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El traspaso a precios

La dinámica inflación-devaluación

18 diciembre de 2015

La devaluación ya es un hecho. Si bien se esperan fluctuaciones de mercado, y posiblemente una apreciación nominal a medida que se liquide la cosecha, la suba del valor del dólar será finalmente de, al menos, 30%. En ese escenario, lo que más debería preocupar a las autoridades es el traspaso a precios de esta suba, ya que si bien el objetivo de corto plazo es dejar de perder reservas, el de mediano plazo (según se mencionó) sería la necesidad de recobrar la competitividad.

El traslado inmediato no es lo que más preocupa. En ausencia de medidas, los precios podrían acelerarse bastante durante diciembre, y quizás enero. El gran interrogante, sin embargo, es cómo será la dinámica dólar-precios de ahí en más. Con fuertes liquidaciones y recuperación de reservas, en 2016 el dólar podría moverse por debajo de los precios durante algunos meses, intensificando la apreciación. Lo que definirá la dinámica nominal de la economía serán las decisiones del Banco Central cuando el tipo de cambio vuelva a retrasarse. Las correcciones cambiarias basadas en la inflación pasada podrían reavivar el fuego inflacionario, y siempre aparece la tentación de dejar apreciar un poco más.

La tesis de Federico Sturzenegger parece ser que aunque se corrija el tipo de cambio, si se evita la expansión monetaria resultante, la inflación cederá. Pero la confianza ciega en una relación automática entre emisión y precios involucra riesgos bien concretos: si falla, la actividad y el empleo sufrirán. Por supuesto, una recesión y un mayor desempleo son absolutamente funcionales a los objetivos de desinflación, ya que harían más cautas las remarcaciones y pondrían presión para moderar los aumentos de las paritarias.

Así, en ausencia de una recesión marcada y de una intervención concreta para moderar remarcaciones, el traslado a precios de la devaluación reciente puede ser elevado en un horizonte de 6 a 9 meses. La economía funciona en un nivel alto de actividad interna y con una recuperación del crecimiento en 2015 que rondaría el 2%, registra un desempleo que es el más bajo en un cuarto de siglo, posee instituciones paritarias fortalecidas durante la última década, y muestra tener expectativas de remarcación funcionando a tope.

Además, si bien los precios de los bienes afectados directamente por la suba del dólar (los exportables, incluyendo alimentos básicos) reaccionarán casi de inmediato, los servicios no le irán en zaga, ya que éstos reaccionan a los salarios, que a su  vez dependen de las negociaciones paritarias.

La devaluación no soluciona todos los dilemas, sino que pone en marcha nuevos desafíos, que lejos de descansar en los mecanismos de mercado requerirán de una activa intervención de la política económica.

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