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El dólar navega entre la virtud y la fragilidad

Actualmente, la tasa americana está subiendo, pero por otro lado el dólar se sigue debilitando a nivel mundial. ¿Qué está pasando?

15 febrero de 2018

Por Guido Lorenzo ACM

Existe una situación que no encuentra respuesta y podría ser una de las complicaciones para desandar el camino de los Quantitative Easing (QE) de Estados Unidos. Actualmente la tasa americana se encuentra subiendo, pero por otro lado el dólar se sigue debilitando a nivel mundial. Estos dos datos parecen contradictorios: los dólares deberían fluir para el país que espera que suba la tasa de interés y aguarda que se aprecie su moneda.

Empecemos preguntándonos por qué está subiendo la tasa americana, por ejemplo, la tasa a diez años, que cerró ayer en 2,91%, nivel que no se veía desde 2014. La inflación en Estados Unidos está acelerándose, y los datos que se conocieron ayer en materia de inflación superaron las expectativas (0,5% mensual la headline y 0,3% mensual la núcleo) y eran el elemento que faltaban para que el Reserva Federal emprenda el camino de suba de tasas de corto plazo. De hecho, el mercado descuenta que habrá tres subas durante el año, y uno podría esperar que esto absorba dólares en el mundo y que la divisa se aprecie en los próximos meses.

Si existe esta expectativa de apreciación, no se entiende por qué no estamos viendo flujos de divisas desde los países emergentes y centrales hacia Estados Unidos. Más aún cuando, en un contexto de fuerte volatilidad en los mercados de valores, harían buscar refugio en títulos, y los que están rindiendo más son los americanos comparado con los de la misma calidad, por ejemplo, europeos.

Alguno podrá argumentar que las tasas de largo plazo suben debido a que se espera que el déficit fiscal se agrande. En este sentido, el financiamiento del déficit esperado haría subir las tasas de interés, excepto que se haya abierto una ventana que no estábamos viendo: el mundo se dio cuenta que hay demanda infinita de dólares luego de los relajamientos monetarios en Estados Unidos. Si es así, sabe que podría seguir emitiendo para financiar el déficit fiscal y de cuenta corriente sin necesidad de absorber divisas.

En mi columna de la semana anterior había realizado una cita del libro “No Logo” de Naomi Klein, haciendo nuevamente un paralelismo con los argumentos de la autora: parece que siempre que las transacciones a nivel internacional se realicen en dólares y que, especialmente, los bancos centrales acumulen dólares, le hacen propaganda gratis a que esta divisa seguirá siendo la moneda fuerte, aun cuando está debilitada desde hace al menos dos años en comparación con una canasta de monedas tal como lo refleja el DXY. Es por ello que Estados Unidos está en el mejor de los mundos actualmente: puede disponer de una suba de tasas de interés sin necesidad de apreciar su moneda. Este equilibrio se podría mantener si la demanda de dólares es infinita.

Hay que advertir que este “equilibrio” podría cambiar: el Banco Central de Alemania anunció el mes anterior que empezará a diversificar su portafolio de monedas, incluyendo al renminbí, una mayor proporción de euros y yenes como opciones para diversificar sus reservas y varios banqueros centrales de países emergentes empezaron a ver con buenos ojos la estrategia anunciada en Europa. En ese caso, los mecanismos naturales se restablecerían, los dólares en exceso que se emitieron en los relajamientos monetarios volverían a su país de origen y el dólar se apreciaría. En caso que los bancos centrales no estén emprendiendo este rebalanceo de portafolios, se podría dar la situación de convivir con subas de tasas americanas, aumento del déficit fiscal y un dólar que continúe depreciándose incluso si ese déficit es sostenido con más emisión. A la larga, terminaría generando inflación a nivel mundial en caso que los países receptores de dólares no esterilicen el exceso de dólares, pero difícilmente esto ocurra antes que los bancos centrales cambien su estrategia. Por lo que, si bien Estados Unidos está en una posición muy favorable, la misma es frágil y esto podría afectar nuevamente a la fragilidad del sistema financiero internacional.

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