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La política a la defensiva

Las políticas de compensación social arribaron a destino no antes de que la inundación inflacionaria anegara el territorio. Las bolsas de contención siempre son menos eficaces y mucho menos eficientes que la construcción de defensas antes de que llegue el agua. Gobernar es prever.

Carlos Leyba 29 abril de 2016

Por Carlos Leyba

Volvió Cristina. Es cierto que la trajo la Justicia. Pero ella volvió porque ocupó un lugar vigoroso en la escena política. Empañó el incipiente protagonismo de José Luis Gioja y Daniel Scioli y, por lo menos, los confinó a ser apenas un paréntesis a la espera de otras definiciones. La nota más clara es el disciplinado voto de los senadores a la ley que castiga los despidos que el Gobierno la ha convertido en una cuestión central a punto tal que está dispuesto a vetarla.

La cita judicial fue leída como un paso hacia la mani pulite gaucha. Error. Basta observar que la alharaca judicial procede de jueces que durante una década no analizaron una sola denuncia. Lo más razonable acerca de esto lo dijo la diputada Juliana Di Tullio, ex líder de la bancada kirchnerista. Sintetizó “esto es un show para la gilada”. Gracias por la confesión.

La gilada está integrada por aquellos que aspiran a que se conozca la verdad para que exista Justicia. Un caso emblemático es el de Ricardo Jaime, que confesó haber recibido dadivas. El dictó su condena: a confesión de parte, relevo de pruebas. No hizo falta la Justicia desentrañando la verdad. Se autocondenó.

Si alguien imaginaba que el conocimiento de la verdad y a partir de allí el combate a la corrupción sería el signo de la época ?como lo fue el Juicio a las Juntas Militares en tiempos de Raúl Alfonsín o el enjuiciamiento a todos los represores en tiempos de Néstor Kirchner? día tras día todo apunta a que, lo más probable, sea que esa imaginación es febril.

¿Son estos jueces o fiscales, habrá excepciones, los habilitados para esa revolución moralizante? ¿Cuál es la relación de muchos de ellos con el aparato del poder en todas sus ejes ¿Jueces y fiscales independientes de qué?

Con los días las noticias judiciales se habrán ido naturalizando y perdiendo dramatismo. Hay una clara estrategia de show y naturalización que encubre la ocupación por la verdad, y el entretanto permite borrar pruebas y diseñar defensas. El tiempo y el olvido sepultarán, lamentablemente, las energías reveladoras.

Mauricio Macri cerró la posibilidad de juicio político al juez Norberto Oyarbide, de la misma manera que antes lo hizo el Senado menemista ?en el que estaban muchos senadores de los últimos años? y luego el Consejo de la Magistratura de Néstor Kirchner. Menem, Kirchner y Macri tienen en común haber logrado que el juez Oyarbide no sea juzgado: ni condena y, peor, ocultamiento de la verdad.

¿A qué viene este lamento? Si el macrismo aspiraba a un telón de cobertura de la realidad económica y social, producido por las revelaciones de la lucha contra la corrupción, hay que aclarar que ese telón no cayó y que difícilmente caiga sobre el escenario.

Lo que confunde es que hay algunos tramoyistas que suben y bajan marionetas como para darle a entender al público inquieto que la obra está por comenzar.

Algunos más rápido, otros más despacio, irán desertando de la espera. Dejarán el teatro con la decepción de no ver la obra que estaban esperando. Pero al salir se encontrarán con la realidad de la calle. La economía y la sociedad cotidiana.

Los desafíos del cambio

Cambiemos recibió una economía enferma y una sociedad con respirador artificial. El macrismo no realizó un diagnóstico con la profundidad que la situación ameritaba. Y en ausencia del mismo transmitió que a partir de su llegada el enfermo estaba en sus manos. Tal vez porque, insólitamente, y a pesar de las notables evidencias en contrario, Macri dice creer que su equipo es el mejor de las últimas décadas. La primera evidencia de que no es así ha sido la incapacidad del equipo para formular un diagnóstico y exponer un rumbo con objetivos más o menos precisos. Sin ambas cosas a la vez es imposible formular una política con sentido. Sin diagnóstico y sin rumbo con objetivos, la consecuencia natural es la ausencia de diseño de una política y la inconsistencia de muchos instrumentos.

La realidad de estos cuatro meses es que tanto la enfermedad de la economía como la necesidad de respirador artificial para la sociedad se han agravado. La economía se mantiene en el estancamiento, la inflación crece y ?más allá de los artilugios estadísticos? el empleo se complica.

Cuatro meses no son todo un gobierno pero sí son el principio de un gobierno. Y a medida que el mismo avanza, aún si bajara al escenario el telón de la corrupción, como dijimos el público ya está en la calle a la espera de los resultados de la economía, y los escándalos pierden la capacidad alimentaria de la resistencia.

Inventariar la secuencia de las definiciones de política económica es una lección acerca del criterio del “paso a paso” que se ha impuesto, como en la era kirchnerista, también en esta administración.

