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La devaluación y las Pymes

Una suba en el tipo de cambio provocará daños en la actividad productiva y comercial

14 diciembre de 2015

(Columna de Joel Vaisman, economista, profesor y empresario)

El consenso entre los analistas parece ser una inminente devaluación del peso. Las causas pueden ser varias: una tendencia decreciente en el nivel de reservas del BCRA, una inflación anualizada por encima del 25% y las propias expectativas de los agentes económicos ante una liberación en el tipo de cambio.

No existe, claramente, un número de equilibrio para la divisa verde, cada sector ?industrial, primario o servicios? podría necesitar distintas cotizaciones para sentirse aliviados. La preocupación existe, no únicamente por motivos especulativos o de protección a la inflación, sino porque la gran mayoría de las empresas tiene una gran parte de sus costos en dólares, y una repentina alteración cambiaria impactaría fuertemente en las políticas comerciales de las firmas.

Las Pymes, especialmente aquellas volcadas hacia el mercado interno, son las más vulnerables ante cambios en la política cambiaria. Una suba en el tipo de cambio, en una primera instancia, beneficiaría a los productores nacionales al encarecer los bienes importados. Sin embargo, la devaluación, tal como está nuestra economía hoy (inflación en 25%, bajo nivel de reservas y bajo o nulo crecimiento del PIB) es un arma de doble filo en el cortísimo plazo.

El capital de trabajo

Imaginémonos un escenario en el cual ocurre una suba repentina en el tipo de cambio. ¿Cómo impactaría en el día a día de una empresa? Lo primero que ocurriría es una alteración en el llamado capital de trabajo, esto es, los fondos que una empresa necesita para operar día a día. Principalmente, está conformado por tres rubros: los inventarios, las cuentas a cobrar y las cuentas a pagar.

Al ocurrir una devaluación, lo primero que acontecería es un freno en la política crediticia de las empresas: no se vendería prácticamente si no es al contado. Esto es porque todo lo que las firmas hayan vendido con anterioridad, y no haya sido cobrado (esto es, cuentas a cobrar), sufrirá un deterioro en cuanto a poder adquisitivo. Al estar las materias primas dolarizadas, lo que una empresa vende y no ha cobrado, no alcanzará, quizás, para reponer esa mercadería.

Ese mismo efecto ocurre con la contrapartida, pero al revés: las cuentas a pagar. Ese crédito a tasa cero que nos otorgan los proveedores ahora está desvalorizado producto, nuevamente, de la brusca devaluación de la moneda.

Lo que sería previsible, entonces, tras una suba en el dólar es lo siguiente: llamados varios entre proveedores y clientes para lograr, por un lado, que se cancelen inmediatamente las facturas pendientes de pago, y, por el otro, un pedido de entrega de nueva mercadería por parte del cliente para seguir operando. Son los famosos “días de caos” en el trabajo.

No existiría, entonces, precio, al menos por un par de días, hasta que las expectativas devaluatorias se frenen. Transacciones con remito y sin factura, a la espera de que los mercados se calmen. La necesidad por vender, impulsada por el requerimiento de tener que generar caja para pagar salarios y otras obligaciones, terminará regenerando las polí- ticas comerciales de las empresas. El temido ajuste, de esta forma, habrá terminado, para algunos, y recién iniciado, para otros.

Pérdidas inevitables

En el medio de esa dinámica, los resultados negativos por todo lo vendido en los días previos a la devaluación será imposibles de esquivar. Si a eso sumamos los días de incertidumbre (piense en toda la producción que no se realiza, todas las transacciones que no se consuman), tenemos una caída transitoria ?de días y/o semanas? en la actividad econó- mica. Recordemos: un ajuste siempre es un sistema de asignación de pérdidas.Si bien una actualización cambiaria es necesaria e inevitable, más imposibles de esquivar serán los costos a asumir. No será el Gobierno, entonces, el que ajuste, sino simplemente, la propia dinámica del mercado.

Para evitar nuevas situaciones de este estilo, será vital el accionar del nuevo equipo económico en bajar la inflación y mejorar el nivel de reservas para regenerar confianza en la moneda nacional.

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