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Positivo: la meta fiscal del 2018 se cumpliría (pero preocupan los intereses)

El mercado descuenta que el Gobierno logrará reducir el déficit primario hasta 3,2% del PIB

25 febrero de 2018

Más que la inflación y el crecimiento, la convergencia fiscal es, para el Gobierno, la madre de todas las batallas porque de allí derivan los demás problemas que arrastra la economía vernácula. Sin cuentas públicas en orden, sigue el razonamiento, el crecimiento será exiguo y la desinflación, tímida.

Por eso, luego de haber sobrecumplido la meta fiscal del 2017, todas las miradas están puestas, lógicamente, en la del 2018, que es de 3,2% del PIB. ¿Se cumplirá? Aquí los pronósticos son mixtos porque, por un lado, contemplan que se cumplirá la meta fiscal (primaria) pero, por otro lado, preocupa el crecimiento vertiginoso de los intereses de la deuda, es decir, del déficit fiscal “all inclusive”.

Los números

“Con una perspectiva de mediano plazo, el dato más importante a monitorear en la marcha de las cuentas públicas es la relación entre el ritmo de crecimiento del gasto primario y la inflación. La economía necesita que se reduzca el peso del sector público, esto es, que el gasto crezca a un ritmo inferior al del PIB nominal y, si es posible, menor que la inflación”, contextualiza Federico Muñoz. ¿Y qué pasó? “En enero, las erogaciones primarias aumentaron a una tasa del 20% interanual frente a una inflación de casi 25% interanual. Vale decir, el gasto público se sigue contrayendo en términos reales, lo que constituye una dinámica por demás saludable”, sentencia.

“Sin embargo, así como el dato agregado refleja un escenario auspicioso, al desglosar las partidas de gasto surgen algunos rasgos no tan virtuosos. Para empezar, el grueso del ajuste fiscal de enero recayó en una partida ?el gasto de capital- que se contrajo nada menos que 40% en términos nominales respecto al mismo mes de 2017. Desde lo deseable, la inversión pública es la partida que menos debiera contraerse. Por otra parte, de la mano de la continuidad de los ajustes de tarifas, la cuenta de subsidios económicos también se ajustó fuerte en términos reales (+2% nominal, más de 20 puntos por debajo de la inflación)”, agrega Muñoz.

“En contrapartida, las prestaciones sociales (jubilaciones y demás transferencias), que representó casi 60% del gasto primario, sigue creciendo bien por encima de la inflación y recién a partir de marzo debiera hacerse sentir una moderación con la puesta en funcionamiento de la nueva fórmula de actualización de haberes pautada en la reforma previsional”, dice.

Concluye Muñoz: “El dato más desalentador, a nuestro juicio, es la inflexibilidad del renglón gastos de funcionamiento, que creció 23%, casi en línea con la inflación. Tras dos años en el poder, la gestión macrista sigue en deuda en lo que respecta a la reducción del peso de la burocracia estatal”, señala.

Los números

“Con la política de gradualismo fiscal, el Gobierno logró una reducción del déficit primario (antes del pago de intereses) en enero último producto de la disminución del gasto público primario en términos reales. Sin embargo, al mismo tiempo el crecimiento de la factura de intereses fue tal que terminó provocando un deterioro del déficit fiscal total (que incluye el pago de intereses). Concretamente, mientras que el resultado primario registró una mejora de apenas $341 millones entre enero2017 y enero 2018, el pago de intereses se incrementó en $20.675 millones, es decir, creció 226,1% interanual”, dice Hernán Hirsch (FyE Consult). Así, “el déficit fiscal aumentó $20.334 millones, trepando de $5.556 millones a $25.889 millones entre enero de 2017 y enero de 2018”, completa.

