El Economista - 70 años
Versión digital

mie 24 Abr

BUE 16°C

El G20 es una gran oportunidad para el país

Una cumbre de líderes bien organizada, como todo indica que será, mejorará la imagen del país: aprovechemos la oportunidad

21 noviembre de 2018

Por Francisco de Santibañes

Finalmente, llegó el momento. Durante dos días, los líderes de los principales países y de numerosos organismos internacionales discutirán en Buenos Aires algunas de las reglas que guiarán un sistema internacional que esta atravesando profundos cambios. Estos cambios se deben principalmente el surgimiento de un movimiento político (al que defino como conservadurismo popular) que expresa el descontento que las poblaciones de una parte importante del mundo sienten por sus élites gobernantes. Las acusan, en muchos casos, de haberse alejado de sus valores y de no defender los intereses del pueblo. Las ven, por el contrario, cercanas a visiones liberales y cosmopolitas que ignoran o directamente se oponen a sus tradiciones, al espíritu religioso y al concepto de nación.

Los líderes de este movimiento, que tienden a ser políticos pragmáticos más que ideólogos, tienen una visión similar respecto a lo que debería ser la política exterior de sus Estados. Son capitalistas, pero desconfían de la versión más ambiciosa de la globalización. Están a favor, por ejemplo, de que el Estado apoye ciertas industrias estratégicas y de elevar barreras al comercio para conservar empleos. Se oponen asimismo a la entrada masiva de inmigrantes y poseen una visión realista sobre las relaciones internacionales. De hecho, suelen apoyar fuertemente a sus Fuerzas Armadas.

Por lo pronto, los líderes de Estados Unidos, India, China, Italia, Turquía, Rusia y Brasil, una vez que asuma Bolsonaro la presidencia, forman parte, con sus diferencias, de este movimiento. Del otro lado, los europeos Emmanuel Macron y Angela Merkel, ambos debilidatos debido a problemas internos, aparecen como los defensores del orden liberal que surgió victorioso luego de la caída del Muro de Berlín. Nos encontramos entonces en un contexto muy diferente al de tan solo unos años atrás.

Los organismos internacionales son unos de los principales perjudicados de este proceso. Dado que para su buen funcionamiento necesitan que los Estados les delegen algunas de sus responsabilidades, entran en conflicto directo con los conservadores populares. El ejemplo más claro de esto es el de Trump, quien además de denunciar tratados (como el de París o el acuerdo nuclear con Irán) ha reducido la participación de EE.UU. en varios organismos internacionales (siendo las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio quizás los ejemplos más conocidos). Bolsonaro y Salvini en Italia, entre otros, han dado señales similares. De esta forma buscan ganar autonomía.

Lo positivo para el G20 es que al ser este un foro y no una organización supranacional que busca limitar el accionar de los Estados, no está siendo cuestionada por los mandatarios. Al contrario, el debilitamiento de las otras instituciones no hace más que darle mayor protagonismo a un foro al que Argentina tiene la fortuna de pertenecer. Quizás este sea entonces el organismo que en los próximos años facilitará una transición ordenada de un sistema internacional en donde hasta hace poco dominaba una sola gran potencia hacia otro en donde hay dos, y de un mundo en donde primaba el orden liberal hacia otro más conservardor.

Una cumbre bien organizada, como todo indica que será, mejorará la imagen del país y nos dará la oportunidad de incidir (mínimamente pero incidir al fin) en la agenda global

¿Qué rol debe jugar Argentina durante la cumbre? En primer lugar, debe buscar posicionarse como un intermediario honesto que quiere facilitar el diálogo entre todos los participantes pero principalmente entre las dos grandes potencias, que sin lugar a dudas son Estados Unidos y China. Argentina en general y Macri en particular están en condiciones de hacerlo porque, para comenzar, no tiene conflictos de importancia con ninguno de estos países. Al contrario, y debido a una serie de circunstancias, Argentina tiene cierta importancia estratégica para Pekín y Washington.

Además de ayudar a calmar las aguas y fomentar el entendimiento, la presidencia de la Argentina también nos brinda la oportunidad para avanzar nuestra propia agenda. Una agenda que debe tener como uno de sus puntos centrales la defensa del multilateralismo, sin el cual los países chicos y medianos como el nuestro se verían perjudicados. Existe de hecho el peligro que tanto China, que ya lo venía haciendo, como Estados Unidos terminen priorizando de manera definitiva las negociaciones de tipo bilateral, lo cual les posibilita imponer todo su poder, en vez de hacerlo dentro de un marco globlal. La agenda oficial de Argentina es por supuesto más amplia, e incluye temas como el futuro de la educación y la seguridad alimentaria, pero no debemos olvidarnos cuales son nuestras prioridades.

Una cumbre bien organizada, como todo indica que será, mejorará la imagen del país y nos dará la oportunidad de incidir (mínimamente pero incidir al fin) en la agenda global. Aprovechemos la oportunidad.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés