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“El Gobierno perdió la iniciativa”

Entrevista a Manuel Mora y Araujo, Sociólogo.

13 mayo de 2016

Sociólogo, consultor, docente y analista político, Manuel Mora y Araujo establece para El Economista una radiografía de los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri, plantea algunos de sus déficits y señala el voluntarismo que observa en algunas declaraciones de sus funcionarios. En ese sentido, dice que Cambiemos todavía no tiene un plan de largo plazo y supone que esto contribuye a “enfriar” las expectativas iniciales de su gestión. “Es el primer gobierno de toda la historia argentina que no viene de una organización política nacional fuerte. Un Gobierno sin partido, de alguna manera”, sostiene.

¿En qué momento de su gobierno está Macri?

Hace un mes y media podía exhibir un acuerdo parlamentario importante respecto de los holdouts, hoy parece contrariado por una discusión que no estaba en su agenda. Sí, perdió la iniciativa frente a la oposición. Se le fue de las manos, es cierto. Eso que estaba ocurriendo y que parecía promisorio para el Gobierno dejó de ocurrir. Se armó un bloque opositor en el Congreso más homogéneo que no sabemos bien cómo puede continuar. No sé si durará, si logra mantenerse. Tengo mis dudas. De todas maneras, complicó al Gobierno. Y hay un clima de expectativas que parecen enfriarse. De ahí que hoy las cosas parezcan más complicadas.

Por lo pronto, parece muy atado a los acuerdos coyunturales, provisorios.

Todo está atravesado por el corto plazo.

¿Podrá establecer algún tipo de acuerdo de más largo aliento?

Tendrá que enunciar, primero, un plan de más largo plazo. Todavía no se sabe si los hay. La oposición tampoco los tiene. Y para coincidir a largo plazo hay que tener ideas de largo plazo. El presidente Macri no demostró hasta aquí que tenga algo parecido a eso. Por lo menos, no lo ha explicitado hasta hoy y no soy adivino. Me parece también que el suyo es un gabinete donde la capacidad de decisión está muy dispersa. Cuando no se tiene una cabeza y una estrategia definida el desgaste parece más rápido.

Y el Frente Renovador de Massa aparece como un aliado móvil y zigzagueante. Incluso, por su propia composición.

Sí, y tiene también sus problemitas internos. No es una fuerza, todavía, que pueda tener un peso gravitante para establecer ese acuerdo de largo plazo. Pero no es un problema de un partido en particular. También el empresariado es cortoplacista. Los sindicatos, también. Lo que sucedió estos días con la ley antidespidos es una muestra. Parece un juego para demostrar poder. Es un amague sin ningún efecto real posible.

¿Debe ser una preocupación para el Gobierno?

Debería serlo, ciertamente. Y espero que lo sea. Las expectativas se diluyen rápidamente si no es así.

¿Qué impacto puede tener el veto anunciado a la ley antidespidos?

Se habla mucho sobre ello en este momento. La ley va a salir y el veto, también. Y esto va a tener un desgaste, evidentemente. Política y sindicalmente, el rechazo va a ser importante. Lo lleva a un escenario de mayor conflictividad política y social.

Se dice que al Gobierno le falta mayor “densidad política”.¿Comparte?

Es el primer gobierno de toda la Historia Argentina que no viene de una organización política nacional fuerte. Un gobierno sin partido, de alguna manera. Emergente. Por otra parte, su gabinete es heterogéneo. Esto no es malo de por sí, ni mucho menos. Pero no veo que tenga mucha experiencia política. Algunos han hecho política en la Ciudad de Buenos Aires, que no es lo mismo. Y eso se nota.

El Gobierno apuesta sus fichas al segundo semestre. ¿Puede convertirse en contraproducente en tanto exceso de optimismo?

Es un exceso de voluntarismo. Está muy bien que lo tenga, pero si las cosas no se verifican es un problema, con su costo. Es más, el riesgo del voluntarismo es muy alto, porque se están haciendo pronósticos realmente audaces. Si se da como el Gobierno dice será fantástico.

Recién hablaba de un gobierno sin partido. ¿Qué evaluación hace de Cambiemos como coalición de Gobierno?

Es que no es una coalición de gobierno. El radicalismo tiene algunos ministros, nada más. Como partido no es parte del gobierno.

¿Qué puede pasar al interior del peronismo?

La impresión es que la reaparición de Cristina movió un poco el tablero. Sí, por supuesto. Cristina es la dirigente que tiene más atributos de líder dentro del partido. Ahora, su fracción de adherentes se fue reduciendo. El peso que tiene no es menor, pero tampoco es el de antes. Ella va a disputar ese liderazgo y me parece que, a la larga, no lo va a conseguir. Pero hoy no hay otro referente que pueda contrabalancearla suficientemente. Me inclino a pensar que el peronismo está más para responder a demandas más moderadas o menos confrontativas de la sociedad. Pero, mientras tanto, es lo que hay.

Los gobernadores, por caso, tuvieron hasta aquí otra dinámica y otra forma de relacionarse con el Gobierno.

Sí, es cierto. Pero también empiezan a pedir más. Por otra parte, cuando el clima general no es favorable al oficialismo, el peronismo en la oposición se radicaliza. Cuando el clima es más benévolo, intenta capitalizar eso a partir de otro tipo de actitudes.

¿Cree que el Gobierno va a poder revertir este cambio de expectativas?

Depende mucho de lo que suceda en términos económicos, fundamentalmente. Si la economía se reactiva, cambia todo. Si baja la inflación, las expectativas volverán a ser buenas. Pero no es el voluntarimos el que lo determine.

¿Cuáles son sus perspectivas en ese sentido?

Son dudosas. No está claro, porque no hay una política definida. No sabemos todavía cuál es la política inflacionaria. No sabemos todavía cuál es la política productiva. La reactivación va a depender de inversiones a las cuales se las llama con voluntarismo. “Por favor, muchachos, inviertan”, dicen. Y esto no es suficiente. No digo que no lo consiga. Lo que digo es que no resulta tan obvio.

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