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Temer convoca al diálogo y se enfoca en las cuentas públicas

“Es imprescindible reconstruir los fundamentos de la economía brasileña y mejorar el ambiente de negocios”, dijo

13 mayo de 2016

Michel Temer, el presidente interino de Brasil desde ayer, llamó al diálogo para recuperar la confianza en el país y apuntó a la resolución de los problemas fiscales a fin de reactivar la economía. La ahora ex mandataria Dilma Rousseff prometió dar batalla contra las acusaciones que llevaron a su impugnación y se puso al frente de la “resistencia” política, subrayando la fuerte división que enfrentará la nueva administración a la hora de implementar cambios concretos.

En la madrugada de ayer, el Senado decidió por 55-22 el comienzo del juicio político a Dilma, sugiriendo que se conseguirían los dos tercios necesarios para su destitución definitiva. Por lo pronto, Temer tendrá 180 días para empezar a poner en marcha su agenda orientada a enderezar la economía por medio del ajuste de las desbordadas cuentas públicas, el frente que Rousseff ignoró por años hasta que rebalsaron al resto de la economía.

En su primer discurso, el Presidente hizo una convocatoria al consenso, al decir que “el Ejecutivo y el Legislativo tienen que trabajar en armonía (...) vamos a necesitar mucha gobernabilidad, lo cual exige el apoyo de la clase política en el Congreso y del pueblo”. Temer también dijo que buscará “frenar la caída libre de la actividad económica que llevó al aumento del desempleo y la pérdida del bienestar de la población”.

“De inmediato, necesitamos también restaurar el equilibrio de las cuentas públicas, llevando la evolución del endeudamiento del sector público a niveles de sustentabilidad a lo largo del tiempo”, agregó. “Cuanto más pronto seamos capaces de retomar la sustentabilidad, más rápido retomaremos el crecimiento”. El mandatario además dio otras definiciones que reflejaron un enfoque amistoso con el mundo de los negocios.

En ese sentido, Temer habló de incentivar las asociaciones público- privadas, la importancia de reducir la inflación y “eliminar varios ministerios de la maquinaria pública”. “Es imprescindible reconstruir los fundamentos de la economía brasileña y mejorar el ambiente de negocios para el sector privado de forma que pueda retomar su vocación natural de invertir, de producir, de generar empleo y ganancias”.

El presidente interino dijo que mantendrá los programas sociales centrales de la gestión del Partido de los Trabajadores, como los planes Bolsa Familia y Mi Casa. Pero describió un cuadro desolador de la economía, al decir que “Brasil vive hoy su peor crisis económica, son 11 millones de desempleados, inflación de dos dígitos, déficit (fiscal) de casi 100.000 millones de reales, recesión y una grave situación de la salud pública”.

Temer actuó rápido con las designaciones que esperaban los inversores, al nombrar al frente del Ministerio de Hacienda a Henrique Meirelles, a Eliseu Padilha en la Casa Civil (la Jefatura de Gabinete), Blairo Maggi en Agricultura y José Serra en Relaciones Exteriores, entre otros. Meirelles dijo que anunciará medidas económicas “en su debido momento”, sin dar más detalles.

Los mercados financieros ya habían descontado la agenda de Temer y ayer operaron cautos, sopesando también los riesgos políticos que tiene por delante el programa de la nueva administración, además de la incertidumbre sobre la economía global. Las acciones en la Bolsa de Sao Paulo operaron con ganancias en torno al 1%, mientras que el real cedió levemente a 3,48 por dólar.

 “Desde la perspectiva de los mercados (...) hay un riesgo claro de que Temer no alcance las altas expectativas de los inversores”, dijo Capital Economics. “En segundo lugar, es poco probable que las tasas de interés bajen tan rápido como prevén los mercados, en parte porque creemos que el ritmo de la consolidación fiscal será lento pero también porque cualquiera sea el próximo presidente del banco central deseará mostrar credenciales de que lucha contra la inflación”, agregó.

En el frente político, la consultora con sede en Londres mencionó tres aspectos que dificultarían a la nueva gestión: primero, la salida del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha -a instancias de la Corte Suprema- resta un jugador clave para la aprobación de las reformas. Segundo, la previsión de que el contraataque de Dilma y el Partido de los Trabajadores (PT) será “feroz”, incluso con posibles protestas. Tercero, muchos en la coalición de Temer están siendo investigados por el caso de corrupción en Petrobras.

“La joven democracia de Brasil es objeto de un golpe”, dijo por su parte Rousseff en un discurso frente a una multitud, cuando salió del Palacio de Planalto, la sede del gobierno. “Las fuerzas de la injusticia y la traición están sueltas por ahí, estoy lista para resistir por todos los medios legales (...) nos vamos a mantener unidos, movilizados y en paz”, clamó la ex presidente, mientras miles de militantes gritaban “Fora Temer”.

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