Por Leandro Gabin
No alcanza con ser, sino que también hay que parecerlo. Y si no se puede ser, por lo menos, hay que saber parecerlo. Este trabalenguas es el que desplegó un operador del Gobierno para describir lo que se viene en materia política después del retiro espiritual de Chapadmalal. Mauricio Macri y Marcos Peña están convencidos de que el oficialismo tiene que ser más activo en la discusión pública acerca de la mejora en la economía. “Es clara y los datos así lo muestran. Crece el empleo, la inversión, mejoramos en todos los indicadores internacionales que nos midan. No puede ser que nos corran por la ultraderecha o la ultraizquierda, que son veinte tipos. El discurso se termina cuando aparecen los datos y el peronismo está sin brújula. No se nos puede escapar la agenda”, decía una fuente gubernamental avisando lo que viene. Esto es, desplegar una batería de “buenas noticias” que terminen callando las críticas mediáticas de algunos sectores.
Otra vez, con números. Eso quedó plasmado cuando el Gobierno deslizó el costo del paro de Hugo Moyano y compañía mientras empezaban a hablar los oradores, con Sergio Palazzo de la Asociación Bancaria (quizás el heredero del gremialismo opositor) y Pablo Micheli, de la CTA, a la cabeza y mientras el titular de Camioneros ni había llegado para dar su discurso. “El costo estimado para el país del cese de actividades es de $ 4.800 millones incluyendo efectos directos e indirectos”, calcularon desde Hipólito Yrigoyen 250. La pérdida de la recaudación vía por el IVA fueron entre $ 500 y $ 600 millones mientras que lo que no se percibió por Ganancias fueron $ 96 millones. “El monto estimado representa el 1% de lo que produce el país en un día”, recalcaron fuentes oficiales. Y para seguir utilizando la matemática para imponer una posición, señalaron que lo que se dejó de generar equivale a tres millones de Asignación Universal por Hijo (AUH) o unos 73,7 km de Metrobús.
Claro que en el Gobierno no hicieron oídos sordos de la marcha de Moyano que logró aglutinar a parte del kirchnerismo, la izquierda, y los gremios afines a esas corrientes. “Nada que no hayamos visto. El rechazo que generan los Moyano y esos sectores es tan elevado que nos hacen un favor”, decía un operador de Cambiemos. “Máximo (Kirchner), (Eugenio) Zaffaroni y Hebe (de Bonafini) ya no existen para la política que viene. No hay adversarios en serio para el año próximo”, disparó la fuente.
Acto seguido, este operador señaló que “otra cosa es que estos sectores intenten parar el país”. Eso es lo que quedó latente luego de la marcha. ¿Se animará el camionero, en caso de estar con la espalda contra la pared por la Justicia, a lanzar un paro del transporte? Esa es la incógnita. Por ahora, Macri sigue ?como viene haciendo desde que asumió? eligiendo sus enemigos. Y en ese punto, Moyano parece ser muy fácil de vencer. El jefe de Gabinete fue más allá y volvió a instalar a Cristina Kirchner como la autora intelectual de la marcha. Tanto CFK como el líder de Camioneros, con altísima imagen negativa, son funcionales a las aspiraciones electorales del macrismo.
Para el Gobierno, como se dijo, es momento de dar buenas noticias. Sean las que sean, haya que salir a contar que las cosas no están tan mal como dice la oposición. El tema laboral, por ejemplo, no solo es utilizado para mostrar “resultados” sino también para contrarrestar en momento en que los gremios quieren aumentos salariales más elevados que la meta oficial. Nada fue casual. El miércoles la Jefatura de Gabinete confirmó que en noviembre de 2017, último mes disponible, había 6.277.000 empleados formales en relación de dependencia, el “registro más alto de toda la historia laboral del país”. “Y las primeras proyecciones muestran que en 2018 sigue creciendo”, aseveran. De hecho el subsecretario de Estadística y Políticas Laborales, José Anchorena, lanzó una batería de twitts relativos al tema del empleo para responder a las críticas de los gremialistas. Ejemplo claro de que el Gobierno quiere, de ahora en más, responder con número a cuanta crítica haya por parte de la oposición.
