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La apuesta al peso

A diferencia del kirchnerismo, que buscó hacerlo por la fuerza, las nuevas autoridades del BCRA apuntan a lograr la pesificación usando las tasas de interés. En su ADN está implícito que la inflación es un fenómeno monetario. ¿Podrá lograr su objetivo?

04 mayo de 2016

Pesificar la economía es el principal instrumento del Gobierno para combatir la inflación. A diferencia del kirchnerismo, que buscó hacerlo por la fuerza, el nuevo BCRA apunta a lograrlo usando las tasas de interés. En su ADN está implícito que la inflación es un fenómeno monetario y para ello cree en la implementación de un esquema de metas de inflación. El objetivo final es que a partir de tasas de interés más altas que la inflación, los agentes apuesten al ahorro en pesos, se desarrolle el sistema financiero y con él, se extienda el crédito. En este esquema, el tipo de cambio juega un rol secundario apuntando a una política de flotación, por lo que la cotización de dólar podrá tener volatilidad sin provocar cambios abruptos en las expectativas. Si bien es una apuesta para el mediano plazo, en el corto plazo tiene costos muy elevados que debilitan políticamente al Gobierno, profundizando la caída del nivel de actividad y el malestar social. Es importante para el Gobierno mostrar resultados concretos cuanto antes para recuperar la iniciativa y disipar riesgos de gobernabilidad.Apostando a realizar el mayor desgaste en la primera etapa de gestión, el Gobierno avanzó reduciendo los desequilibrios macroeconómicos heredados. Tal como lo marcaba la agenda, el principal obstáculo era desactivar la bomba cambiaria. La liberalización del mercado y consecuente devaluación fueron medidas urgentes que permitieron estabilizar el frente externo. Así lo marcan los resultados del MULC del primer trimestre del año: tras registrar un déficit promedio de US$ 6.500 M en el tercer y cuarto trimestres del año pasado, entre enero y marzo se redujo a US$ 2.600 M. La mejora se explica por el repunte de 70% interanual de la liquidación de divisas del agro que más que compensaron la caída de los demás sectores, permitiendo mejorar el saldo comercial.

Como vemos, el saldo sigue siendo deficitario dado que los ingresos por exportaciones y por inversiones de no residentes no son suficientes para compensar la mayor demanda por importaciones, viajes y formación de activos externos de residentes (“la fuga”). Tras la salida del cepo, la fuga de residentes subió de US$ 600 M a US$ 1.500 M mensuales.

El Gobierno deberá trabajar, y muy fuerte, tanto para aumentar la oferta como para reducir la fuga sin el garrote de las restricciones. La buena noticia es que, desde marzo, en un contexto en el que ya estaba prácticamente todo acordado para que se llegue a un arreglo con holdouts y salir del default, los indicadores del mercado cambiario mejoraron con un saldo deficitario de US$ 550 M, la mitad al de los dos meses previos y el mejor resultado desde junio de 2015. La mejora vino por la moderación en la fuga de capitales, que se ubicó levemente por encima a US$ 1.100 M, confirmando la tendencia declinante desde los US$ 2.000 M alcanzados en diciembre, al tiempo que se redujo el rojo en la cuenta de viajes. El panorama se completa con una importante mejora en los ingresos por inversión de cartera (registró flujos netos por US$ 150 M, el mejor resultado desde junio de 2005) en tanto que, de la mano de la emisión de deuda de YPF, también se registraron ingresos netos por algo más de US$ 500 M por préstamos de no residentes.

Ante este contexto, el objetivo del BCRA es ?a fuerza de tasas de interés elevadas? limitar la salida de capitales y, con ello revertir, el saldo del balance cambiario. Sólo de esta forma se pueden generar las condiciones para una política de tipo de cambio flotante con cada vez menos intervención. Pese a las afirmaciones del presidente del BCRA relativas a incentivar la flotación del dólar, creemos que el mercado cambiario no está del todo estabilizado y sigue expuesto a un cambio en el contexto financiero global. Creemos que la política cambiaria apuntará a estabilizar el valor del dólar entre una banda inferior de $14 en tiempos de abundancia y un límite superior de $16 en un escenario de mayor demanda neta.

La estrategia del Gobierno es apostar a las tasas de interés positivas para fomentar el ahorro interno y reducirán la inflación. Si bien el actual tipo de cambio real no es suficiente como para esperar un salto exportador en todos los sectores de la economía, no esperamos nuevos shock de tipos de cambio. La disponibilidad de financiamiento externo permitirá compensar el déficit en la cuenta corriente, por lo que la competitividad de la economía estará dada por la calidad y cantidad de inversiones que reciba. El Gobierno sabe que necesita comenzar a mostrar resultados en el corto plazo pues, de lo contrario, el veranito de expectativas perderá sustento ante un escenario político más complicado.

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