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Las dos caras de la inflación

13 enero de 2017

Por Matías Carugati (*)

Los datos de diciembre confirmaron que la inflación sigue en baja. Concretamente, el INDEC reportó una suba mensual de 1,2% en los precios al consumidor, menos que el 1,6% de noviembre. Estas cifras están en línea con estimaciones alternativas. Por caso, el IPC de la CABA aumentó en idéntico porcentaje (había sido 2,0% el mes anterior), mientras que el promedio publicado por el Congreso arrojó un alza de 1,6% (versus 1,9%). Incluso la inflación fuera del área metropolitana tuvo un comportamiento similar. En términos anuales, el 2016 cerró con una suba de precios del 41%, la más alta en el que la salida de la convertibilidad y apenas por encima de 2014 (38%). De todos modos, el año cerró con una inflación en el margen más próxima a lo que busca el BCRA, que enfrentará el desafío de mantener el proceso de desinflación en un 2017 electoral, donde habrá nuevos shocks de precios (tarifas) y con una inercia que parece difícil de domar.

En perspectiva, el recorrido de la inflación durante 2016 se parece al de 2014. La escalada de los precios de ambos años estuvo disparada por una devaluación y también fue potenciada por incrementos en los precios regulados por el Estado, aunque la magnitud de estos shocks fue distinta. Específicamente, en un período de doce meses, el tipo de cambio se incrementó 25% con CFK y 62% con Macri, mientras que el aumento en los precios regulados (proxy agregada y sencilla de tarifas) fue de 38% y 87% respectivamente. Ahora bien, el impacto de ambos shocks parece haber sido mayor en 2014 que en 2016. Para medir la aceleración de la inflación replicamos la metodología del BCRA, donde se calcula la diferencia entre la inflación observada y la que se hubiera registrado si la inflación hubiese seguido la misma tendencia (lineal) predevaluación (ver tabla). Este ejercicio muestra que la inflación se aceleró menos respecto a su tendencia en 2016 que en 2014, lo cual puede asociarse, entre otras cosas, a una política monetaria comprometida con el combate contra la inflación y también a un nivel de actividad relativamente más deprimido.

Aunque no parezca, el tan comentado “segundo semestre” le llegó a la inflación. Si bien el 2016 mostró un fuerte incremento de los precios, el año puede dividirse en dos mitades. El primer semestre estuvo caracterizado por una fuerte aceleración, que elevó la inflación promedio de alrededor de 2% a 4% mensual (varía según la fuente). En cambio, en la segunda parte del año comenzó y se consolidó el proceso de desinflación, por el cual la inflación promedio cayó a 1,5% mensual. La ausencia de shocks de precios relevantes (al margen de los idas y vueltas por el tema de las tarifas) fue un factor no desdeñable. A ello se suma, lógicamente, el accionar del BCRA, que con su política monetaria apuntó a bajar la inflación a 1,5% mensual para el último trimestre.

El camino hacia delante no está libre de complicaciones. Que la inflación (medida en términos interanuales) va a caer está fuera de discusión. La elevada base de comparación y la baja probabilidad de un salto discreto en el tipo de cambio llevan a pensar que la dinámica de la inflación será descendente. Además, en el margen los precios están creciendo al 19% anualizado aproximadamente.

Lo que está en discusión es el cumplimiento de la meta oficial. Concretamente, según las proyecciones relevadas por el BCRA a través del REM la mediana de la inflación esperada para diciembre de 2017 es de 21% anual, frente al techo de 17% que propone la entidad monetaria. Esta discrepancia se debe a que la política monetaria aún no logra ser 100% creíble para los agentes. La recuperación económica y los aumentos programados para el primer trimestre del año (nafta, telefonía, peajes, servicios públicos, salud, educación), se sumarán a propia inercia inflacionaria (propagada por paritarias que exceden al control directo del BCRA), complicando las perspectivas en el corto plazo. Así todo, si el Gobierno juega bien sus cartas (negociaciones salariales y esquema tarifario), el resultado del partido contra la inflación podría ser favorable, lo cual ciertamente será importante de cara a las elecciones.

(*) Economista Jefe de Management & Fit

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