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Las Malvinas y la rectificación de Macri

El Presidente, como todos los anteriores, no va a dejar a Malvinas fuera de la agenda y buscó malvinizar lo que Malcorra parecía desmalvinizar.

23 septiembre de 2016

por Julio Burdman (*)

Circuló por las redes sociales el meme de Eameo que, con su ironía de siempre, muestra a la canciller Susana Malcorra tapándole la boca al Presidente. Sí, a un sector del público le encanta esa imagen, la de un Macri ignorante, recién llegado al juego de la política, que sabe menos de política que Moyano de capar monos, que mete la pata a diario. Ese sector del público, como es habitual que suceda, confunde su desacuerdo con las ideas y políticas de Macri con una subestimación personal de Macri. Pero se trata de un político profesional, fundador del tercer partido más importante de la historia democrática argentina, que presidió Boca durante doce años, fue dos veces jefe de Gobierno de la CABA, y llegó a la Presidencia de la Nación. ¿Tan improvisado será este hombre?

Revisemos los hechos. La canciller, desde que asumió, tiene una agenda propia, que es la de competir por el puesto de Secretaria General de las Naciones Unidas. Ello condujo a la política exterior argentina a contar con tres lógicas superpuestas: la tradición diplomática argentina, las políticas de Macri y los votos que necesita Malcorra. Difícil congeniar las tres, pero Macri estuvo dispuesto a tolerar ciertas contradicciones porque la agenda de Malcorra le parecía valiosa.

En ese marco, la canciller presentó a principios de año un nuecomunicado vo principio para las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña: el 80/20. Según él, tenemos con Gran Bretaña 20% de diferencias (Malvinas) y 80% de coincidencias (todo lo demás), y esos dos campos deberían separarse para que podamos seguir trabajando sobre las coincidencias sin hablar de las diferencias. Esa ha sido, desde hace tiempo, la posición británica: evitemos Malvinas, y a partir de allí tengamos las mejores relaciones bilaterales.

Ese principio estuvo presente en el comunicado conjunto del 13 de septiembre, acordado entre Malcorra y el ministro británico Alan Duncan en Buenos Aires, en ocasión de la participación de este último en el mini-Davos. Ese comunicado, que hacía un listado de todos los temas de agenda positiva y no hacía referencias al reclamo argentino sobre Malvinas, provocó una reacción política adversa, que incluyó a toda la oposición y a buena parte del oficialismo (el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; la diputada Elisa Carrió y los radicales, entre otros). La reacción adversa tuvo, entre otros subproductos, la declaración unánime de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados del pasado 21 de septiembre reafirmando la “imprescriptibilidad” de la soberanía argentina.

Antes de eso, y antes del viaje de Macri a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas, el viernes 16 de septiembre la Cancillería difundió una aclaración acerca del comunicado conjunto, afirmando que el mismo reflejaba “la voluntad política de las partes de reiniciar un diálogo sobre todos los temas del Atlántico Sur, sin exclusiones”. Pero más que una aclaración, fue una rectificación: no era eso lo que surgía de una lectura del texto circulado tres días antes.

Malvinas es un tema de alta sensibilidad, y eso quedó expuesto en los días posteriores al martes 13. Por eso, una gacetilla aclaratoria de Cancillería no lucía como una rectificación suficiente. Lo que hizo Macri, aún a costa de pagar el precio de una desmentida desde Londres, fue rectificar a Malcorra ante la opinión pública. Tras esas idas y venidas, quedó claro que el 80/20 no es el discurso presidencial, y que el actual Presidente, como todos los anteriores, no va a dejar a Malvinas fuera de la agenda. Macri, a su manera, buscó malvinizar lo que Malcorra parecía desmalvinizar. Ello no quiere decir que la relación con Gran Bretaña no vaya a cambiar el tono, ni a seguir el camino pavimentado por Malcorra: quiso decir que el Presidente tuvo que despejar las dudas del público.

(*) Analista internacional

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