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El contexto global

Aumenta los desafíos del frente interno

25 septiembre de 2015

(Columna de Juan Pablo Ronderos, Gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb)

Uno de los temas obligados de la agenda económica de las últimas semanas ha sido, sin dudas, el mundo. A un escenario internacional ya de por sí enrarecido y en deterioro en términos del impacto sobre el mercado interno, especialmente por las noticias desde Brasil, se sumaron aquellas provenientes de China de la mano de la “explosión” de lo que todo parece indicar era una burbuja especulativa bursátil y de la devaluación sorpresiva de su moneda.

Si bien en el corto plazo esta situación global no haría descarrilar la economía argentina y solamente aportaría más ruido al que ya existe , el nuevo contexto externo sí ha instalado con fuerza un caudal de dudas respecto de las condiciones en las que se tendrá que llevar adelante la transición local desde una economía repleta de desequilibrios a otra más sustentable. Además de la incertidumbre que causa respecto de las condiciones estructurales para el nuevo ciclo local, que deberá tener a la inversión como motor de crecimiento.

A priori parece necesario separar los potenciales efectos en tres dimensiones. Por un lado, seguramente este ruido amplifique la volatilidad interna hasta diciembre de este año, en un marco ya de por sí incierto debido a la profundización de los desequilibrios macroeconómicos y al clima electoral, pero no generará una situación de estrés que no permita llegar al traspaso del bastón presidencial bajo condiciones medianamente estables, entendiendo estabilidad a una situación como la actual. Hasta el momento, no hicieron más que sumar más leña al fuego al escenario local, donde desde mediados de junio se ha perdido parte de la calma que caracterizó a la economía de la felicidad de la primera mitad del año. Y seguramente nos enfrentemos a una continuidad en este sentido.

Más importante parecería ser el efecto que este nuevo contexto global puede tener sobre la economía argentina con miras al año que viene. Un mundo con menor demanda de nuestros productos ?industriales por el efecto Brasil, y commodities por el efecto China y demás emergentes?, con menores precios de los mismos, con monedas de nuestros socios comerciales en niveles muy bajos que ponen presión sobre una competitividad ya dañada, con menor predisposición a invertir en mercados emergentes ?con efecto sobre la disponibilidad y el precio del endeudamiento?, no luce como el mejor de los escenarios para llevar adelante la corrección macroeconómica y sectorial que la economía argentina demanda para retornar a una senda de crecimiento sustentable. La próxima administración tendrá una presión extra sobre sus espaldas para llevar adelante esta tarea.

Una de las grandes apuestas de los equipos técnicos de los principales candidatos es la reapertura de los mercados internacionales para conseguir el financiamiento que permita implementar estas correcciones de manera gradual. La otra es que luego de sentar las bases macroeconómicas y sectoriales para una economía más estable y previsible, sea la inversión la que lidere la recuperación, primero y el crecimiento pleno, luego. Pero en un contexto externo como el que comienza a delinearse para el año próximo, ambas apuestas pueden ser riesgosas. O al menos exigirán un esfuerzo mayor al que se necesitaba unos meses atrás, en el que el mundo no lucía tan volátil.

En este sentido, habrá que dar más previsibilidad, y ser más contundentes en las señales y en las medidas a implementar para conseguir que los capitales vuelvan a confiar en Argentina. Cuanto mayor sea el deterioro externo, mayor deberá ser el compromiso interno, lo que puede poner a prueba la estrategia del próximo Presidente en materia de estilos y velocidad de los cambios, por sus repercusiones sociales y políticas internas. Y pondrán más que nunca en el tapete sus capacidades técnicas, de gestión y políticas.

La tercera dimensión del impacto potencial del deterioro del contexto global tiene que ver con los efectos posibles sobre las condiciones estructurales que afecten a todo el ciclo económico que se abre en 2016. En Argentina existen múltiples proyectos cuya tasa de retorno es muy alta y que sólo están esperando por mejores condiciones locales para la inversión y acceso al financiamiento. No sólo en aquellos sectores que a esta altura son reconocidos como energía, minería, agroindustria o infraestructura, sino también en otros que son parte de los eslabonamientos alrededor de estos mismos u otros vinculados a la innovación.

Pero para que estos proyectos se vuelvan una realidad y empujen el crecimiento en la próxima década necesitan de precios internacionales favorables, demanda por los productos a exportar, bajos costos de financiamiento por grandes montos, etcétera. Justamente, lo que se está poniendo en duda en el mundo en la actualidad. Por el momento el escenario proyectado es estructuralmente positivo para Argentina en la próxima década, con todos los indicadores en niveles históricamente favorables. Pero será una variable que habrá que examinar. En especial porque mayores dudas en esta dimensión pueden alimentar los problemas para 2016, y también impactar de manera más contundente a la economía local en lo que queda del año, siendo las expectativas el puente directo entre las tres dimensiones.

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