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La inflación no detiene su marcha

En el Gobierno consideran que la inflación va a desacelerarse significativamente una vez realizados los ajustes tarifarios más gruesos

13 abril de 2018

Por Matías Carugati Economista Jefe de M&F Consultora

El BCRA volvió a mantener la tasa de referencia sin cambios. El Comité de Política Monetaria decidió sostener en 27,25% anual el centro del corredor de pases a siete días. De esta forma, van once semanas desde la última rebaja de la tasa de referencia. La decisión era descontada por los analistas. En efecto, encuestas de mercado previas a la reunión del Comité mostraban casi unanimidad en relación a la estabilidad de la tasa. En cierta forma, hasta el propio BCRA anticipó lo que iba a suceder, puesto que en la anterior decisión ya habían mencionado que los registros de inflación de marzo eran elevados.

La autoridad monetaria sigue manifestando que los malos datos de inflación son temporarios. El comunicado postdecisión volvió a enfatizar que la aceleración inflacionaria se debe a las presiones derivadas de los aumentos en precios regulados (tarifas de servicios públicos) y de la depreciación. El BCRA está tratando de influir sobre este último factor interviniendo activamente, habiendo volcado hasta ahora más de US$ 2.400 millones en el mercado. El resultado es un tipo de cambio que desaceleró su ritmo de depreciación: de 4% mensual (promedio) entre diciembre-febrero (etapa pre-intervención) a 2% mensual desde entonces (inicio de intervención).

De a poco, el BCRA endurece el tono de sus palabras. Si bien el último comunicado sostiene que el sesgo de la política monetaria es el adecuado, también remarca que la entidad está lista para actuar si la desinflación que esperan postabril no se materializa. En otras palabras, el central está insinuando la posibilidad de una suba en la tasa de referencia, algo que el mercado venía descartando. Ya van dos comunicados consecutivos que incluyen esta “alerta”. En este sentido, la intervención de la Casa Rosada sobre la política monetaria provocó un daño a la credibilidad del BCRA, que está tratando de recuperarla, por ahora, con palabras. Veremos si la situación lo lleva a respaldar sus enunciados con hechos concretos.

Precisamente, el panorama inflacionario sigue complicado. Aunque marzo fue un mes sin muchos ajustes tarifarios, la inflación fue de 2,3% mensual, por encima de lo proyectado por los analistas (1,7% según el último REM). En términos anuales, la inflación se estiró hasta el 25,4%, porcentaje bastante similar al del mes pasado (25,5%). Si bien los precios regulados empujaron la suba del IPC de marzo (2% mensual) y los estacionales también aportaron algo (1,6%), la aceleración de la inflación núcleo (2,6%) es lo que trae mayores dolores de cabeza. A pesar de los esfuerzos del BCRA, la medida preferida de tendencia inflacionaria (promedio de 3 meses de la inflación núcleo mensual, anualizado) sigue moviéndose para el lado equivocado, pasando de 19% en enero a 23% en febrero y 28% en marzo.

El Gobierno apuesta al segundo semestre (otra vez). Tanto en Hacienda como en el BCRA consideran que la inflación va a desacelerarse significativamente una vez realizados los ajustes tarifarios más gruesos, que finalizarían en abril. El Banco Central va un poco más allá con su optimismo y sostiene que el sesgo de la política monetaria, unas paritarias consistentes con la meta de inflación y un ritmo de depreciación más moderado ayudarán a desacelerar la inflación. Este último aspecto (ancla cambiaria) podría ser el más efectivo, aunque tendrá daños colaterales (atraso).

El resurgir del discurso “segundosemestrista” podría ser contraproducente. Por un lado, porque los ajustes tarifarios pendientes, si bien menores, deberían tener una incidencia mayor, con lo cual la desaceleración de la inflación podría ser menor a lo esperado. Por otro lado, porque de no materializarse el escenario planteado por las autoridades, habrá un daño mayor sobre la credibilidad del BCRA y las expectativas sociales. Así como el Banco Central se mueve con cautela al decidir la política monetaria, también debería ser prudente a la hora de proyectar escenarios futuros.

El mercado espera algo distinto al Gobierno (otra vez). El último REM arrojó una inflación esperada de 20,3% anual para fines de diciembre, corrigiendo la proyección hacia arriba por undécimo mes consecutivo. En función de la nueva información y teniendo en cuenta, además, que abril va a ser un mes complicado en materia de precios (se viene otra tanda de ajustes tarifarios y se espera una inflación en torno al 2,5%), muy posiblemente vuelva a corregirse hacia arriba la proyección de consenso. Si bien ya nadie espera que se cumpla con la meta, una inflación lo más cercana posible al 20% podría considerarse como un resultado tolerable. El problema es que incluso ello está seriamente en duda.

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