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“No hay que mirar sólo las variables de la macro”

“La fortaleza de los economistas es que se constituyeron en los únicos voceros legítimos y autorizados de la realidad nacional”, dice Heredia.

17 octubre de 2016

por Mariano Cúparo Ortiz

La socióloga y autora del libro “Cuando los economistas alcanzaron el poder” (Siglo XXI, 2015), Mariana Heredia, habló con El Economista sobre los temas clave de su publicación: la vuelta de la inflación al lugar protagónico de la discusión y sobre el lugar que ocupan los economistas en la sociedad.

Su libro gana gran actualidad a partir de la vuelta de la inflación al lugar protagónico...

Aunque es un fenómeno previo a noviembre del 2015, sí: hubo una especie de vuelta a la problemática de la inflación como un tema público central y la vuelta de los economistas como voces autorizadas que pueden interpretar ese fenómeno y tratar de resolverlo. Se vuelve a poner a la inflación en el centro de las preocupaciones y a justificar ante la sociedad que son necesarias políticas antipopulares para poder resolver ese problema. Lo loco es que no siempre fue así. Argentina tuvo niveles de inflación parecidos a los de los últimos años pero no era visto como el programa más grave. Y además las recetas que se pensaban para resolverlo contemplaban que no impactara en el poder adquisitivo de la gente y que no generara mayores desempleo y pobreza. Según encuestas que aparecen en el libro, la inflación es un problema más de las clases medias y medias altas que de los sectores populares, que se preocupan por los precios y especialmente los de los alimentos. Pero están acostumbrados a tenerles más miedo a las políticas de estabilización, que tienen efectos más nocivos que la inflación misma.

Hoy tenemos un plan de metas de inflación, que vuelve a poner a la inflación como el problema a resolver. ¿Es el único camino?

En el libro se muestra por qué no siempre se explicó la inflación de la misma manera. En los últimos años hay una vuelta asociar la inflación monetario y fiscal. En otros momentos se pensaba que la inflación tenía muchas causas. El libro intenta sintetizar cómo dentro del discurso económico la inflación fue tematizada como un fenómeno complejo con múltiples causas dentro de las cuales la tesis monetarista era una entre otras. El recetario de ajuste era uno entre muchos que se podían adoptar para mantener los precios. En estos últimos meses esto cambió: volvimos a una explicación de la inflación que pone al Estado y a los costos laborales como los grandes culpables.

¿Qué discusiones están quedando afuera?

Ciertos objetivos de política económica, en particular la estabilidad, subordinaron toda otra aspiración de las sociedades. La discusión ducrecimiento rante la dictadura o la campaña de Raúl Alfonsín de que modo coordinar objetivos equivalentes como eran la distribución y la democratización del bienestar, el crecimiento de la economía, la profundización del tejido productivo y la estabilidad. Pero después la inflación quedó por delante de todo. Lo interesante de estos últimos años es que sin haberse descontrolado del todo la inflación se vuelve a poner a la estabilidad y eventualmente al crecimiento como un objetivo más allá de otras consideraciones sobre el bien común. Está claro, en la historia económica, que hay períodos en los cuales se reactiva la inversión, se logra crecimiento y se destruyen puestos de trabajos. Entonces hay que ver qué crecimiento, para quiénes, con qué objetivo. Va más allá que la mera medición de esas variables.

La política monetaria hoy está mirando las opiniones de unos 50 economistas encuestados mensualmente por el BCRA. ¿Qué opina?

Sobre todo, lo que está claro al mirar el largo plazo es que las ciencias sociales, incluida la economía, tienen bastantes dificultades para prever. Tras la convertibilidad, los economistas proyectaban un dólar que se iba a $8. Hay humores, hay modas, que hacen que una profesión piense de una manera u otra. Los diagnósticos están orientados a hacer buenos negocios. A veces logran hacerlos y otras no. Pero en todo caso la realización de buenos negocios se ha ido despegando claramente de la posibilidad de traccionar de manera perdurable y sostenible el progreso de las mayorías.

Usted es muy crítica de ese lugar ocupado por los economistas...

Parte de la fortaleza de los economistas es que se constituyeron en los únicos voceros legítimos y autorizados de la realidad nacional. Y que en gran medida otros especialistas como los políticos, los dirigentes sociales, los representantes de la sociedad civil, tienden a ubicarse en un lugar de ignorancia, de subordinación. Y de hecho parte de la disciplina tiende a relegar cualquier tipo de objeción a un principio de ignorancia. Uno no entiende los mercados y por eso los objeta. Yo creo que hay que poder considerar la diversidad de elementos que componen nuestra contradictoria realidad. Uno puede ver el aporte de divisas de la soja o puede ver la cantidad de campesinos desplazados o la cantidad de bosques talados. La realidad tiene esas complejidades, que quedan relegadas al estatuto de un discurso ignorante, inocente o menos relevante que el que mira la evolución de indicadores macro en el corto plazo.

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