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El desafío ahora es exportar más

Tras 21 meses de ausencia, el diferencial entre exportaciones e importaciones volvió a ser favorable en septiembre: US$ 314 millones

Alejandro Radonjic 24 octubre de 2018

Por Alejandro Radonjic

El comercio exterior, y sobre todo las importaciones, mostraron, en septiembre, el pleno efecto del ajuste devaluatorio que atraviesan las Macrinomics. El cóctel de devaluación (que encarece las importaciones) y recesión (que las hace menos necesarias para las empresas) se sintió a pleno el mes pasado: las compras derraparon 21,2% (más de 28% en cantidades).

Todavía no se avizoró el efecto expansivo sobre las exportaciones, que cayeron 4,8% en septiembre (-11,2% en cantidades). Evidentemente, hay cierta inelasticidad entre éstas y el tipo de cambio (que hoy es muy competitivo) o, cuanto menos, un “lag”: abrir un mercado o conseguir un nuevo cliente afuera tarda más que un mes, más allá del precio del dólar. Aun así, el desplome importador fue suficiente para el tímido regreso, tras 21 meses de extravío, del superávit comercial, que fue de US$ 314 millones en septiembre. Por cierto, bienvenido en un contexto de rojo furioso en la Cuenta Corriente, el germen detrás del lamentable regreso a Washignton en busca de auxilio financiero.

Por rubros

Por el lado exportador, hubo caídas en productos primarios (-32,3%) y Manufacturas de Origen Industrial (4%) y subas en Manufacturas de Origen Agropecuario (1,2%) y un boom en combustibles y energía (122%).

En el otro lado del mostrador, achicaron vehículos de pasajeros (50,2%), bienes de capital (42,3%), bienes de consumo (27,5%), piezas y accesorios de bienes de capital (23,8%) y bienes intermedios (0,3%). El único rubro que subió fue combustibles y lubricantes: 23,%.

Más fino

Las principales variaciones negativas de las exportaciones se dieron en porotos de soja -excluidos para siembra- (US$ 349 millones); aceite de soja en bruto -incluso desgomado- (US$ 74 millones); mineral de cobre (US$ 64 millones); aceite de girasol en bruto (US$ 33 millones); oro para uso no monetario (US$ 29 millones) mientras que aumentaron aceite crudo de petróleo (US$ 172 millones); harina y pellets de la extracción del aceite de soja (US$ 124 millones); vehículos automóviles, tractores, velocípedos y demás vehículos terrestres (US$ 105 millones); aceites combustibles (US$ 39 millones); carne bovina, deshuesada y congelada (US$ 37 millones).

Respecto a las importaciones, las mayores variaciones negativas correspondieron a vehículos automóviles, tractores, velocípedos y demás vehículos terrestres (US$ 588 millones); computadoras y teléfonos y sus partes (US$ 184 millones), aceites crudos de petróleo (US$ 69 millones) y gas natural licuado (US$ 38 millones de dólares). Aumentaron las importaciones de gas-oil (US$ 110 millones); porotos de soja -excluidos para siembra- (US$ 95 millones) y partes destinadas a motores, generadores, grupos electrógenos y convertidores rotativos (US$ 40 millones).

¿Cómo sigue?

“Para los próximos meses esperamos una dinámica similar a la de septiembre. El saldo comercial será más favorable aunque estará muy lejos de revertir el saldo acumulado en los nueve meses de 2018: US$ 6.454 M. Además, seguirá más vinculado al efecto recesivo que a un escenario virtuoso de suba de exportaciones”, dicen en LCG, y agregan: “Para el año que viene, en cambio, estimamos un mejor resultado en el frente externo, producto en gran parte del rebote de las exportaciones tras las sequías. Estimamos que aportarán entre US$ 6.000 y US$ 7.000 M adicionales. El mal desempeño de las importaciones, debido a la debilidad de la actividad económica sumado a un tipo de cambio que en promedio será muy superior al de este año, será el otro factor que contribuirá a la mejora del resultado”.

“Con un tipo de cambio real cercano a los niveles actuales y una actividad económica con escaso dinamismo en lo que resta del año, esperamos que las importaciones continúen la dinámica contractiva en volumen. La clave es seguir el comportamiento del volumen exportado, dado que es el que genera la solvencia para tener un resultado positivo en materia de intercambio comercial. Sin embargo, no hay que perder de vista la apreciación real que pueda surgir en lo que queda del año puede disminuir la mayor competitividad precio lograda en los últimos meses debido a altos registros de inflación para lo que resta del 2018 y un tipo de cambio que, por ahora, no continúa su marcha ascendente. De esta manera estimamos que el déficit comercial de 2018 se ubique en torno a los US$ 6.000 millones”, dicen desde ACM.

“Proyectamos que las exportaciones cerrarían 2018 con un crecimiento en torno al 3% (manteniendo el alza registrada en el acumulado a septiembre) mientras que las importaciones cederían levemente en comparación a 2017 (-1%, revirtiendo el avance de 6% acumulado en los primeros nueve meses del año). De este modo, el año cerraría con un déficit comercial de bienes en torno a US$ 5.500 millones, lo que implicaría una mejora sensible en comparación a 2017, cuando el rojo alcanzó US$ 8.300 millones, sobre todo si consideramos el deterioro en los términos de intercambio (que acumula 2,5% en lo que va del año) y la magra cosecha agropecuaria”, dicen desde Ecolatina y concluyen: “No obstante, la mejora llegará por 'razones negativas' (caída de la demanda) y no por 'razones positivas' (aumento de las exportaciones)”.

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