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Showmatch y Carta Abierta

La farandulización de la política y la destrucción de los partidos

03 junio de 2015

(Columna de Carlos Leyba)

Los datos oficiales de la economía (del Indec o “Indeclandia” como la llamaba todas las mañanas Víctor Hugo Morales) señalan el largo estancamiento y los no oficiales anotan la larga inflación. A pesar de esa suma, CFK los festejó como éxitos. No es la única.

Basta mirar los carteles de propaganda colocados en la autopista Panamericana para certificar que no sólo CFK , sino que todos los candidatos que tienen plata para la campaña política, tambien miran para otro lado. Lo resumen en su propia cara en las gigantografias ruteras. El photoshop es una traducción del mejor perfil.

Pero igual a la traducción tratan de mejorarla con una breve frase. Ellos suponen que esas frases son impactantes y sugerentes: síntesis de su mapa de ruta que es su oferta de conducción.

Todas esas frases son obra de asesores en marketing, en general importados. En este campo no hay sustitución de importaciones. Nada de eso es gratis. Mucha plata. ¿Poderosas ideas? Veamos.

Las frases de la cartelería politica, en la Panamericana, son un condensado de sabiduría política. O, por lo menos, el concentrado de la sabiduría que han alcanzado los candidatos. Atención.

Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas, enormes recursos económicos y poder político, goza de una simpática juventud; es oficialista de paladar negro. Su prédica, ingeniosa, desafiante, esclarecedora, programática, al menos para él, se sintetiza con esta frase: “Podemos estar mejor”.

Siendo que quien la pronuncia es “oficialista”, el “podemos estar mejor” en realidad suena a autodenuncia. ¿Si podemos estar mejor porque no lo hicimos o porque no lo estamos haciendo?

Cuando habla CFK dice, advierte y amenaza: ¡Cuidado no vote a la oposición porque con ella “podemos estar peor”! Cristina refiere a los opositores, a los que señala carentes de ideas, como decididos a reducir el nivel de actividad económica, los salarios, el empleo, las jubilaciones y a quitar los planes sociales. Dice, finalmente, entregarán el timón de la economía a los buitres.

Después de escuchar a CFK, la frase “podemos estar mejor” es, en realidad, una crítica al Gobierno y una confesión de que no se hahecho todo lo que se podía hacer.

Y si no es eso, entonces, la frase es una obviedad. Y lo obvio no es un mensaje. En realidad al oficialismo le queda mucho mejor azuzar el miedo y el podemos estar peor. Claro que eso también reconoce que no estamos bien. ¿Entonces? Complicado.

Consuelo. Los opositores transitan el mismo camino. Por ejemplo, el principal opositor, Mauricio Macri, también con enorme recursos, sintetiza su mensaje con una pregunta también desafiante, esclarecedora, programática y seguro, también, resultado de un profundo debate. Ahí va. Dice el opositor estrella: ¿Quién dice que no se puede? Complicado. ¿Qué es lo que no se puede? No lo dice.

Pero, atención, el oficialista dice que “podemos estar mejor”. Es decir, se puede. Los oficialistas no son los que dicen que no se puede.

Entonces, ¿en quién piensa el principal opositor cuando pregunta quién dice que no se puede? ¿De quién se diferencia cuándo dice que se puede? ¿No se puede o se puede qué?

Hasta ahora oficialistas y opositores, con estos carteles, transitan por la ruta del vacío. Para que el ricachón opositor lo sepa: los otros opositores no dicen que no se puede. ¿Entonces?

Por ejemplo los opositores que van detrás de él, proponen consignas contundentes. Fuertes. Iluminadoras. Plenas de voluntad. De valor.

Darío Giustozzi, cuando fungía como número dos del massismo, nos decía: “Yo quiero lo mismo que vos”. ¿Qué tal? Una síntesis programática. Yo ? quiero ? lo mismo ? que vos. ¿Una de mozzarela? ¿O todavía es temprano? Digo, porque el candidato no puede querer, en el sentido de demandar, lo que seguro ya tiene, es decir, trabajo, profesión, auto, casa, familia. Debe querer cosas que, en ese momento, cuando le sacaron la foto, no tenía. Un vinito. No sé. Una remera. Decir “Yo quiero lo mismo que vos”, ¿tiene algun sentido? Tal vez se me escapa. Pero unos metros después aclara y obscurece, nos dice: “Yo quiero que vivamos mejor”. No está mal. ¿Quién puede proponer “No quiero que vivamos mejor”?

Otro de los candidatos, Jesus Cataldo Cariglino, resume “Gestion y coraje”. ¿Coraje para enfrentar qué? Ponga lo que quiera. Una caja vacía. Servite.

Este “servite lo que quieras que te lo doy” es la síntesis de la ausencia de propuestas. Es que la política ha decidido ofrecerse de herramienta de lo que venga. Los políticos, K o anti K, con alguna probabilidad de ganar no han sido capaces de proponer más que generalidades y ponerse al servicio de las ganas de la encuesta.

No soy del todo justo. Hay, en la ruta del entusiasmo hacia el poder, candidatos soñadores. Acero Calí, candidato de Daniel Scioli, dice “Mi sueño es que cumplas el tuyo”. Aladino. Frotame (o votame) quiero que tengas lo que quieras. Daniel Scioli.

