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El FMI no aprendió (y Cambiemos tampoco)

Toda la política económica y social del Gobierno se reduce a un objetivo: eliminar el déficit fiscal mediante un brutal ajuste

19 septiembre de 2018

Por Alan Cibils Economista del área de Economía Política de la UNGS

La vertiginosa sucesión de noticias en nuestra Argentina rápidamente relega al cuasi olvido lo ocurrido el día anterior. Ni hablar de lo ocurrido hace un mes, o un año, o los últimos casi tres años de Cambiemos.

En este contexto, es interesante contrastar los objetivos de la política macroeconómica actual con los objetivos que se planteó la alianza Cambiemos al comienzo de su gestión en diciembre de 2015. El Plan de Gobierno de Mauricio Macri contiene 99 objetivos en 8 apartados de los cuales los primeros 69 objetivos (apartados I-IV) tienen que ver con la macroeconomía y el desarrollo económico y social. Sin embargo, a casi tres años del inicio de la gestión de Cambiemos, toda la política económica y social se reduce a un solo objetivo: eliminar el déficit fiscal mediante un brutal ajuste.

¿Cómo se produjo esta mutación tan drástica de los objetivos de gobierno? El documento elaborado por el staff del FMI en ocasión del acuerdo (13/07/2018), fenecido ya y en renegociación, provee las claves para comprender las dificultades que produjeron el pedido de auxilio al organismo y el viraje de política económica.

El FMI aprueba la implementación de metas de inflación, flotación cambiaria, la eliminación de controles de capitales y desregulación del sector externo en general, y la eliminación de subsidios “ineficientes.” El FMI señala que “no sorprendentemente” estas transformaciones generaron una recesión durante el primer año de su implementación, obviamente el FMI no creyó en la recuperación del “segundo semestre”.

La vulnerabilidad del sistema se debió al gradualismo con que se aplicaron las reformas.

El déficit fiscal aumentó por el efecto de la inflación y la devaluación sobre los subsidios.

El déficit comercial aumentó como resultado de la apertura comercial y la desregulación del sector externo.

Los ingresos de capitales causaron apreciación cambiaria.

La conferencia de prensa del 28/12/17 en la el titular del BCRA junto a tres ministros anunciaron el cambio en las metas de inflación resultó en cuestionamientos al compromiso del BCRA con la meta de inflación y con la independencia de la institución monetaria.

El camino a la desinflación se vio comprometida por los aumentos de tarifas.

Las Lebac se volvieron objeto del carry trade, transformándose en un factor desestabilizante.

El “sorprendente” aumento de la inflación fue producto de la falta de credibilidad del BCRA.

Pongamos las cosas negro sobre blanco: absolutamente todos los problemas en el diagnóstico del FMI son creación del Gobierno de Mauricio Macri. No hay un solo factor que pueda atribuírsele a la “pesada herencia”. El agravamiento del déficit fiscal y externo y el incremento de la inflación se deben a las políticas de Cambiemos. Es más, estos problemas fueron causados por la implementación de políticas que el mismo FMI impone como condición para sus préstamos (flotación cambiaria, metas de inflación, desregulación del sector externo, eliminación de subsidios, etcétera).

Como resultado de esta pésima performance del “mejor equipo de los últimos cincuenta años”, se cerraron los mercados internacionales de crédito y el país no pudo seguir financiando sus desequilibrios externos con deuda. Como último recurso se acudió al FMI que impuso como condiciones las mismas políticas que Cambiemos venía implementando sin éxito, pero a un paso más acelerado.

Así, el mal supremo a eliminar, como en todos los fracasados programas del FMI alrededor del mundo, es el déficit fiscal. Según la lógica del FMI, eliminando el déficit se solucionan todos los desequilibrios macroeconómicos internos y externos, incluyendo la inflación. Ahora bien, el propio análisis del documento del FMI indica que los problemas macroeconómicos del país nada tiene que ver con el déficit fiscal, pero eso no parecería importar.

Suponiendo por un momento que se lograse el altamente improbable objetivo del déficit cero en el contexto de profunda recesión que el propio Gobierno pronostica, esto no eliminaría la inflación (causada por la dolarización de las tarifas y los precios y la flotación cambiaria) y, sobre todo, no solucionaría el profundo desequilibrio externo, causado por la desregulación, los servicios de la deuda y la fuga de capitales.

La salida a la crisis que promueven el FMI y Cambiemos es como recetar una huelga de hambre como solución al problema de la desnutrición. La solución, claramente, no va por ahí. Más bien se debería retomar el control de variables clave de la economía, regulando las importaciones, los flujos de capitales y el tipo de cambio. Pero esto implica recuperar la soberanía increíblemente cedida al FMI y pensar en el interés nacional en lugar del de los mercados financieros. O sea, dudosamente ocurra con Cambiemos. ¿Cambiamos?

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