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Antes de pensar en un blanqueo, hay que modernizar el Estado

26 abril de 2016

Se estima que hay más de US$ 400.000 millones pertenecientes a residentes argentinos fugados en el exterior o fuera de los circuitos formales. No es poco. Es casi el 75% del PIB. Para atraerlos, antes de pensar en un “blanqueo”, puede ser útil analizar la característica de estos fondos. Según el Indec, US$ 225.000 millones corresponden a fondos declarados por los argentinos en el exterior mientras que, según estimaciones privadas, los ahorros no declarados ascenderían a los aproximadamente US$ 175.000 millones restantes. Es decir, hay más ahorros declarados que no declarados.

Esto tiene connotaciones muy importantes. Significa que el “blanqueo” no es la medida más efectiva para atraer los ahorros fugados. Los ahorros declarados que se fugaron lo hicieron porque no confían en las instituciones del país, debido al temor a que sus ahorros sean afectados, como ocurrió muchas veces en Argentina, por decisiones irracionales y discrecionales del Gobierno de turno, y por la elevada y fundamentalmente distorsiva presión impositiva.

En Argentina, los impuestos están multiplicados. Los tres niveles de gobierno cobran impuestos a las ventas y fijan imposiciones sobre los activos; hay impuesto a las ganancias y a los dividendos, solapados; hay impuestos al trabajo; a las transacciones financieras; a la renta presunta, y en algunas provincias a la herencia. Por eso es que los ahorros de los argentinos buscan destinos menos confiscatorios. Entonces, para atraer gran parte de los ahorros fugados se necesita una profunda reforma tributaria que se base en tres principios básicos: pocos impuestos, bajas alícuotas y bases imponibles ampliadas.

Recién con este contexto se puede pensar en un “blanqueo” para darle perdón fiscal a los que evadieron, que no es una buena señal porque es un castigo implícito a los que cumplieron. Aquí entonces se presenta un reto importante que es ser creíble en que este blanqueo será la última oportunidad. En suma, los argentinos fugan sus ahorros porque no confían en su Estado y por lo costoso que les resulta mantenerlo. Entonces, primero hay que modernizarlo. Lograr un Estado moderno, eficiente y sustentable requiere austeridad y profesionalismo en su gestión. El desafío no es menor dada la herencia de un sector público diezmado por grosera corrupción, la arbitrariedad en su manejo y la sobredotación de empleo público en beneficio de militantes, familiares y amigos. Reconstruir el Estado es la condición para que los argentinos usen sus ahorros para financiar proyectos productivos en el país.

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