Su opositor, Florencio Randazzo, no se queda atrás y dice “El desafío es seguir transformando”. ¿Qué? Suponemos que si algo fue transformado, seguir transformando no ha de referirse a la misma cosa sino a otra. En ese caso es imprescindible aclarar qué transformaste y qué querés transformar. Porque seguir transformando lo mismo implica “tejer y destejer, destransformar y transformar” como Penelope, símbolo de la fidelidad que, justamente, Randazzo pretende transmitir. Seguir. Fiel.

Hay más. Oficialistas como Agustín Rossi que sólo dicen: “Continuar”. Y opositores como Ernesto Sanz enigmáticamente dice: “El poder de la unión”.

El mensaje y las ideas

Muchachos, ¿qué es la política? Mínimo, tratar de tener ideas claras para, desde el Estado, construir la Nación y transmitirlo. Ninguna de esas frases sugiere algo parecido a una idea o al intento de tenerla, y mucho menos una orientación para construir la Nación.

El Episcopado, conocedor de la realidad social por su presencia capilar a lo largo y ancho de todo el país, alarmado por el narcotrafico, la pobreza, la degradación del sistema educativo, la inseguridad y la violencia cotidiana, le ha reclamado a la política, al Gobierno y a la oposición, que abandonen el camino que los está llevando, a toda velocidad, a la farandulización en la ruta del vacío.

Farandulización que es, por desgracia, electoralmente rentable. Lo es desde que la política abandonó la misión pedagogica de todo liderazgo decente.

Estamos convirtiendo a la política en marketing para llegar al poder. Pero desgraciadamente al poder como sustantivo. Se ha convertido al poder en el lugar donde se realizan sueños personales y no colectivos. En esto está la raíz de la farandulización de la política y la destrucción de los partidos, cuya razón de existir era la formulación de programas, de ideas claras, para construir la Nación.

Es que la farandulización de la política no es la presencia de la política en el negocio exitoso de Marcelo Tinelli y sus socios que, en la práctica, van desde Cristóbal López ?que viene a ser Cristina o el oficialismo? hasta Héctor Magnetto ?que es Clarín o viene a ser la pantalla opositora?. No. La farandulización verdadera es que la polí- tica sea sólo marketing sin una sola idea que valga la pena discutir.

“Podemos estar mejor”. “¿Quién dice que no se puede?”. “Yo quiero lo mismo que vos”. “Yo quiero que vivamos mejor”. “Gestión y coraje”. “Mi sueño es que cumplas el tuyo”. “El desafío es seguir transformando”. “Continuar”. “El poder de la unión”. ¿Qué le parece?

No ha sido farandulización la presencia de los tres principales candidatos en el escenario de Showmatch, haciendo piruetas para agradar. Más bien la farandulización ha sido la consecuencia de la inconsistencia y la falta de contenido de las propuestas de esos candidatos que, hasta ahora, no van más allá de las frases de los carteles comentados.

Tampoco ha sido farandulización la difundida presencia de Florencio Randazzo en el escenario de Carta Abierta burlándose de su competidor, a la manera de Tinelli, y haciéndose el gracioso entre un grupo de tipos a quienes les gusta que los llamen “intelectuales”. Más bien, la farandulización actoral de Randazzo, en la práctica, ha sido la consecuencia de la fatal ausencia de conciencia y militancia crítica de aquellos que, riéndose de la desgracia ajena, nunca se animaron a señalar errores y alternativas que, en cualquier escenario histórico, son alimento del progreso que habitualmente elaboran los intelectuales con cré- dito para que así los llamen. Claramente no es este el caso.

No es ni Tinelli, ni la burla de Randazzo la farandulización de la política. Es la ausencia de contenido de los mensajes políticos más la ausencia de pensamiento crítico de los autodenominados intelectuales.

La farandulización de la política es la incapacidad de pensar el país, de ofrecer un proyecto y una respuesta a la enormidad de los problemas que nos atrasan. No es sólo la macro de la inflación y el estancamiento de cuatro años, la fuga de capitales y la ausencia de inversión. Es que uno de cada cuatro argentinos, como mí- nimo, es pobre. Y lo es desde hace muchos años. Y peor, el Estado se confiesa incapaz de medirlo y asumirlo.

Estamos en un escenario de la política en que los problemas se niegan. Y nos proponen hablar de otra cosa: eso es farandulización en Showmatch y en Carta Abierta.

La política se enfermó de marketing y de encuestadores por ausencia de auténticos liderazgos. La estupidez de los carteles comentados es una muestra de dónde hemos llegado; y la burla es lo mismo, pero en video.

La negación de la realidad es una enfermedad del oficialismo cercana a la enajenación. Pero la incapacidad de pensar, diseñar, proponer el futuro es la enfermedad de la oposición. Y la ausencia de sueños también es un desatino.

Reconocer la enajenación y el desatino, es la única manera de curarnos de la farandulización que oscila entre el público de Showmatch y el de Carta Abierta, entre Canal 13 y la Biblioteca Nacional.

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