El Economista - 70 años
Versión digital

mar 16 Abr

BUE 16°C

Una batalla con muchos frentes

La marcha que se originó en el repudio a los femicidios evidencia que, para erradicar la violencia machista, es necesario advertirla en los múltiples ámbitos en los que opera.

03 junio de 2016

Los patrones machistas, que habitan por igual las diversas esferas de nuestra sociedad y legitiman en cada una de ellas situaciones de discriminación y violencia hacia las mujeres, exponen la necesidad de dar la batalla por la igualdad en múltiples frentes. En el marco de la marcha Ni una menos, que instaló un hito un año atrás y volverá a repetirse hoy por la tarde, es importante recordar que los reclamos que se multiplicarán por miles no son sólo consignas amigables, sino necesidades concretas que se evidencian a la luz de los indicadores.

Según Carolina Atencio y Gala Díaz Langou, del Programa de Protección Social de CIPPEC, en el ámbito laboral las mujeres enfrentan mayores dificultades que los varones, tanto en el proceso de búsqueda como en la selección y ascensos en sus puestos de trabajo. En Argentina sólo una de cada dos mujeres es activa laboralmente (trabaja o busca trabajo), cifra que no mostró crecimiento en muchos años y contrasta fuertemente con el 72% de actividad laboral masculina. A las mujeres les cuesta más obtener empleo (el 43% de las mujeres trabajan ante un 67% de los varones) y, una vez que lo hacen, es un empleo de peor calidad (con mayor informalidad, menores salarios y peores puestos). “Estas dificultades están íntimamente relacionadas con los estereotipos de género y, sobre todo, con la falta de equidad existente en la distribución de las tareas al interior de los hogares”, agregan, lo que se explica por el hecho de que la creciente inserción laboral de las mujeres en la segunda mitad del siglo pasado no se vio acompañada de una redistribución de roles domésticos, consolidándose como una “revolución estancada”.

En la actualidad, las mujeres destinan en promedio 6,4 horas diarias a desarrollar tareas de cuidado mientras que los varones dedican tan solo 3,4 horas. Esta sobrecarga de tareas en las espaldas femeninas trae consigo serias dificultades en su desarrollo laboral, condenándolas a optar por trabajos de menor responsabilidad y peor calidad. Asimismo, e independientemente de sus elecciones, el mercado laboral tiende a segregar a las mujeres impidiendo su acceso a puestos de decisión (el denominado “techo de cristal”) y a los sectores más dinámicos de la economía (las “paredes de cristal”). Actualmente, según la Encuesta Permanente de Hogares, sólo 3 de cada 10 puestos de jefatura son ocupados por mujeres y el salario promedio de los varones es 36% mayor que el de las mujeres (y 27% cuando se trata de puestos con las mismas responsabilidades).

Otro ámbito en el que se evidencia la clara desventaja de las mujeres es en el acceso a servicios integrales de salud sexual y reproductiva. “Hoy las mujeres en Argentina enfrentan demasiados obstáculos para adoptar decisiones libres e informadas en términos de procreación responsable que ayuden a prevenir embarazos no intencionales (sobre todo en la adolescencia) así como también a prevenir enfermedades de transmisión sexual”, señalan las investigadoras de CIPPEC. Por otra parte, consideran “alarmante” que, aun habiendo asistido a un período de crecimiento económico y sustantiva inversión en políticas sociales, la tasa de mortalidad materna en la Argentina continúe arrojando índices excesivamente altos (3.2 por cada 10.000 nacidos vivos) y lejanos al compromiso que adoptó la Argentina con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La violencia machista y los femicidios que se concretan cada 30 horas son consecuencia de esas desigualdades que persisten, con más o menos disfraces, a lo largo de los siglos.

Para que la movilización tenga sentido, es necesario transformar las consignas en cambios concretos y cotidianos. En este sentido, transversalizar la perspectiva de género en las políticas públicas es, para Atencio y Díaz Langou, un camino posible y transitable, pero también es necesario un compromiso colectivo que contribuya a desnaturalizar los estereotipos que nublan la mirada.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés