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Adelantadas y atrasadas en el oleaje de inversiones

La Bolsa de Comercio de Buenos Aires vive hoy un momento de gran arbitraje.

29 julio de 2016

por Luis Varela

Con la aparición de Internet y la facilidad para el tránsito de la información, el mundo de las inversiones sigue mutando día a día. Los cambios se van dando de manera imparable y con modificaciones antes impensadas, como el mecanismo de compra “puerta a puerta” que acaba de habilitar el Gobierno de manera limitada para combatir la inflación.

Como si estuvieran sobre en una verdadera autopista, los compradores navegan entre millones de ofertas, algunas veces aprovechando precios de bicoca y en otras ocasiones metiéndose en un embudo, con embotellamientos que algunas veces pueden costar demasiado caro.

Sucede que por la red circulan todo el tiempo datos prometedores, los inversores con ambición por conseguir alguna ganancia rápida se meten todos juntos en determinada posición, hay un exceso de demanda que provoca una distorsión del precio, los primeros en llegar forman la burbuja y los últimos son los que pagan el costo de la caída cuando los precios se pinchan.

De ese modo, hoy más que nunca las distintas herramientas financieras que se ofrecen en la red se mueven en algo parecido a una marea, en un gran mar, el que hay oleajes, momentos de gran suba y circunstancia de bajante. Y conocer el ritmo de esos oleajes le puede ayudar al inversor a ahorrar mucho tiempo y, sobre todo, mucho dinero.

Partiendo desde esa premisa, las aristas que se pueden seguir son casi infinitas. En este caso nos referiremos al ahorro y a la forma de mantener o incrementar el valor de lo que se tiene y, fundamentalmente, del momento en el que se decide para qué se ahorro y sobre todo cuándo hay que gastarlo.

Como punto de partida debe decirse que para un inversor el tiempo es una variable principal.

Los precios

Además del tiempo, obviamente otra de las variables es el precio. A veces hay ciclos de confianza o de desconcierto que provocan un aluvión de compradores o una escasez casi total de demanda. Por ejemplo, hace cincuenta años el mercado bursátil de Buenos Aires era el segundo de América Latina y en este momento, después de años de políticas económicas equivocadas, nos hemos achicado como piel de zapa.

Según la Federación Iberoamericana de Bolsas, en junio la Bolsa de México tuvo negocios por US$ 72.500 millones, la Bolsa de San Pablo llegó a 44.400 millones, Santiago de Chile operó por 1.600 millones, la Bolsa de Colombia (país que acaba de ser colocado con panorama negativo por la agencia Fitch) negoció US$ 1.150 millones y Buenos Aires cayó del segundo a quinto lugar, con US$ 415 millones transados en junio.

O sea, en la autopista de usuarios, la bajada de Buenos Aires está desierta, no hay compradores. ¿Cómo estamos en precio? El índice Merval, que mide el promedio de los 15 papeles líderes más operados, valía US$ 443 en 2012, cuando el kirchnerismo parecía quedarse para siempre. Luego la población votó un gobierno más amigable con el mercado, el monto de negocios se amplió muy levemente y el Merval opera hoy en zona récord, algo arriba de los US$ 1.000.

Esta valorización, con una suba del 125% en dólares en apenas cuatro años, empieza a llamar la atención de los inversores que navegan por Internet.

Por eso, frente a la aparición de cualquier rumor, se lanzan a comprar o vender, algunas veces sin considerar datos clave para decidir, por ejemplo, sobre volúmenes históricos operados por cada papel o relación precio ganancias en los balances de cada empresa. Por eso, la Bolsa argentina de hoy vive lo que se llama un momento de gran arbitraje: el dinero operado no va únicamente a papeles del panel principal, sino que empieza a recalar en los papeles del panel secundario. De hecho, hasta junio el 70% de lo operado cada día se movía en apenas ocho papeles y en este momento el 70% de lo transado se distribuye en 16 compañías.

Así, el dinero cae en compañías mínimas, con montos que exceden la capacidad de absorción. Con eso, los volúmenes de negocios pegan un salto, se produce una suba excesiva en los precios, en un mercado absolutamente sin control: los entes que deber regular no quitan de la rueda de negocios dan operaciones sospechosas.

Hay casos en los que se lanza un rumor, y se realiza un cambio de manos en un papel entre socios o parientes, y con eso se enchufa el papel para engañar a inversores incautos que están a la pesca de oportunidades. Los precios se inflan y luego, cuando el enchufe se desengancha ya derrumbes que dejan muchos heridos.

Casos como el recién mencionado hubo varios en las últimas semanas. Solo por citar algún ejemplo puede decirse que Petrolera del Conosur subió hasta $ 11,60 y hoy vale apenas 4,50. Indupa rozó los $ 5 y está a 3,80. Carboclor operó a 3,66 y ahora se negocia a 3,28 y los ejemplos siguen.

Los datos

Por eso, en esta autopista de información que hoy es Internet, los inversores deben tener los ojos bien abiertos, ver si cada bajada tiene un embudo, si los precios están caros o baratos. Por ejemplo, tratando de determinar cuáles compañías están adelantadas o retrasadas puede decirse que en los últimos doce meses hay once empresas que tuvieron subas de más del 200%: Agrometal (subió 661% desde julio del año pasado), Mirgor 603%, Autopista del Sol 306%, Grupo Concesionario Oeste 290%, Petrolera del Conosur 274%, Longvie 270%, Dycasa 264%, Esmeralda 252%, Semino 246%, Caputo 236% y Fiplato 204%.

Al mismo tiempo, con los inversores ahuyentados por diversas razones, hay ocho papeles que cotizan en la Bolsa que acusan caída nominal de precio en los últimos doce meses (a eso, para ver la caída real) hay que descontarle la inflación del 42% sufrida por la economía).

Entre esas compañías se destacan Santander con una caída del 32% desde julio del año pasado, Telefónica 28% para abajo, Andes Energía 25%, Repsol 19%, YPF 10%, Colorín 9%, Petrobras Argentina 6% y Comercial del Plata, todas para abajo. Entre las empresas mencionadas algunas están adelantadas, otras atrasadas, algunas infladas otras deprimidas, algunas sobrevaloradas y otras prácticamente quebradas, por lo que el inversor debe analizar muy bien donde pone sus ahorros: el dato clave es revisar una variable denominada PER, que es la relación entre precio y ganancia.

En la foto actual, con el Merval en 1.000 dólares, muchos inversores preguntan: ¿Puede subir más? Y viendo la cantidad de compradores que tiene nuestra salida de autopista, debe decirse que la Bolsa de Buenos Aires no tiene techo: puede subir a US$ 1.500 o más, y también puede regresar a US$ 800 o menos. Dependerá de las decisiones de política económica que se vayan tomando. Blanqueo, inflación, rojo fiscal y otras decisiones irán captando o ahuyentando a los inversores.

Ahora bien, los que siguen el trajín diario de los negocios saben que esto de los flujos de inversión tiene sus secretos.

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