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Pasivos y activos

Un análisis de la economía pos-2015

14 noviembre de 2014

uando el 10 de diciembre reciba la banda presidencial de CFK y, luego de los festejos y salutaciones de rigor, vaya a su despacho, el próximo Presidente se encontrará con una economía con activos y pasivos. ¿Cuáles serán? De esa pregunta, que cada día que pasa adquiere más relevancia, se encarga el último informe del consultor Federico Muñoz. Veamos.

Entre los activos, figura primero la expectativa de una mejora en la política económica. “La política económica kirchnerista (y en particular, la cristinista) ha sido tan deficiente que estamos convencidos de que quienquiera resulte elegido como próximo presidente de la Nación (Massa, Scioli, Macri, Cobos, Sanz) propiciará una mejora sustancial en la calidad de la gestión (aún cuando no esperemos un equipo económico descollante). Esta certeza es el principal argumento que nos invita al optimismo de mediano plazo en la economía local”, señala Muñoz.

El segundo activo es la baja deuda pública: “La deuda pública bruta, neta del pasivo intrasector público, representó apenas 13% del PIB a fines de 2013”, dice Muñoz.

Tercer activo: baja deuda privada y “fondo anticíclico” privado: “El sector privado nacional está en muy buenas condiciones de comandar una fase expansiva si las condiciones macro y de negocios se tornan propicias, pues prácticamente no carga con lastre de deuda y cuenta además con una suerte de fondo anticíclico: el enorme stock acumulado de activos externos. Con la repatriación de una mínima parte de este fondo podría financiarse una fuerte expansión del gasto privado”, anticipa Muñoz y puntualiza que “los privados cuentan con unos US$ 185.000 millones en depósitos en el exterior y dólares en cajas de seguridad o debajo del colchón”.

El cuarto activo es el hecho de que Argentina está atravesando la etapa del “bono demográfico”: a diferencia de lo que ocurre en muchas economías maduras, la Argentina tiene una población joven y la tasa de dependencia (la relación entre la población dependiente y la población productiva) está cayendo y lo seguirá haciendo hasta 2035.

Infaltable, el quinto activo es Vaca Muerta, esa suerte de tesoro moderno y potencial fuente de empleo, divisas y energía que el país deberá saber aproevechar pues, por ahora, sigue siendo una gran promesa.

Los pasivos

Ahora, las pálidas. La primera: inflación alta, persistente y en ascenso. “Recuperar la estabilidad de precios será una tarea que quedará para el próximo gobierno; tarea imprescindible además para sanear la macro y sentar las bases para el regreso a un sendero de crecimiento sostenido”, dice Muñoz y aclara que no será fácil: “Creemos perfectamente factible que el próximo gobierno diseñe e instaure un plan de estabilización. Sin embargo, enfrentará varios problemas en esa empresa: I) difícilmente puedan usar al tipo de cambio como ancla antiinflacionaria pues Cristina muy probablemente les legará un severo retraso cambiario; II) la impostergable corrección del retraso tarifario también complicará la estrategia antiinflacionaria y III) la lucha contra la inflación pondrá un techo acotado al ritmo de crecimiento económico esperable; no se podrá estabilizar los precios si la demanda interna cobra una excesiva pujanza”.

Segundo pasivo: atraso tarifario en materia energética. “Este enfoque populista/cortoplacista tuvo obvias consecuencias negativas en la inversión en el sector (?) Para superar esta crisis el gobierno que asuma en diciembre de 2015 estará forzado a sincerar los precios de la energía. Si tomamos como referencia de la magnitud del retraso a los valores vigentes en países vecinos, concluiremos que el precio residencial de la energía eléctrica debería ?al menos? duplicarse, mientras que el del gas natural tendría que multiplicarse en casi seis veces. El próximo gobierno deberá cargar indefectiblemente con el costo político de gran parte de esta corrección”, dice Muñoz.

Tercer pasivo: “Un marcado deterioro de la situación fiscal”. ¿De qué magnitud? 2014 cerrará con un rojo de 6% del PIB, “un desequilibrio realmente enorme”. Como la inflación, tampoco será fácil: “Uno de los rasgos más llamativos de la opinión pública argentina es que suele considerar a cualquier recorte de gasto público como una medida reaccionaria y antipopular o un vicio neoliberal. Si el próximo gobierno no logra explicar e instalar que lo verdaderamente progresista es hacer un uso austero y prudente de los recursos públicos, las posibilidades de recuperar la salud macro se diluirán irremediablemente”.

Esto nos conduce al sugerente cuarto pasivo: según Muñoz, independientemente del kirchnerismo, “hay un bajo apego social y político por una macro sana”. En nuestro país, dice Muñoz, “ni la sociedad ni su clase dirigente parecen valorar la importancia de mantener una macro sana” y, por ende, “el bajo 'rating' político y social de una macro sana nos obliga a moderar nuestro entusiasmo de cara al futuro.”

Por último, el quinto pasivo es el “esperable deterioro del contexto internacional”, que estará signado por una menor liquidez global y términos de intercambio más bajos para países productores de materias primas como Argentina.

Tras este poroteo de activos y pasivos cada cual deberá sacar sus conclusiones sobre si esto deja más o menos margen para ser optimista o pesimista sobre lo que vendrá. De todos modos, aún falta mucho tiempo y muchas incógnitas por relevar. Entre ellas, nada menos que saber quién sucederá a CFK.

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