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El BCRA contra el próximo Gobierno

El Banco Central condiciona la política monetaria de quien asuma el 10-D

13 noviembre de 2015

Con una base monetaria récord presionando sobre la inflación, el consenso de los economistas indica que el equipo económico del próximo Gobierno deberá llevar a cabo una política fiscal contractiva y una política monetaria astringente. Sin embargo, en la medida en que el Banco Central aumente su exposición en dólares a futuro, la libertad de acción para llevar adelante ese objetivo se reduce.

El esquema es el siguiente: el BCRA vende contratos de dólar futuro a precios por debajo del tipo de cambio esperado cualquiera sea el Gobierno que asuma. A marzo, por caso, vendió contratos a $10,80. Con ese tipo de cambio a cinco meses de ahora, la tasa implícita de devaluación anualizada que está reconociendo el BCRA es del 35%.

Aplicando esta estrategia, el BCRA busca contener las expectativas de devaluación, desincentivar el ahorro en dólares y estabilizar las tasas de interés. A fines de septiembre, el organismo reconocía una exposición de US$ 9.200 M en contratos a futuro y, según Federico Muñoz, de la consultora homónima, “teniendo en cuenta el muy fuerte aumento en octubre del interés abierto en ROFEX y MAE (los dos ámbitos en los que se negocian estos derivados), es probable que a fines de este mes su exposición haya trepado a unos US$ 14.000 millones”. Pero otras consultoras apuntan a una exposición aún mayor y hablan de US$ 18.800 M.

Como el mercado considera que es ineludible una devaluación, los dólares a futuro con valores bajos representan una buena oportunidad de inversión y, por eso, la demanda se activó rápidamente. Junto a los bonos dollar-linked, este instrumento es una forma accesible de protegerse frente a la evolución del tipo de cambio y conseguir un rendimiento atado a la expectativa de devaluación.

Pero, como contrapartida, una vez que se produzca la corrección del tipo de cambio nominal, el Banco Central se verá obligado a pagar, además del total contraído, la diferencia entre la cotización prevista en el contrato y el tipo de cambio que efectivamente se haya alcanzado. Si bien no habrá un impacto directo sobre reservas en tanto que se trata de contratos contraídos en pesos y pagaderos también en pesos de manera diaria, sí habrá un efecto sobre la política monetaria del organismo ya que, para cumplir con las obligaciones derivadas de los contratos, el Banco Central se verá forzado a una emisión monetaria que distintas consultoras estiman entre $30.000 M y $50.000 M.

Ante este escenario, el frente opositor Cambiemos denunció penalmente al titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, acusándolo de “defraudación contra la Administración Pública”. El argumento, esgrimido por el referente económico del espacio, Alfonso Prat-Gay, hace referencia precisamente a que esta maniobra tiene “una implicancia patrimonial muy grave” para el organismo ya que lo deja expuesto a cuantiosas pérdidas.

Si bien la causa sigue su curso en el Juzgado Federal 11, cuyo titular es Claudio Bonadío,el Banco Central ya acusó recibo y detuvo la maniobra e implementó medidas para desalentar la demanda. En lugar de ajustar al alza la curva de precios de los futuros, lo que hubiera desincentivado la demanda que precisamente existe hoy porque el valor que ofrece el BCRA es muy bajo, la respuesta vino a través de una nueva regulación emitida por la Comisión Nacional de Valores (CNV) y publicada por el Banco Central en la comunicación A-5822.

Según la nueva normativa, las operaciones nuevas concertadas para la venta de futuros de moneda locales deberán efectuarse con una garantía de 20%, lo que representa un incremento de 6 puntos porcentuales respecto de las operaciones anteriores, y los contratos solo se podrán suscribir mediante efectivo en moneda nacional y no por medio de títulos públicos, certificados de plazo fijo o Lebacs, como sí se podía hasta ahora. De este modo, el Banco Central busca reducir la demanda en tanto que para ingresar en el mercado de futuros no solo la garantía es más alta sino que hace falta desprenderse de liquidez, lo que puede convertirse en un factor que desincentive la apuesta por este instrumento.

Las disposiciones recientes y la creciente exposición del organismo en el mercado de futuros dejan en evidencia el dilema del BCRA, que se debate entre bajar las expectativas de devaluación ofreciendo valores a futuro con una tasa implícita de devaluación por debajo de la tasa esperada y, por el otro lado, desalentar la gran demanda que provoca para alejar las sombras de la denuncia penal y evitar una desprotección del organismo a futuro.

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