exigieron ganar sin jugar. Lo mismo que habían rogado que no ocurriera. El mensaje, esta vez fue el inverso: la nobleza

castigada, la virtud convertida en un trasto incómodo, casi un certificado de imbecilidad. El Chapulín Colorado lo repetía: “Se aprovechan de mi nobleza”.

Como en las historietas. Las viejas andanzas de Patoruzú, cuando sus enemigos inermes rogaban clemencia. El sentimental Patoruzú perdonaba a su rival. Una vez salvado, el traicionero tomaba ventaja, atacaba arteramente a su salvador y huía con el botín. Esa vileza igual era derrotada. La bondad de Patoruzú quedaba protegida por su voluntad de hierro y su fuerza descomunal. Al final ganaba el bien. La vida real suele ser más cruel.

Diversos periodistas, comentaristas, ex jugadores, técnicos reclamaban el sábado ?con justa razón- una generosa actitud de River. Acompañar a Boca. Es deseable que esas voces vuelvan a escucharse, ahora para reclamar que el partido se juegue.

No se está debatiendo apenas un partido River vs. Boca ni una copa por importante que sea la Libertadores, sino dos modelos de convivencia. Renunciar a toda ventajita innoble o aprovecharse de la buena fe ajena. Ojalá el resultado no sea el premio a quienes no lo merecen?

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