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“Hay que cambiar el chip: el dólar va a subir y bajar”

Entrevista a Fernando Marull, economista.

08 septiembre de 2016

En diálogo con El Economista, Fernando Marull ofrece su visión sobre la estrategia del BCRA y comenta cuáles son sus perspectivas para las Lebac y el “billete”.

El martes, el BCRA recortó su tasa de política monetaria en 50 puntos básicos. Varios economistas plantearon que la entidad está más cauta que nunca porque la tasa de interés real resultante es bastante más positiva que la de 4-5 puntos básicos que dijo el propio BCRA que persigue. ¿Coincide con esa lectura y qué explica esa mesura?

Coincido en que el BCRA en las últimas semanas mostró un mayor sesgo contractivo a pesar que los números de inflación de julio y agosto vinieron mejor que lo esperado. También en la última licitación marcó ese sesgo ya que para septiembre el mercado (REM del BCRA) estima una inflación core”del IPC GBA de 1,7% mensual y la Lebac a 35 días cortó al 27,75%, lo que arroja un tasa real esperada superior al 5%, por encima del target explícito del BCRA de 4/5% anual más que inflación. Más aún, la semana pasada Hacienda emitió un bono a tasa fija a 18 meses y cortó a una tasa cercana al 3% real, más en línea con la curva de bonos con CER (3,7% real). Surge así que, de acuerdo al mercado, hay espacio para menores tasas reales. Pero este tiene que tener en cuenta que el BCRA en el mediano plazo (2017) debe cumplir sí o sí su objetivo de inflación de no más del 17%. Hasta tanto no haya convergencia de las tasas de inflación esperadas dentro del objetivo del BCRA seguiremos viendo un sesgo contractivo. En efecto, en el comunicado de política del martes pasado, el organismo incluyó en su “rational” que todavía el mercado (REM de agosto) proyecta niveles de inflación superiores a sus objetivos tanto en el cuarto trimestre de 2016 como en todo 2017.

Según el promedio de las proyecciones de los economistas vertidos en el REM del BCRA, la Lebac a 35 días terminará el 2016 en 24,7%. ¿Coincide?

Que el BCRA seguirá bajando la tasa no hay dudas, lo que interesa es el ritmo al que lo hará. Así, hasta tanto no veamos convergencia al target de inflación, espero que el BCRA siga bajando la tasa a un ritmo igual o menor que el que mostró en las últimas semanas (0,5% semanal). Para diciembre de 2016 proyecto una de 25% en la Lebac de 35 días y de 22,7% para la de 252 días.

El dólar, en tanto, cerraría el año en torno a los $16. ¿Comparte?

Dado que el BCRA todavía mostrará un sesgo contractivo, no espero grandes movimientos en el dólar. Proyecto un dólar a diciembre de $16, que se moverá en línea con la inflación esperada y permitirá que la Lebac que vence en diciembre de 2016 (y que rinde 26%), arroje una tasa en dólares de 3,5% anual, por encima de lo que rinde una Lete del Tesoro de corto plazo, que está cercana al 3%. Hoy el valor de dólar futuro en Rofex cerró en $16,16 por lo que no convendría comprar dólar futuro, sino venderlo.

La formación de activos externos del sector privado no financiero, que incluye la compra de dólares para atesoramiento, continúa a un ritmo superior a los US$ 1.000 M mensuales, aunque en el actual contexto ya no genera tanta preocupación. ¿Puede acrecentarse eso ante la expectativa de que el BCRA deberá convalidar un nuevo salto cambiario más adelante?

El 2016 es el primer año en una década con tasas de interés altas que intentan ganarle a la inflación. Aún con este cambio, la dolarización no se frenó. Pero eso no debería llamar la atención si Argentina es el campeón mundial en demanda de dólares y viene de cinco años de cepo. Hay demanda insatisfecha de dólares que irá bajando con el correr de los meses si el BCRA consigue seguir bajando la inflación. A la demanda de dólares la veo más como una decisión de portfolio que generada por una sensación de elevado atraso cambiario (que empeoró en los últimos meses) que suba fuerte las expectativas de devaluación. Hay que ir cambiando el chip e incorporar que el dólar va a subir y bajar (ojalá así sea), pero lo hará de manera moderada. En el nuevo ciclo, la probabilidad de un “nuevo salto cambiario” es relativamente baja.

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