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Las últimas dos sequías costaron US$ 8.675 millones

Si no se comienzan a cuantificar estos fenómenos cada vez más frecuentes, la economía deberá soportar los avatares climáticos sin posibilidad de proveer, planificar e implementar medidas que tiendan a minimizar su costoso impacto sobre distintas variables.

05 octubre de 2016

por Esteban Otto Thomasz (*)

En Argentina, el sector agropecuario y el complejo agroindustrial poseen una elevada importancia económica no solo a nivel regional sino también en términos fiscales y del sector externo.

Los números

Durante el período 2003-2016 el sector primario y las manufacturas de origen agropecuario representaron, en promedio, el 57% del valor exportado, generando divisas por aproximadamente US$ 475.000 millones.

No obstante, una peculiaridad de este conjunto de exportaciones es que encuentran expuestas en forma directa al riesgo climático. Por ello, resulta sumamente relevante estudiar el impacto económico que dicho riesgo puede ocasionar en el sector y, consecuentemente, en la economía argentina.

La valuación económica del cambio climático constituye un campo de estudio multidisciplinario que debe ser abordado en forma inmediata, dado que de tales estimaciones surgen los valores necesarios para fundamentar el financiamiento de distintas políticas de adaptación, mitigación y atención de catástrofes, pero también, y sobre todo, al planeamiento macro y fiscal nacional y subnacional.

Los costos

Si bien existen estudios que estiman los efectos del cambio y variabilidad climática sobre los rindes de los principales cultivos de la región pampeana y de otras regiones del país, los mismos han sido desarrollados a nivel de un conjunto reducido de localidades y en general carecen de valuaciones de índole monetario.

Por ello, en esta nota se realiza una primera estimación económica de la pérdida de ingresos por producción de soja generada por la ocurrencia de eventos climáticos extremos, particularmente eventos de sequía.

Las estimaciones fueron realizadas a nivel de localidad pero se presentan a nivel agregado, como paso inicial a los fines de establecer órdenes de magnitud para dimensionar la problemática. El estudio se inició con situaciones de sequía extremas dado que las mismas arrojan un daño geográfico considerablemente superior a otros fenómenos climáticos, como los excesos hídricos o la helada temprana.

La información relevada corresponde a los principales departamentos productivos de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Focalizando el estudio en eventos de magnitud severa y acotando los resultados a los últimos 15 años, los eventos de mayor incidencia económica fueron las sequias de las campañas 2008/2009 y 2011/2012, aunque con impacto diferente entre las provincias analizadas.

La sequía del verano de 2009 afectó severamente a la provincia de Buenos Aires (la totalidad de los departamentos arrojan caídas pronunciadas de rindes) y Santa Fe (83% de los departamentos severamente afectados) mientras la sequía del verano de 2012 afectó principalmente a la provincia de Córdoba (67% de los departamentos severamente afectados) y Santa Fe (56% de los departamentos en la misma situación).

Números altos

En cuanto a la pérdida de ingresos en cada año en particular, la campaña 2008/2009 arroja una pérdida de ingresos de US$ 4.129 millones y la campaña de 2011/2012 de US$ 3.508 millones.

La distribución provincial se reparte en una merma de ingresos en la campaña 2008/2009 de US$ 2.724 millones en Buenos Aires, US$ 710 en Córdoba y US$ 694 en Santa Fe y en la campaña de 2011/2012 de US$ 372 millones en Buenos Aires, US$ 2.493 millones en Córdoba y US$ 642 millones en Santa Fe.

Medido en moneda constante, la pérdida total de ambas campañas asciende a US$ 8.765 millones, de los cuales US$ 3.667 millones corresponden a Buenos Aires, US$ 3.556 millones a Córdoba y US$ 1.531 millones a Santa Fe.

Pega fuerte

El nivel de magnitud de tales pérdidas permite fundamentar que el efecto del riesgo climático no se da solamente a nivel del productor sino que además se traduce en impacto a nivel macroeconómico dada la incidencia del complejo agroexportador en el sector externo, afectando asimismo a las finanzas públicas nacionales y provinciales.

Respecto al impacto macroeconómico, el costo económico total resulta equivalente a al 27% de las reservas internacionales del BCRA declaradas a agosto de 2016.

En relación al impacto fiscal, valuando solamente la incidencia sobre los impuestos directos (Ingresos Brutos y retenciones a las exportaciones), el mismo asciende a US$ 3.349 millones, de los cuales US$ 2.147 millones corresponde al Gobierno Nacional, US$ 256 millones a Buenos Aires, US$ 225 millones a Córdoba y US$ 153 millones a Santa Fe (el resto corresponde al resto de las provincias que reciben recursos del fondo federal solidario).

Vale destacar que estos guarismos resultan extremadamente conservadores, dado que además de no contemplar lo producido por IVA y Ganancias, no contempla los impactos en la cadena productiva (transporte, transformación, comercialización y otros servicios).

En síntesis, los eventos de variabilidad climática tienen una alta incidencia no solo a nivel local sino también a nivel macroeconómico, y potencialmente fiscal, en la economía argentina. Si bien el clima siempre ha sido un riesgo de producción en el sector agrícola, el fenómeno del cambio climático se expresa actualmente en un incremento en la frecuencia e intensidad de eventos extremos, que posiblemente generen mayores alteraciones en el flujo de fondos de recursos públicos y privados en de un país fiscalmente procíclico, dependiente de los recursos corrientes y con limitaciones históricas al acceso al financiamiento.

Asimismo, es importante destacar que una correcta valuación económica no implica solamente proyectar la caída en las cantidades producidas, sino también estimar precios y tasas de interés, cuya interrelación y sensibilidad se han incrementado en el marco del ya mencionado fenómeno de cambio climático pero también del proceso de financiarizacion de commodities.

Dado el elevado costo económico, resulta necesario un esquema de valuación de mediano y largo plazo en el marco de la aplicación de reglas macrofiscales de estabilización macroeconómica, aplicadas actualmente por varios países altamente dependientes de la producción y exportación de commodities.

Si no se comienzan a cuantificar estos fenómenos cada vez más frecuentes, la economía en su conjunto deberá soportar los avatares del cambio climático sin posibilidad de proveer, planificar e implementar medidas que tiendan a minimizar el impacto del mismo a nivel del productor local, las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica.

(*) Massachusetts Institute of Technology (MIT) y Universidad de Buenos Aires (UBA).

El autor agradece a Mariano Eriz (MIT/UBA) y Gonzalo Rondinone (UBA) por sus valiosos comentarios.

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