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La sustitución que no fue

Pese al ajuste del nivel de actividad, la balanza comercial de la industria continúa siendo deficitaria

13 mayo de 2015

La industria no repunta y difícilmente lo pueda hacer en el actual contexto de política económica. La decisión del Gobierno de priorizar la estabilidad cambiaria y monetaria por sobre el nivel de actividad le quita posibilidades de recuperación a la producción que viene en caída desde 2011. A pesar de la recuperación reciente de las reservas internacionales, el sector padece la falta de divisas producto del fuerte deterioro que tuvieron las cuentas externas en los últimos años. Al ser un sector estructuralmente deficitario en materia de divisas, la menor producción industrial es una buena noticia para la pax cambiaria pero muy mala para el empleo y el nivel de actividad.

Concretamente, durante el primer trimestre la producción industrial continuó en baja y mostró una caída del orden del 2%. Si bien el sector automotriz es el que presenta la peor performance, el pobre desempeño industrial es generalizado en todas las ramas. Este resultado confirma la tendencia declinante que viene mostrando la actividad desde 2011: tras crecer a un ritmo promedio de 6% entre 2007 y 2011, entre 2012 y 2014 cayó a razón de 1% año, tendencia que repetiría en 2015, en el que estimamos una caída del orden de 2%. En este contexto, el ajuste de la producción se nota en el empleo: en los primeros tres meses del año el empleo industrial cayó 2% y acumula una merma del 4% desde mediados de 2011.

Pero todo tiene un lado positivo. Si bien el Gobierno “reniega” de los que quieren el ajuste, el freno industrial alivia la tarea del BCRA de cuidar la caja en dólares y continuar así con la estabilidad cambiaria. Esto es porque la industria es el principal demandante neto de divisas, dado su saldo comercial es deficitario. De hecho, en plena expansión de la actividad industrial el déficit comercial del sector subió de US$ 20.000 M en 2007 a US$ 28.000 M en 2011.

Desde entonces, a pesar de la caída que tuvieron las importaciones por el ajuste en la actividad, las exportaciones del sector siguieron en mismo camino, por lo que en 2014 el déficit del sector se redujo apenas US$ 4.000 M hasta US$ 24.000 M. Analizando el déficit por rama de actividad, se destaca que el peor resultado se lo lleva la industria electrónica, con un rojo que el año pasado llegó a US$ 15.000 M. le siguen la industria química con un saldo negativo de US$ 4.000 M y, en menor medida, la industria automotriz con un déficit de US$ 1.500 M (vale destacar que en los últimos dos años logró achicarlo a la mitad).

A diferencia de otros períodos de ajuste, el ahorro de divisas que genera la menor producción industrial es cada vez menor, lo cual es un indicador más de la falta de competitividad que tiene el sector, producto del atraso cambiario. Peor aún, midiendo el déficit de la balanza comercial industrial respecto al PIB industrial, notamos que el mismo alcanzó 37%, el peor resultado de las últimas dos décadas.

Revertir el saldo comercial del sector industrial no es simple, tampoco es necesario. El problema fue que entre 2002 y 2011 Argentina gozó de un shock de términos de intercambio que, ayudado por la revalorización de las monedas de nuestros socios comerciales producto de un ciclo de dólar débil, permitió un salto de las exportaciones. En este contexto, el superávit comercial del sector agrícola fue lo suficientemente elevado para financiar el creciente desequilibrio externo de la industria y del sector energético, además de la salida de capitales neta del sector privado. Con el cambio de ciclo global del dólar y los precios de las materias primas de fines de 2011 (proceso que se agudizó en el último trimestre del año pasado), los problemas estructurales del país quedaron expuestos: con las exportaciones del agro en baja, sin financiamiento externo y sin ajuste de precios relativos, el único mecanismo de “defensa” de las reservas del Banco Central es el ajuste en el nivel de actividad.

En este contexto, la agenda de la sucesión se sigue cargando. Con una inflación que no baja del 25%, aún contenida por el atraso cambiario y congelamiento de tarifas, recomponer la competitividad del sector con sólo un ajuste de tipo de cambio es sumamente difícil, más aún considerando que el próximo Gobierno no contaría con mayoría plena. Así, para evitar el típico ajuste del sector externo, poner punto final al conflicto con los holdouts y agilizar el ingreso de financiamiento externo es una condición necesaria para retomar la agenda del crecimiento.

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