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“El poder económico de China está creciendo con rapidez”

La visión del Nobel Michal Spence sobre el rumbo del Gigante Asiático

12 septiembre de 2017

“No hace mucho tiempo ?dice el premio Nobel Michel Spence?varios expertos dudaban de que China pudiera dar el paso desde una economía en que predominaban la manufactura con gran uso de mano de obra, la inversión en infraestructuras y la industria pesada a una economía de servicios sostenida por la demanda interna”. Los cambios nunca son fáciles y menos para un país con más de 1.300 millones de habitantes. Pero, una vez más, el Gigante asiático lo está logrando. “Los avances hasta ahora han sido notables”, ratifica Spence en una columna publicada en Project Syndicate.

Sigue Spence: “En los últimos años, China ha ido descargando sus sectores exportadores con alto uso de mano de obra a países menos desarrollados con menores costes laborales. Y en otros sectores ha pasado a usar formas de producción más digitales y para las que se necesita más capital, convirtiendo en insignificantes las desventajas en términos de costes laborales”. En términos más técnicos, “el crecimiento del lado de la oferta se ha vuelto menos dependiente de los mercados externos”.

Un efecto de esa transición, dice el experto, es que “el poder económico de China está creciendo con rapidez”. Los argumentos: su mercado interno aumenta velozmente, y puede ser que pronto se convierta en el mayor del mundo. “Puesto que el Gobierno chino puede controlar el acceso a él, cada vez más puede ejercer su influencia en Asia y el resto del mundo”, dice.

“Pero China no necesita limitar el acceso a sus propios mercados para sostener su crecimiento: puede aumentar su poder de negociación simplemente amenazando con hacerlo. Esto sugiere que la posición del país en la economía global se está comenzando a parecer a la de Estados Unidos en el periodo de posguerra, cuando era la potencia económica predominante, junto con Europa”, explica Spence. “Hoy China se acerca con rapidez a una configuración similar. Tiene un mercado interno muy grande (cuyo acceso puede controlar), salarios en aumento y una alta demanda agregada, y su modelo de crecimiento se basa cada vez más en el consumo y la inversión internos, y menos en las exportaciones”, amplía.

Pero, ¿cómo usará China su creciente poder económico y cuál será el fin último de su renovado leverage internacional? Según Spence, China procurará ser una potencia pacífica y que derrame hacia el mundo emergente (y, sobre todo, en Asia, su vecindario). “Es muy probable que no siga un enfoque de una estrecha mentalidad egoísta, principalmente porque, de hacerlo, afectaría su estatura y reputación globales. Ha demostrado que desea influir en el mundo en desarrollo (y ciertamente en Asia), desempañando el papel de un socio en el que se puede confiar, al menos en el ámbito económico”, explica. Para eso, tienen dos instrumentos claves: el primero, obvio, su mercado y, segundo, su billetera.

“La lección del periodo de posguerra es que este enfoque será el más beneficioso en lo externo, afirmando la influencia internacional del país. En esta etapa de su desarrollo, un enfoque así tendrá pocos costos o ninguno mientras que lo más probable es que brinde numerosos beneficios”, concluye Spence. Ser “amigo” de China hoy es negocio, algo que casi todos los líderes del mundo han entendido muy bien.

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