Como señala el Gobierno, dice Hirsch, es cierto que el pago de intereses de enero estuvo inflado porque en enero 2018 se pagaron servicios de deuda correspondientes a diciembre ($9.500 millones para el BCRA). “Sin embargo, si calculamos el crecimiento de los intereses pagados durante el bimestre diciembre 2017-enero 2018 para depurarlo de tal efecto, las erogaciones en intereses se expandieron a un ritmo del 76% anual. Y si contabilizamos el crecimiento del gasto en intereses de los últimos seis meses acumulado a enero último (para capturar el efecto de 'todos los cupones'), el crecimiento es del 84% interanual. Es decir, el crecimiento de la factura de intereses viene aumentando a un ritmo elevado”, reseña en su último informe.

Pero, más allá de eso, las mejoras en el resultado primario son innegables y, por eso, Hirsch dice: “Con esta tendencia fiscal más la continuidad de la política de recomposición tarifaria y la aplicación de la nueva Ley de Movilidad Prevsional, entendemos que el Gobierno podría cumplir con la meta de reducción del déficit primario para 2018 de 3,9% a 3,2% del PIB. Estas decisiones con crecimiento económico mediante permitirían mantener el sendero de reducción del gasto primario en términos reales y en términos del PIB, clave fundamental de la estrategia de normalización de las cuentas públicas impulsado por el Gobierno”.

No obstante, matiza, “el cumplimiento de la meta y el logro del plan de gradualismo fiscal se encuentran sujeto a riesgos no despreciables por varios motivos”, dice el titular de FyE Consult.

? En primer lugar, porque el principal objetivo del Gobierno es la reelección en 2019, lo que se refleja en la propia estructura de decisiones del Gobierno, donde las órdenes parten desde Jefatura de Gabinete de Ministros (JGM). De hecho, dentro de la propia JGM hay quienes “con el diario del lunes”, dice Hirsch, hubieran preferido evitar los costos políticos de pérdida de imagen de Mauricio Macri producto de los conflictos de diciembre.

? En segundo término, porque toda la estrategia fiscal descansa en el supuesto de un crecimiento económico que se mantendrá hasta 2020, que permitirá ordenar las cuentas públicas en forma lenta a través de una reducción del gasto público en relación al PIB. Pero, en el corto plazo, “podría producirse un parate del nivel de actividad mayor al que esperamos”, dice. Su escenario base prevé una desaceleración desde el 2,8% en 2017 hasta 2,5% en 2018 por “los efectos contractivos del ajuste de tarifas y la sequía que afecta al campo”. Esos efectos más que compensarían el impacto expansivo de la recuperación de la economía de Brasil. “Sin embargo, podría suceder que los efectos negativos del ajuste de tarifas y la sequía resulten mayores a los que esperamos”, dice.

? Y, por último, porque el escenario financiero internacional podría tornarse mucho menos benigno. En nuestro escenario base, dice Hirsch, “prevemos una suba gradual y moderada de las tasas de interés norteamericanas que elevarían el costo de financiamiento local, pero siempre manteniéndose la fluidez de la oferta de crédito externo”. Sin embargo, no podría descartarse un escenario financiero internacional de alta volatilidad que provoque cortes temporarios en la oferta de financiamiento externo. “Partiendo de un déficit externo elevado, que estará oscilando en alrededor del 5% del PIB, tales cortes temporarios en la oferta de financiamiento externo podrían afectar el gasto agregado (privado y público) provocando un deterioro del nivel de actividad con impacto en los recursos tributarios y las cuentas públicas”, resume Hirsch.

Se cumple, pero?

Según Economía & Regiones (E&R), la meta fiscal del 2018 se cumplirá, pero advierten que, aun así, el rojo “all inclusive” será mayor que en 2015: 6,1% del PIB entonces y 6,6% del PIB (proyectado) en 2018. “Macri dejaría un déficit fiscal similar al que heredó de CFK, pero con mucha más deuda”, dicen desde E&R. “Puntualmente, la deuda pública terminaría cercana a 70% del PIB, pero el déficit fiscal en 2019 (6%) sería apenas inferior al de 2015 (6,1%)”, rematan. ¿Quién dijo que iba a ser fácil?

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