Las situación de las variables clave para la economía, según la mirada oficial, son las siguientes.
Inversión. Después de media década de estancamiento, la inversión se convirtió el año pasado en uno de los motores del ciclo actual de crecimiento. En el cuarto trimestre de 2017 la tasa de inversión fue la más alta de los últimos tres años. Esperan que sea el motor del crecimiento de la economía este año.
Boom de créditos. El año pasado fue el mejor año para el crédito hipotecario desde el 2000. Además, la cantidad de cuentas bancarias asociadas a créditos hipotecarios volvió a crecer después de siete años consecutivos de caída. Las restantes líneas de préstamos también demuestran que la actividad se está moviendo.
Crecimiento. Dujovne sostuvo que el país atraviesa el sexto trimestre de crecimiento y vaticinó que la economía “hoy puede crecer por muchísimos años” tras pronosticar que la suba del PIB estará este año por encima de 3%. El jefe de asesores de Hacienda, Guido Sandleris, informó que la economía creció en el 2017 cerca de 2,8%. Con el mundo creciendo (EE.UU. y Europa), China y Brasil (el mundo emergente en general) hay “viento de cola” para la economía argentina.
Oficialmente ya no se habla más de la inflación ya que la decisión es que prevalezca el nivel de actividad por sobre una baja mayor de los precios. En el discurso mediático dicen que el 15% es factible, pero claramente es sólo un número tentativo ya que en Hacienda nadie se desvela en alcanzarlo. Claro que la mirada oficial contrasta con lo que pronostican algunos en el mercado. Se publicó recientemente un durísimo informe del Estudio EcoGo, que tiene a Marina Dal Poggetto (ex candidata a directora del BCRA) como directora ejecutiva, en el que bajan los pronósticos de crecimiento desde un ya mezquino 2,1% al 1,8% para este año. ¿Por qué? La caída estimada en la cosecha de maíz (-25%) y soja (-9%) por la sequía podría restar entre 0,5 puntos y 1punto al crecimiento del PIB del segundo trimestre. En términos de oferta de dólares, suponiendo precios en dólares promedios constantes para 2017 y 2018, el efecto de la sequía podría generar una caída en torno a US$ 3.500 millones en la oferta de dólares del sector respecto del nivel del año pasado.
Además, dice EcoGo, el aumento en las tasas de interés del tramo largo de la curva de bonos del Tesoro de EE.UU. frente a la suba de las expectativas de inflación y la mayor volatilidad financiera en los mercados de acciones de EE.UU. pasa factura en el costo financiero del gradualismo fiscal para una economía que tiene alto déficit fiscal (6% del PIB cuando se incluyen intereses), creciente déficit de la cuenta corriente (4,7% del PIB) y altos vencimientos de Lebac que renovar todos los meses. “Vale remarcar, que desde el 27 de diciembre, el aumento en la tasa a diez años y del riesgo país local implicó un encarecimiento del costo financiero en dólares en torno a 90 puntos básicos. De alguna manera, que gobierno ya haya colocado más de la tercera parte del programa financiero del año aprovechando las tasas más bajas en EE.UU. y la caída del riesgo país, modera el impacto del shock externo”, explican.
Y retrucan a Dujovne y Sandleris al decir que si bien suponiendo un crecimiento promedio de 2,7% en 2017, el arrastre estadístico para este año asciende a 1%, el efecto negativo de la cosecha podría consumir buena parte del arrastre en el segundo trimestre. “Después de todo, como venimos señalando, 2018 será un año de corrección de precios relativos, ajuste del déficit fiscal en torno a 1 punto del producto, con salarios que volverán a funcionar como ancla, mientras el Gobierno intentará mantener la competitividad cambiaria ganada luego del salto del dólar en diciembre manejando el equilibrio dólar/ tasa de interés”, afirman.
