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Scioli se fortalece

Se mueve el tablero político y económico

21 mayo de 2015

Daniel Scioli está cada día más cerca de ser el candidato del FpV. Finalmente, tras infinitas especulaciones y ríos de tinta derramados, lo dejarán jugar en las PASO y algunos kirchneristas, incluso, lo apoyarán. Ese siempre fue su objetivo: que no lo incineren políticamente y que lo dejaran jugar. El sabía que tenía que llegar porque se sabía, y se sabe, ganador. Y las encuestas lo ratifican. Todas coinciden en que sería el dirigente más votado si las elecciones fueran hoy. Lo mira desde (muy) lejos su único rival en las PASO: Florencio Randazzo. Si gana las PASO, como es probable, todo el FpV se encolumnaría, por convicción o resignación (poco importa pues los votos valen lo mismo), detrás de él. Si no median cisnes negros, el 25 de octubre Scioli será el candidato del FpV. Scioli arrancaría su carrera hacia la Presidencia con un piso de 30- 32%. Nada mal. Es el piso histórico del FpV. En rigor, del peronismo. Si a esos 30-32 puntos se le suman los que pueda aportar él desde otros sectores del electorado, podría acercarse al 40% de los votos el 25 de octubre. Si quien lo secunde, presumiblemente Mauricio Macri, no supera el 30%, y Scioli efectivamente supera el 40%, se convertirá en el próximo Presidente gracias a la generosa reforma del '94. Es una hipótesis cada vez más comentada y, por ende, atendible. La economía, contrariamente a lo que se creía tras el ajuste devaluatorio y el desborde inflacionario de 2014, juega a su favor ahora. “Al calor de la pax cambiaria, el Gobierno transita más relajado sus últimos meses en la gestión. Inclusive, merced a la distensión financiera, el kirchnerismo se permite ilusionarse con seguir ocupando espacios de poder en 2016, al amparo de una cada vez más probable presidencia sciolista”, sostiene el consultor Federico Muñoz en su último informe. Tras el cierre de las paritarias y la actualización de las transferencias monetarias por parte del Estado, cada vez más voluminosas, habría cierto repunte del consumo privado justo en los meses electorales. Las dos variables clave para la percepción del gran público sobre la marcha de la economía (empleo y dólar) están mucho menos volátiles que en 2014, y eso constituye una gran noticia para quienes corran con la bandera de la continuidad. La gran pregunta es cómo gravitará esta tendencia, en caso de ir ganando fuerza, sobre la economía. ¿Los animal spirits, que en los últimos semestres habían apostado fuerte a la llegada de un Gobierno más market-friendly a partir del 10- D, se revertirán? ¿O Scioli es una buena opción para los agentes económicos? Habrá que seguir de cerca sus señales para saber cómo podría ser un eventual Gobierno capitaneado por él y cómo impacta sobre las expectativas económicas. Las perspectivas de una normalización macro en 2016 y un cambio en la política económica serían mucho más graduales con Scioli que con Massa y/o Macri. ¿Habrá una toma de ganancias en el MerVal? ¿Cómo reaccionarán los mercados ante la creciente perspectiva de que "Axel" sigue conduciendo el MEcon? ¿Qué pasará con el precio de los activos locales? ¿Se acentuará la dolarización de carteras? ¿Qué harán los holdouts ante la creciente posibilidad de una continuidad kirchnerista? Las preguntas son muchas. Las respuestas, por ahora, pocas. El impacto también se siente en el mundo político. El desgastado Frente Renovador (FR) redobló sus pedidos para hacer una gran PASO opositora para presentarle una opción más competitiva al FpV en octubre. Si van separados los dos principales bloques opositores, aseveran cada vez con mayor volumen desde el massismo, aumentan las posibilidades de que Scioli saque una diferencia de más de 10 puntos en octubre. Por ahora, esas negociaciones no han prosperado. Y si alguna de las dos partes no cede, la prognosis no es buena. La renuencia del PRO y la UCR se basa en la creencia de que ese tándem se convertirá en el receptor de los votos massistas en octubre, sino antes, permitiéndole superar el 30% en esa instancia y forzando, así, una segunda vuelta en la que, creen, se impondrá la voluntad mayoritaria de cambio que hay en la sociedad.

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