Sus colegas sostienen que el principal cambio que traerá consigo el famoso segundo semestre es una reducción la tasa de inflación. ¿Coincide?
Coincido. Eso será lo principal. En cuanto al crecimiento, puede ser que algún sector empiece a recomponerse pero recién en la última parte del año. La caída en el segundo trimestre fue grande, el tercer trimestre va a ser neutro y en el cuarto veremos una recuperación en algunos sectores pero va a ser más estadística que real pues no veremos mejoras en el salario, el empleo o el consumo.
O sea que la recesión continuó en el segundo trimestre?
Sí, y se profundizó.
La inflación, dice el consenso, se estabilizará en 1,5%-2% mensual. ¿Se puede romper esa inercia en 2017?
Sí, se puede, pero hay que seguir avanzando en el reordenamiento de la economía y, sobre todo, en la cuestión fiscal, que sigue muy desordenada. Si bien en 2016 hay más elementos para financiarlo, como el blanqueo, eso ni alcanza para el pago de los jubilados y en 2017, encima, hay que hacer una reforma tributaria porque la presión impositiva es altísima.
El Gobierno dice que las cuentas públicas se están saneando. ¿Coincide?
Si comparás interanualmente el déficit fiscal, se observa que se redujo en 1 punto del PIB. Ahora bien, eso se debió básicamente porque se paró la obra pública. Si el Gobierno quisiera recomponerla en el segundo semestre, que es lo que estamos esperando, se acabó esa mejora y volvés adonde estabas antes. Veremos.
¿Observa un cambio en la orientación de la política económica a partir de mayo y un renovado énfasis en el estímulo fiscal para reactivar la economía?
Es cierto que el Gobierno empezó a ponerle topes a la suba de tarifas y a gastar más, por ejemplo, en jubilados. Yo interpreto que el tema jubilados había que resolverlo. Había un fallo de la Justicia en contra, y había que pagarles, como ocurrió con los holdouts. Coentrevista Fausto Spotorno rrespondía éticamente.
Pari passu para todos?
Exacto. Era algo que el Gobierno debía resolver. Quizás hubiera sido mejor esperar a que mejorasen las cuentas fiscales.
Hay una gran amplitud en las expectativas sobre cuánto se exteriorizará.
Algunos hablan de US$ 5.000 millones y otros de US$ 50.000. ¿Usted qué proyecta? Estará entre US$ 20.000 millones y US$ 30.000 millones.
¿Cuánto se exteriorizará y cuánto ingresará efectivamente al país?
Creo que una gran parte ingresará. Hay una parte grande de los activos argentinos no declarados en el exterior, casi 50%, que está en inmuebles, y no sabemos cuánto afecta a los inmuebles, así como a los fideicomisos o una SRL. En esos casos, compartir información se vuelve cada vez más complicado.
Ustedes miden la inversión privada. ¿Cómo está?
La inversión está menos mal que antes, pero sigue siendo muy baja. Hay interés en invertir en aquellas empresas que ya están instaladas en Argentina y también en el sector agropecuario. Tras las medias que ha tomado el Gobierno desde el 10 de diciembre, como la unificación cambiaria o la posibilidad de girar dividendos, nos estamos empezando a normalizar y parecer al resto de las economías. Volvimos a jugar por el campeonato. Antes ni jugábamos. El problema es que ahora hay que jugarlo y, para ganarlo, hay un largo camino. Ahora competimos con muchos otros equipos que también quieren inversiones y los inversores están viendo qué cosas ofrecemos nosotros que, por ejemplo, Chile o Uruguay no tengan. Ahí encontramos que, cada vez más, los inversores están empezando a ver los costos nuestros: el salario en dólares, la seguridad jurídica, la presión tributaria?Hay más preguntas e interés, pero estamos en las etapas preliminares.
Sus colegas estiman un crecimiento de 3% del PIB en 2017. ¿Coincide?
Sí, es posible.
