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Un gran arranque (que no será la regla)

Mantenemos nuestra proyección de un alza promedio anual de 2,5% para 2018. Un punto por debajo del escenario base del Gobierno, pero no por eso deberá considerarse a 2018 como un mal año

25 abril de 2018

Por Gabriel Caamaño Gómez Consultora Ledesma

Las últimas estimaciones oficiales indican que durante el primer bimestre de 2018 el nivel de actividad local promedió una variación de 4,7% interanual, luego de las alzas de 4,3% interanual de enero y de 5,1% interanual de febrero pasado. Nuestras primeras estimaciones preliminares para marzo nos permiten esperar que el nivel de actividad termine promediando un ritmo de expansión en torno a 4,3%-4,5% interanual y un intertrimestral (versus trimestre anterior con ajuste estacional) superior a 1%, marcando un nuevo máximo trimestral para la serie con ajuste estacional.

Claramente, la inversión continuó siendo la variable más dinámica por el lado de la demanda, pero con un consumo privado que no fue contractivo como muchos esperaban y exportaciones que mejoraron mucho su desempeño a lo largo del trimestre. Por el lado de los sectores, el sector agropecuario (cuyas cifras de producción recién empezaron a reflejar hacia el final del mencionado período el impacto de la cosecha); la industria, impulsada por la recuperación de las exportaciones a Brasil y la construcción, que sigue muy apalancada por la obra pública vial y el resurgimiento del crédito hipotecario, siguieron siendo lo sectores tractores.

Por el lado de los servicios también es destacable el dinamismo de las actividades de comercio mayorista y minorista, las actividades empresariales, inmobiliarias y de alquiler y la intermediación financiera.

Sintetizando. Cerramos un primer trimestre de fuerte crecimiento, y ya nadie puede hablar sólo de recuperación. Aunque, es cierto que parte de ese alto dinamismo se debe al punto de comparación. Aun así, es para festejar.

Sin embargo, no hay que quedarse con la foto del primer trimestre. La película de lo que queda de 2018 promete ser muy distinta.

El segundo

El segundo trimestre sentirá de lleno el impacto de la sequía sobre la cosecha gruesa y de los ajustes de tarifas en el consumo privado, aunque parte de esos efectos negativos serán compensados vía exportaciones por el buen desempeño de Brasil, nuestro principal socio comercial y principal destino de las exportaciones industriales. En ese contexto, esperamos una contracción respecto del trimestre anterior y una desaceleración significativa de la tasa de crecimiento interanual.

Vale volver a resaltar que las estimaciones oficiales acusan, en el caso de la soja, una cosecha de sólo 37,6 millones de toneladas, 15,4 millones de toneladas menos (-29%) respecto de lo inicialmente proyectado y 17,4 millones de toneladas menos (-31,6%) que la campaña 2016/17. En el caso del maíz la estimación oficial de cosecha 2018 es de sólo 42 millones de toneladas, 9,5 millones de toneladas menos (-18%) versus la previsión inicial y 7,5 millones de toneladas menos (-15,2%) que la campaña 2016/17.

Ese es un impacto de difícil digestión en el trimestre que más pesa en el promedio anual.

En el 2ºT, esperamos una contracción respecto del trimestre anterior y una desaceleración interanual significativa

El tercero

En tanto, el tercer trimestre deberá lidiar con la última parte del impacto de la sequía en el sector agropecuario, el arrastre negativo del segundo trimestre y un impacto de Brasil sobre el dinamismo de las exportaciones locales que irá menguando en la medida que la campaña electoral hacia las presidenciales vaya ganando temperatura en el país vecino. Recordemos que la primera vuelta está prevista para el 7 de octubre y la segunda, en caso de corresponder, será antes de que finalice ese mismo mes.

El cuarto

Y el cuarto trimestre será el clave. Es el que terminará de definir el número de 2018 y el que será determinante para el arranque de 2019 (año electoral) Y, al mismo tiempo, es el que tiene el mayor nivel de indefinición, tanto por el lado de lo que ocurrirá en Brasil poselecciones (depende de quien gane), como por el lado de qué tan golpeado saldrá el sector agropecuario de la gruesa 2018 y que tanto lo acompañará el clima de cara a la campaña fina 2018/19.

Aun a pesar de ese contexto de indefinición, somos optimistas y creemos que el nivel de actividad volverá acelerar durante el último cuarto (en términos interanuales e intertrimestrales) de la mano de la inversión y de las exportaciones, por un lado, y de un consumo privado que se sostendrá en zona de variaciones positivas.

Cerramos un primer trimestre de fuerte crecimiento, y ya nadie puede hablar sólo de recuperación

Por lo tanto, seguimos sosteniendo nuestra proyección de un alza promedio anual de 2,5% para 2018. La misma se ubicará un punto por debajo del escenario base del Gobierno, pero no por eso deberá considerarse a 2018 como un mal año.

Por el contrario, nos parece oportuno resaltar que crecer en 2018 será un evento disruptivo positivo en el siguiente sentido: 2017-2018 será el primer bienio de expansión sostenida de la actividad desde 2010-2011 y eso ocurrirá, aun a pesar, de la mayor sequía de los últimos 50 años, que dio pie a la peor cosecha de soja (en volumen), materia prima del principal complejo exportador y principal sector por su efecto multiplicador directo e indirecto en la matriz insumo producto, de los últimos nueve años (campaña 2008/09).

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