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El Indec volvió a publicar el PIB

En definitiva, ya no hay duda de que el “relato K” de una Argentina en crecimiento, no inflacionaria, competitiva, y que sustituía un detestado “modelo de especulación financiera” por otro más virtuoso de “industrialización” no era más que una mentira tras otra.

Héctor Rubini 30 junio de 2016

por Héctor Rubini (*)

Ayer, el Indec publicó la revisióndel PIB de nuestro paísdesde 2004 hasta 2015 y una primeraestimación para el primertrimestre de este año. Es un significativoavance en el proceso delevantamiento del apagón informativoen materia de estadísticaseconómicas nacionales.

Entre 2007 y 2015 se perdió la credibilidadno sólo en los indicadoresde inflación sino también en los deactividad económica. Acertar conla proyección oficial de crecimientodel PIB, o de otro indicador, noera otra cosa que participar en untorneo de adivinanzas sobre quénuevo número apócrifo publicaríael Indec.

Un repaso

El problema del INDEC nace enabril de 2006 cuando el presidenteNéstor Kirchner advirtió que la inflaciónera un problema real. Pararesolverlo optó por una estrategiade intervención sobre la formaciónde precios internos y encargóal secretario de Comercio Interiorla tarea de requerir a personal delIndec información sobre la capturade datos para calcular el Indicede Precios al Consumidor (IPC).

La evidencia de que no pocasempresas incumplían los acuerdosde precios generó un conflicto porla renuencia de encuestadores delinstituto a entregar las planillascon los precios relevados para noviolar la legislación sobre el secretoestadístico. La reacción oficialsiguió varios pasos ya conocidos:“inspección” de la metodología delIPC, cambio en su conducción y elreemplazo de los cuadros técnicospor personal alineado con el secretariode Comercio Interior.

Arreciaron luego las denunciassobre modificaciones a la forma decaptación de datos de precios, y unhostigamiento al personal técnicoque se extendió a áreas específicascomo Cuentas Internacionales yCuentas Nacionales.

Si bien se convocó a un comitéde expertos de universidades paraemitir un diagnóstico sobre lasituación del Indec, su evaluacióncrítica fue ignorada. Siguió luegoen 2011 el procesamiento judicialde economistas del sector privadopor publicar índices de preciosalternativos y se hostigó a variasONG's que publicaban relevamientosde precios.

Ante las críticas extendidas ala manipulación de estadísticassobre la actividad económica (yno sólo el PIB), no faltaron tampoco“notas de prensa” oficialesen la página web del Indec parainjuriar a los profesionales quedesnudaban falencias de todo tipoen dichos indicadores, como si esorefutara las deficiencias que se detectabanya desde su primera lectura. Finalmente, también debióreconocer el último ministro de Economía del kirchnerismo que por decisión política “superior” nose publicaba ni se relevaban datosde pobreza ni de indigencia.

Patas cortas

El efecto fue el esperable: en lugarde tornar más creíbles las estadísticasoficiales, la intervenciónexacerbó las sospechas sobre suveracidad y utilidad. Para losusuarios de estadísticas sectorialesy macroeconómicas, tornóimposible contar con series nocuestionables de variables relevantescomo el salario real, el tipode cambio real, niveles de pobrezae indigencia y tasas reales de interésentre otros. La actual administraciónheredó así un ente debilitado,en el que además buenaparte del staff más calificado delIndec, y de algunas direccionescríticas, como Cuentas Nacionales,debió irse del instituto, y enalgunos casos también del país.

A menor veracidad y confiabilidadde la información estadística,mayor es la probabilidad deerrores en el diseño y aplicación depolíticas públicas, y mayores sonlas dificultades para la correcciónde errores en la gestión diaria delpropio Estado.

Cuatro décadas atrás, el doctorJulio H. G. Olivera advertía sobresu relevancia para esquemas depolítica altamente dependientesde la cantidad y calidad de datosdisponibles, bajo el nombre de políticas“intensivas en información”:“Para una economía subdesarrollada,cuanto más confía en políticasintensivas en información,tanto mayor la medida en que lasdeficiencias estadísticas puedenacentuar su inestabilidad estructural(?) la aplicación de políticasintensivas en información sin elnecesario soporte estadístico esuna especie de gobierno a ciegas,que puede ocasionar efectos extremadamenteperjudiciales”.

La realidad de los últimos seisaños le dio la razón y esto se ha vistoreflejado en el nuevo PIB publicadospor el Indec. Los datos divulgadosayer (aun cuando quizás nosean los definitivos) son coherentescon las tendencias percibidasentre 2004 y 2015 fuera del Indec,aun con información incompletae imperfecta:

a) Demanda agregada sistemáticamentesuperior a la ofertaagregada, o sea, un sendero estructuralmenteinflacionario.

b) El tránsito del crecimientoa “tasas chinas” a un senderode estancamiento, siendo imposiblesuperar un crecimiento interanualde 3,6% desde el tercertrimestre de 2013.

c) Tendencia a la baja de la tasade inversión entre el tercer trimestrede 2011 y el cuarto de 2015, ubicándosedesde el tercer trimestrede 2007 por debajo del 20% del PIB.

d) Desde mediados de 2010, visibletendencia al estancamientode las importaciones y a la caídade las exportaciones de bienes yservicios reales, o sea, pérdida decompetitividad permanente, y notransitoria.

e) Salto del gasto en consumodel sector público a partir de 2008de niveles entre 12% y 13% delPBI a más de 15% y aproximándoseal 20% del PIB en el cuartotrimestre de 2015.

f) La participación de la industriamanufacturera en el valoragregado total: superó casi sininterrupciones el 20% entre el primertrimestre de 2004 y el tercerode 2008, y luego pasó a declinarhasta el 17,0% en el cuarto trimestrede 2015.

g) La intermediación financieraosciló entre 3,5% y 3,8%del valor agregado total entre elprimer trimestre de 2004 y el tercerode 2008, pero desde entoncesmostró tendencia creciente hastaalcanzar el 4,4% en el cuartotrimestre de 2015.

El “relato”

En definitiva, ya no hay duda deque el “relato K” de una Argentinaen crecimiento, no inflacionaria,competitiva, y que sustituía un detestado“modelo de especulaciónfinanciera” por otro más virtuosode “industrialización” no era másque una mentira tras otra.

Ahora bien, aun cuando acercarsea la verdad es siempre unbuen avance, en este caso no essuficiente. Además de esperablesrefinamientos de estos números, serequiere sin demoras contar con unsistema estadístico “blindado” defuturos nuevos “interventores”.

Y en ese sentido, es de esperarque las nuevas autoridades instrumentenlas reformas legalesnecesarias para que la experienciafunesta del período 2007-2015 no sevuelva a repetir. Esperemos queasí lo entiendan, y que lo lleven a lapráctica a la mayor brevedad.

1. Ver Olivera, Julio H. G. (1976):“La Producción de Estadísticas ylas Decisiones de Política Económicaen Países Subdesarrollados”.XI Reunión Anual de la AsociaciónArgentina de Economía Política.Salta, pp. 27.1 a 27.15.

(*) Instituto de Investigaciones enCiencias Económicas de la USAL

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