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2016: ¿primer año sin populismo?

Es tarea de los precandidatos explicar cómo piensan revertir el cuadro económico actual

05 marzo de 2015

(Columna de Héctor Rubini, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la Universidad del Salvador)

El decepcionante comportamiento de la economía argentina en 2014 no sorprendió a nadie. Es la coronación del uso y abuso de varios instrumentos de política: a) una presión impositiva que no deja de batir records históricos, b) un rampante gasto público que no logre financiarse con la recaudación impositiva, aun con una presión tributaria récord histórica, c) restricciones a las importaciones y cupos a ciertas exportaciones, y d) el “cepo cambiario”. Asistimos así al cierre de una etapa de casi quince años de crecientes costos de transacciones, y políticas macroeconómicas y sectoriales discrecionales cuyos resultados están lejos de ser un rotundo éxito.

Han mejorado, por cierto, los ingresos y la calidad de vida de amplios sectores de la población. Pero también es visible que los recursos para sostener esas políticas dejaron de crecer. Si ese total se contrae, la conflictividad por el reparto aumenta, y tiende a debilitar los grados de libertad del Estado para sustituir a la iniciativa privada en la asignación de recursos y a los mecanismos de mercado en la distribución de la renta. El actual “modelo” entró en una dinámica algo riesgosa.

Analizando las fases recesivas y expansivas y los componentes de la demanda agregada para el período 2004-2014, los datos indican lo siguiente:

Los períodos expansivos tienden a durar cada vez más tiempo, y con tasas de crecimiento trimestral cada vez menores.

La fase expansiva entre el 2° trimestre de 2012 y el 3° de 2013 es la única en que las exportaciones de bienes y servicios crecieron menos que el PIB (efecto directo del “cepo cambiario” y las restricciones al comercio exterior): apenas 0,4% por trimestre.

De las tres fases recesivas, en la única en que el consumo privado tuvo tasas de crecimiento trimestral promedio negativas fue entre el tercer trimestre de 2013 y el 4° de 2014.

En las fases recesivas cayeron todos los agregados macroeconómicos, excepto el consumo del sector público que no dejó de crecer en todos los períodos, recesivos y no recesivos.

En cuanto a las fases expansivas, el crecimiento trimestral promedio más bajo de la inversión se observó en la última, entre el 2° trimestre de 2012 y el 3° de 2013. El mismo no pudo revertir la caída promedio de 5,7% por trimestre entre el 4° trimestre de 2011 y el 2° de 2012, y le siguió una nueva baja a razón de 1,1% promedio por trimestre entre el tercer trimestre de 2013 y el 4° de 2014.

A su vez, si se comparan punta a punta los datos oficiales desestacionalizados al tercer trimestre de 2014 con los del 1ra de 2004, resulta que el PIB real acumuló un crecimiento de 65,6%, la inversión bruta fija de 100,6%, y el consumo público y el privado exhiben la misma tasa de crecimiento: 84,3%. Ciertamente esto refleja, que el gran impulso de la inversión bruta fija llegó hasta el cuarto trimestre de 2011, el del inicio del cepo cambiario. A partir de entonces, comenzó la actual etapa de visible declinación del llamado “modelo K”. El comportamiento de la inversión así lo refleja: hasta el 4to trimestre de 2011 acumuló un crecimiento de 117,4%, y desde entonces y hasta el tercer trimestre de 2014, una caída de 7,7%.

En cuanto al sector externo, entre el primer trimestre de 2004 y cuarto de 2014 las importaciones de bienes y servicios crecieron 107,9%, mientras que las exportaciones crecieron en términos reales sólo 21,3%. Nuevamente, la implantación del “cepo cambiario” tuvo bastante que ver: hasta el 4to trimestre de 2011 las importaciones de bienes y servicios crecieron punta a punta un 150,8%, y las exportaciones un 51,6%. Desde entonces y hasta el tercer trimestre de 2014, las importaciones de bienes y servicios cayeron 17,1%, pero las exportaciones de bienes y servicios se derrumbaron 20%. Ciertamente, las estimaciones del sector privado probablemente indiquen un panorama bastante peor a este.

¿Qué pueden hacer las autoridades al respecto? No mucho más que “seguir tirando” en los siete meses y medio que le restan de mandato. Es ahora tarea de los precandidatos y sus equipos explicar a la sociedad cómo piensan revertir este cuadro de una economía que se va quedando sin recursos para retomar la senda de crecimiento sostenido y recuperar la competitividad perdida. Mal que le pese al actual Gobierno, los márgenes de maniobra para sostener y profundizar el experimento populista en curso en el largo plazo se están reduciendo muy rápidamente. El desafío que le espera a la próxima administración, entonces, no sólo será el de optar por alguna estrategia procompetitividad y proinversiones, sino el de administrar los inevitables conflictos que emergerán cuando los beneficiarios del actual “modelo”, se vean privados de los ingresos y rentas “fáciles” de los últimos quince años.

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