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El mundo todavía no avanza en una solución al problema de fondo

Deflación o retorno a los desbalances parecen las únicas a futuro

04 marzo de 2015

(Columna de Ramiro Albrieu, economista e investigador del CEDES)

Uno de los factores detrás de la crisis internacional iniciada en 2008 fueron los desbalances globales, es decir, la distribución a lo largo de las principales economías de patrones de frugalidad y sobreconsumo (Japón, China, Alemania y los países petroleros en el primer grupo, Estados Unidos y buena parte del Europa en el segundo), que luego resultaron insostenibles.

Mucho ha pasado desde el comienzo de la crisis, y nuevas complicaciones se sumaron a las iniciales. Sin embargo, en el centro de los dilemas actuales se encuentra un nudo que no se ha desatado: los países frugales siguen siendo frugales y no aparecen fuentes alternativas de demanda de las preexistentes antes de la crisis. La deflación generalizada o el sobreconsumo en países ya endeudados parecen ser las opciones más factibles, pero que para nada apuntan a una resolución del problema que nos trajo hasta aquí.

En efecto, en China el rebalanceo hacia el consumo parece haber comenzado, pero a una escala que no guarda relación con las necesidades de la economía global. De hecho, para no perder impulso de crecimiento en el año que acaba de comenzar, no debe descartarse un cambio de estrategia, orientado a depreciar el yuan. Alemania tampoco tomó nota de las necesidades globales: su superávit de cuenta corriente de hecho creció en la etapa poscrisis (de 5,7% del PIB a 6,4%) y parece haber señales de ajuste en puerta. Y Japón, a pesar de los esfuerzos de la Abenomics, sigue exportando deflación al mundo.

Del otro lado, aparecieron países que cambiaron sobreconsumo por frugalidad. Nos referimos, por supuesto, a la Europa periférica. Allí, Italia, España, Portugal e incluso Grecia se movieron al superávit de cuenta corriente. Pero detrás de este movimiento no hay un boom exportador, sino principalmente una contracción de las importaciones, asociada a su vez a las fuerzas recesivas dominantes en esos países. Por allí entonces no aparecerá demanda global, pero sí más deflación.

Queda Estados Unidos. El país norteamericano sorprendió a todos con su alto crecimiento, y para 2015 se esperan tasas incluso más altas. Desde el punto de vista de lo que estamos discutiendo, este desempeño engendra un problema: se basó en la expansión del consumo y la inversión; de hecho las exportaciones netas aportaron negativamente al crecimiento. Dicho de otra manera, si Estados Unidos crece, por ahora lo hace a costa de profundizar su desbalance externo.

Estas tensiones se verán claramente en el transcurso de 2015, y confluyen en lo que muy probablemente será uno de los temas calientes del año: la guerra de monedas. En un contexto de insuficiencia de demanda global, las políticas de “empobrecer al vecino”, que se recrudecieron en los últimos meses, seguramente se profundizarán en el futuro inmediato. El comportamiento de la Fed, avanzando con timidez en la normalización monetaria a pesar de la recuperación del nivel de actividad, solo puede entenderse en este contexto.

Pueden aparecer también otros actores, básicamente del mundo emergente, con hojas de balance más oxigenadas y que operen como fuentes de demanda global. India, por supuesto, es candidata natural. Pero la capacidad de éstas para absorber los excedentes globales es muy baja. Para fijar ideas, considérese que el déficit de cuenta corriente de India en términos absolutos es menos de un décimo del déficit de Estados Unidos y un sexto del superávit de Alemania o de China. Sin un cambio de conducta de los actores principales, deflación o retorno a los desbalances previos a 2008 parecen ser las únicas opciones viables en el futuro cercano.

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