Llegar tarde

El Presidente, ante la media sanción de la ley antidespidos, reacciona con un programa de viviendas para la creación de 200.000 puestos de trabajo. Estamos obligados a preguntarnos en qué pensaba la Fundación Pensar antes de asumir el Gobierno. Si lo habían pensado antes, ¿no podrían haberlo anunciado desde el primer momento? ¿Acaso ignoraban que el país tenía una colosal crisis de empleo como consecuencia de cuatro años de estancamiento en el empleo privado? Y a eso se le suman las dolencias del empleo en negro y de las ayudas sociales para sobrevivir. ¿Si eso no conforma una crisis de empleo, qué otra cosa la conformaría? Pues bien hizo falta un debate sobre la pérdida de los puestos de trabajo en estos cuatro meses y la evidencia de caídas en el empleo, para que ?ante la falta de reacción oficial? la oposición saliera a la cancha con la promoción de una política a la defensiva para enfrentar la ausencia de percepción de la realidad por parte del gobierno y consecuentemente. La ausencia de una política de ataque.

Este plan de viviendas está dentro del contexto de una política de ataque pero, desde el punto de vista de la previsión ?propia de un verdadero gobernante? llega tarde. Gobernar es prever.

Y si hay algo que caracteriza a esta gestión ?más allá del fracaso de la economía kirchenrista? es la ausencia de previsión. Está hasta ahora, y casi siempre, detrás de los hechos. ¿Cómo pudieron sucumbir a la dogmática del mercado único de cambios como primera medida poslevantamiento del cepo cuando eso implicaba la emisión contra nada de $70.000 millones, una tasa de interés al 38% y el inmediato montaje de un pedal financiero increíble?

¿Cómo pudieron hacerlo si ellos mismos habían denunciado penalmente el infame negocio del dólar futuro?

Con esa medida se pusieron detrás de los hechos. Dar lugar al dólar futuro los ha puesto en la tarea obligada de aplacar cualquier síntoma de reacción positiva en el nivel de actividad mediante el instrumento de la tasa de interés al que, además, utilizan como mecanismo para controlar el proceso inflacionario. ¿Es poca contradicción con el anuncio del plan de viviendas?

Son conscientes del proceso inflacionario que se ha acelerado como consecuencia de la necesaria reconstitución de un sistema más racional de precios relativos. Pero al mismo no le han encontrado ningún mecanismo de compensación para que no se convierta en un arma mortífera de la situación social. La UCA estimó un aumento de la pobreza para el primer trimestre. Pero se anuncia tasas de inflación de hasta el 8% para el mes de abril y hay indicios de agravamiento de la situación de los sectores mas postergados. Allí también llegaron tarde.

Las políticas de compensación social arribaron a destino no antes de que la inundación inflacionaria anegara el territorio. Las bolsas de contención siempre son menos eficaces y mucho menos eficientes que la construcción de defensas antes de que llegue el agua. Gobernar es prever.

El oficialismo tuvo un éxito político indiscutible al lograr la sanción de una ley que permitió pagar para casi salir del default. Y sin duda que ha despejado el territorio al encaminar las finanzas por ese andarivel. Pero la realidad previa al encaminamiento a la salida del default subsiste de la misma manera a la de los días previos. Y acerca de ella anuncian que volverán a anunciar en los próximos días un programa. ¿Cuatro meses?

En horas, la unificación del movimiento obrero hará sentir la profunda disconformidad de todos los sectores con la marcha del Gobierno. El desempleo es el peor adversario de cualquier gobierno.

La inflación y la inseguridad erosionan y achican, pero el desempleo, contado boca a boca, es la peor amenaza de la economía capitalista. Se puede llenar la canasta con distintos sistemas de reparto. Afectan primero la dignidad y no hacen feliz a nadie y además generan una creciente debilidad política. Un circulo vicioso de dependencia que acorta el horizonte de gobierno. El kirchnerismo lo practicó hasta el hartazgo. Y ese ciclo está fiscalmente agotado. El estancamiento en el empleo privado hay que contrastarlo con el crecimiento demográfico y entonces se pone en evidencia el fracaso del proceso de acumulación al que, hasta ahora, la única gestión gubernamental es anunciar “la llegada de las inversiones”.

Hay cuestiones elementales que, al igual que el kirchnerismo, este elenco parece ignorar. Gobernar es siempre prever. Y la previsión fundamental en una economía como la nuestra es la de preparar el terreno para las inversiones. ¿Qué inversiones? Las inversiones que acrecientan y transforman el aparato productivo. Esta simple evidencia no está en la agenda revelada por los funcionarios del Gobierno. Hasta ahora han logrado movilizaciones de las carteras financieras: mucho pedal. Eso no es bueno. Brilla y encandila, pero no ilumina. Y no hay una sola medida, más allá de la obvia apelación a la construcción financiada por el Gobierno, que suponga que la Argentina se ha tornado un mercado atractivo para invertir. Si alguna noticia hace falta colocar en Lebac le rinde el 38% pesos, ¿y en dólares?

Esta política a la defensiva ya la vivimos. Y nos fue mal. Cambiemos.

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