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La inflación núcleo es lo que importa

una desaceleración de la inflación núcleo permite anticipar un crecimiento menor de la inflación general en el segundo semestre

20 abril de 2016

(Columna de Esteban Arrieta y Diego Giacomini, economista y director, respectivamente, de Economía & Regiones)

La gestión del nuevo presidente será exitosa si y sólo si Argentina retorna al sendero del crecimiento perdido. El problema es que cuando una economía se sumerge en la estanflación, volver a crecer exige como pre condición bajar la inflación. Más lento se baje la inflación, más se tardará y menores chances habrá de volver a crecer rápido.

La buena noticia es que el nuevo BCRA no sólo hace un diagnóstico acertado del problema inflacionario concibiéndolo como un fenómeno estrictamente monetario, sino que BCRA está ejecutando muy bien su política monetaria. ¿Hay que esperar que la inflación se desplome rápidamente? Desgraciadamente, no. El problema es que el BCRA enfrenta obstáculos y restricciones que no sólo dificultan la ejecución de su política, sino que merman (en parte) su potencia y efectividad anti inflacionaria. Los retardos de la política monetaria son el primer y principal obstáculo. La otra restricción es la mochila financiera de las LEBACs, que no sólo dificulta la aplicación de la política monetaria, sino que siembra duda en relación a sus resultados futuros. Las LEBACs le ponen un piso muy elevado a la tasa, impactando negativamente en la inversión y en el consumo. También generan un potencial déficit cuasi fiscal futuro que alimenta expectativas de emisión e inflación, impidiendo que la presente inflación baje más rápido. En este marco, hay que entender que una inflación promedio anual de 35% y una interanual de 29% (diciembre) serán un logro.

Hasta ahora y como resultado de la acertada política del BCRA, el aumento del IPC E&R acumuló mucho menos que la suba del dólar. Sin embargo, en la Argentina actual inflación e incremento del IPC no son “lo mismo”. La inflación es el aumento permanente y sostenido del nivel general de precios. Por el contrario, los actuales incrementos del IPC están “maxi inflados” por subas “oneshot” de algunos pocos precios puntuales.

En este escenario, una correcta evaluación de la inflación exige prestar atención a la inflación núcleo, que no tiene en cuenta ni los precios administrados (tarifas servicios públicos y combustibles), ni los bienes estacionales (frutas y verduras). En este sentido, una desaceleración de la inflación núcleo permite anticipar una desaceleración de la inflación general en el segundo semestre.

En el primer trimestre del 2016, el IPC de CABA y el IPC E&R acumularon un aumento de 11,8% y 12,5%; respectivamente. Es decir, ambas mediciones reportan similares incrementos en el nivel general de precios. Sin embargo, no sucede los mismo con la medición de la inflación núcleo, para la cual la medición de E&R (7,0%) acumula un aumento de precios -4 p.p. inferior a la medición de CABA (11,0%).

A su vez, cabe resaltar que las mediciones de inflación núcleo de CABA y E&R no sólo se diferencian en el aumento de precios acumulados, sino también en el comportamiento de su trayectoria temporal. Mientras que en 2016 el IPC núcleo de E&R, que captura el 72% del total de precios relevados, tiene una trayectoria sostenidamente descendente bajando de 2,8% (enero) a 2,2% (febrero) y 1,8% (marzo); la inflación núcleo del IPC CABA tiene un comportamiento en forma de “V”: 4,1% (enero); 3,0% (febrero); 3,5% (marzo).

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