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Macri complace al ala dura del Gobierno y termina con la “rebeldía” en el gabinete

30 diciembre de 2016

por Leandro Gabin

Los que conocen a Mauricio Macri dicen que su etapa como presidente de Boca Juniors le enseñó a no dejar crecer a la “bestia”. Le pasó por lo menos dos veces con referentes indiscutidos del equipo xeneize: Carlos Bianchi, primero y Juan Román Riquelme, después. Cuentan quienes recuerdan estos hechos que Macri se vio superado por el famoso desplante del técnico más ganador de Boca en vivo y en directo en conferencia de prensa, y sufrió otro golpe a su ego de empresario con la rebeldía de Riquelme al hacerle el “topo Gigio” en frente del palco en donde estaba Mauricio. Los que dicen conocer al ahora Presidente de la República aseveran que tal “insurrección” o acto de “rebeldía” de ambas “estrellas” del plantel lo marcaron de por vida para saber “cuando parar al monstruo a tiempo”. Varios años después, cuenta un íntimo de Macri, el Presidente sintió lo mismo con Alfonso Prat-Gay.

El debate

Cuando Macri percibió que Prat-Gay estaba jugando su partido y no respondía a la verticalidad que se plantea en Cambiemos decidió eyectarlo inmediatamente del Gobierno. No es novedad que el ahora ex ministro de Hacienda y Finanzas Públicas era una persona resistida en el entorno duro del PRO. Los “amarillos” como se los conoce a los que estuvieron desde el primer momento con Macri siempre criticaron a Prat Gay. “Por fin rajaron a ese soberbio que se creía más que el resto”, arranca una alta fuente de Cambiemos que viene desde el primer Gobierno macrista en la CABA.

“Fue muy buena la postura de Marcos Peña reivindicando en el discurso la forma de trabajo del PRO, que es perfil bajo, sin egos y en equipo. Este pibe (por Prat-Gay) se creía mucho, y no sólo era un extraño sino que tuvo la soberbia de poner de secretario de Hacienda a un kirchnerista como (Gustavo) Marconato, que además dejó a todos los K en la Subsecretaría y complicaron las cosas. Lo rajaron como se merece, de la noche a la mañana”, finalizaba el iracundo funcionario del Gobierno.

El cambio de pensamiento de Macri es notable. Armó un “equipo de estrellas” en lo económico, con el obvio choque de egos, pero se asustó cuando uno de ellos empezó a mostrar signos de independencia (o “rebeldía”, según el ala dura). No es poco que el Presidente haya hablado bien de Prat-Gay pero en términos de una relación empleador-empleado y no como un funcionario. “Es una persona muy capaz e inteligente y ha hecho un gran aporte. Tiene una seniority importante que sirvió en la primera etapa. Pero no sabe trabajar en equipo”, dicen que dijo Macri sobre el saliente ministro de Hacienda. La palabra “seniority” que utiliza el Presidente denota su concepción empresarial, donde cataloga a su gabinete según el “estatus” de empleado como sucedería en cualquier otra compañía.

Peña, CEO

La historia contará muchas cosas, pero lo cierto es que Macri delimitó la cancha. Marcos Peña es su CEO y Gustavo Lopetegui y Mario Quintana (ambos empresarios) son sus coordinadores. Aquellos funcionarios que no respondan a esa verticalidad tienen las horas contados en el Gobierno. Primero fue Isela Costantini, Prat-Gay y Daniel Chaín (secretario de Obras Públicas).

En todos los casos, estos ex funcionarios no lograron convencer del todo a Mauricio y mucho menos a sus hombres de confianza: Isela por su falta de rapidez en bajar el déficit de Aerolíneas Argentina (AA) y su permeabilidad con los gremios; Prat-Gay por su falta de resultados en impulsar la economía y por ser un mal “jugador de equipo” y Chaín también por la tardanza en ejecutar la obra pública (una obsesión de Macri para ganar terreno en las elecciones). ¿Quién seguirá? “Es un claro mensaje acerca de que acá nadie es la estrella. Todos laburamos para Mauricio. Quien tenga una agenda personal no tiene lugar en este Gobierno”, resumían crudamente en Cambiemos.

La ida de Prat-Gay y la llegada de Nicolás Dujovne no produjo cimbronazos en los mercados tan sólo porque Macri dejó a un hombre clave con los mercados, como es Luis “Toto” Caputo. El primo hermano de su mejor amigo, Nicky Caputo, es el quetendrá el deber de conseguirle los dólares al Presidente en un año electoral. Por lo pronto, ni lento ni perezoso, Caputo quiere salir a colocar al menos US$ 5.000 millones en la primera quincena de enero. Sabe que tiene que captar durante todo el año alrededor de US$ 30.000 millones por la deuda que vence.

Una señal clara Que hayan dejado al equipo de Finanzas intacto es una señal de Macri: quien trabaja y tiene perfil bajo, con resultados notables, se queda. La ausencia de Prat Gay produce bajas entre sus hombres de más confianza. Se van sin escuchar la oferta de Dujovne el vice ministro Pedro Lacoste y el economista repatriado del JP Morgan en Nueva York, Vladimir Werning. Este último era la voz y oídos de Prat- Gay en el directorio del Banco Central, un rol clave en lo que fue la puja por la reducción de las tasas de interés que pedía el ahora ex ministro. Lacoste seguramente, como hizo históricamente, seguirá trabajando con Prat-Gay en Tilton Capital, la gestora de fondos que tienen ambos mientras que Werning se tomará vacaciones y luego decidirá qué hacer dentro del sector privado.

La llegada de Dujovne traerá más austeridad fiscal, algo valorado por los mercados. Pero a no engañarse: esa idea es la que tiene Lopetegui y es la que el ahora ministro de Hacienda ejecutará. Dujovne no llega para imponer políticas sino para cumplirlas. En el entorno presidencial hablan de un nueva etapa: ahora todos tendrán que responder a los “monjes negros” de Macri: Quintana y Lopetegui. Ellos emanarán los lineamientos del “alter ego” del presidente, Marcos Peña. Fuera de ese libreto todo será penado.

La era Dujovne

Dujovne, no muy conocido en Wall Street, se manejará en un ministerio vaciado de poder y a las órdenes de Lopetegui, el hombre más obsesionado con el déficit fiscal que tiene el Gobierno. A diferencia de Quintana, que es un poco más tolerante a pasarse del rojo fiscal, Lopetegui repite que si no se reduce el déficit “el país no tiene destino”. Macri ahora también cree eso y por eso buscó al comentarista de TN para hacer un ajuste un poco más veloz.

“Dujovne es amarillo, Caputo lo mismo y Sturzenegger ni hablar. El único que desentonaba era Alfonso. Ahora habrá más coordinación”, dicen en Gobierno y acotan que la última aparición de Prat-Gay en conferencia de prensa terminó ratificando que la decisión de echarlo fue la mejor. Dicen que nunca hizo una autocrítica de su gestión y que se “apropió” de todos los goles en lo económico que tuvo Cambiemos. Muchos de ellos, alertan, ajenos. Prat-Gay se fue guiñando el ojo de la conferencia en donde terminó haciendo un racconto de sus logros y hasta se dio el lujo de presentar los números del exitoso blanqueo. Un final con sabor a triunfo para quien creyó que era un intocable en el Gobierno.

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