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La inflación podría terminar 2017 por debajo de 20%

26 septiembre de 2016

La inflación sigue bajando y esa es una buena noticia para una economía que intenta despegar. La combinación de estabilidad cambiaria, tarifas quietas y una política monetaria que apunta a recomponer la demanda de pesos permitieron consolidar la desinflación. De cara a 2017, si bien la meta de inflación que tiene el Gobierno es muy ambiciosa, lo relevante es que será menor a la dinámica que tengan los salarios, permitiendo la recuperación del consumo.

Concretamente, tras un primer cuatrimestre en el que la devaluación y el ajuste de tarifas dispararon los precios a razón de 4% por mes y con pico de 5% en abril (por los mayores ajustes en las tarifas de los servicios, en Capital Federal se sintió más, con un alza promedio mensual de 6,5%), desde mayo se observa una persistente baja en la dinámica de los precios. Con un tipo de cambio que quedó estabilizado en torno a $15, las expectativas de devaluación quedaron ancladas (incluso corregidas a la baja) y con la economía digiriendo el nuevo esquema de tarifas, el alza de precios mensual bajó desde el 5% de abril a prácticamente 0% en agosto.

Si bien el dato del mes pasado estuvo influido por el retroceso en las tarifas de gas por la decisión de la Corte, una mirada más amplia permite seguir afirmando que el proceso de desinflación se consolidó. De hecho, excluyendo los bienes y servicios que están influidos por cuestiones regulatorias o estacionales, la inflación de agosto en todo el país se ubicó en torno al 1,6%, siendo el menor incremento desde junio de 2015, y se destaca la estabilidad que lograron los precios de los alimentos en todo el país. Es decir que la desinflación se da en todos los rubros y en todo el país.

De acuerdo a nuestras estimaciones, la desinflación seguirá en septiembre, mes en el que esperamos que el IPC general suba apenas 1% y 1,2% el IPC “núcleo”. Para el último trimestre del año, ya con la actualización en las tarifas de gas (será mucho más moderada del salto que tuvieron en abril), la inflación promedio se ubicaría levemente por debajo del 1,5% mensual. En este contexto, el IPC terminará 2016 con un alza por en torno al 40%, similar al que tuvo en 2014.

La dinámica observada en los precios durante los últimos meses podría mantenerse en 2017. El continuo ingreso de capitales por la combinación de mayor endeudamiento del sector público y privado, sumado a lo que ingrese de inversión directa y de cartera, serán suficientemente para compensar el mayor déficit comercial derivado del salto en las importaciones y así mantener el mercado cambiario estabilizado y, con ello, la cotización del dólar no presentará grandes oscilaciones, previendo que termine el 2017 por debajo de $18 (20% interanual). Con el cronograma de ajuste gradual de las tarifas, la inflación podría finalizar 2017 por debajo del 20%.

Si bien el futuro siempre es incierto y pueden ocurrir imprevistos que nos alejen del escenario base previsto (por ejemplo, un shock negativo en los mercado globales que revalúe el dólar pondrá en aprietos la estabilidad cambiaria hasta aquí lograda, debido a la caída en los precios de las materias primas y devaluación de nuestros socios comerciales), el planteado más arriba es el que le asignamos mayor probabilidad de ocurrencia.

Bajo estas condiciones, los riesgos de conflictividad sindical y ajustes de salarios que deriven en un salto en las expectativas de inflación lucen moderados. La desinflación comentada más arriba y la caída en el nivel de empleo son aspectos claves a la hora de negociar. Además de no prever aperturas de paritarias (¿bono a fin de año?), las negociaciones por los ajustes salariales de 2017 se darán en un contexto en el que la inflación del 20% y las paritarias promediarían un alza en torno al 24% que, si bien no será suficiente para compensar la pérdida que tuvo el poder adquisitivo durante el primer semestre de 2016, será clave para darle un mejor desempeño al consumo tras el ajuste que sintió recientemente.

Así las cosas, con el proceso desinflacionario consolidado, las prioridades de la agenda económica pasan no sólo por acelerar el crecimiento sino por el derrame que este tenga sobre toda la economía potenciando a los “ganadores” y minimizando el golpe sobre los sectores menos beneficiados.

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