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El ajustazo

Los ingresos reales, bajo presión

14 noviembre de 2014

Mientras todas las miradas están puestas en la evolución del dólar paralelo, la brecha y las reservas internacionales, los problemas de fondo de la economía se siguen agravando. La inflación sigue escalando posiciones, cae el poder de compra del salario y el nivel de actividad profundiza su caída, siendo el peor año desde la salida de la convertibilidad. Salir del default es una condición necesaria pero no suficiente. Si no se toman medidas que apunten a bajar la inflación y el desequilibrio fiscal será muy difícil que el país pueda retomar el sendero de crecimiento estable. Concretamente, luego de que la brecha se dispare por encima del 85% y que las reservas internacionales perforaran el piso de los US$ 27.000 M, el Gobierno volvió a la carga para controlar el mercado cambiario y se juega las últimas cartas que le quedan. Si bien el plan fue más de lo mismo en términos de controles a empresas y sociedades de Bolsa, las nuevas autoridades del Banco Central tomaron medidas para “disciplinar” las expectativas y “abrir” la cuenta capital para revertir la tendencia de las reservas internacionales. La gestión de Alejandro Vanoli congeló el tipo de cambio nominal: a diferencia de las gestiones anteriores, no utiliza una devaluación gradual como hizo Mercedes Marcó del Pont ni le “soltó la mano” al tipo de cambio como Juan Carlos Fábrega. Esta medida se complementó con subas de tasas de interés para los depósitos en pesos y una fuerte intervención en el mercado de futuros (de manera de desincentivar la retención de divisas). El combo se completó con mayor oferta de divisas ya sea por parte de las cerealeras como por préstamos swap con el Banco de China. La “contribución” que tuvo desde el Ministerio de Economía fue que el Tesoro volvió a emitir deuda en el mercado de manera de reducir parcialmente la emisión vía “maquinita”. El resultado fue positivo. El saldo del mercado cambiario se estabilizó, el BCRA volvió a comprar divisas y las reservas internacionales quebraron la tendencia declinante y tuvieron un respiro. Si bien permanece volátil, la brecha cambiaria se redujo a casi la mitad. Está claro que el objetivo es de corto plazo: llegar a fin de año sin una crisis de balance de pagos. Inflación y tipo de cambio Mientras el Gobierno se concentra en el dólar blue, reservas y demás, la inflación sigue subiendo y la actividad cae cada vez más. A pesar de mantener el tipo de cambio estable y haber reducido el ritmo de expansión monetaria a la mitad, los precios suben a un ritmo del 2% mensual. De hecho, de acuerdo a la última estimación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la inflación de octubre fue del 2%, acumulando en los últimos doce meses un incremento del orden del 40%, 14 puntos porcentuales por encima del ritmo que mostraban un año atrás. Más inflación y con el dólar fortaleciéndose frente al resto de las monedas (en especial frente al real y el euro), el tipo de cambio real volvió a caer y ya está en el nivel más bajo desde principios de 2002. Ajuste al consumo La aceleración de los precios estuvo muy por encima de la que tuvieron los salarios, por lo que este año tendremos la mayor caída del poder de compra en el ingreso familiar desde 2002. A esto se suma la destrucción de empleos que ya se observa en las estadísticas del mercado laboral. Así las cosas, el nivel de actividad acusa recibo y profundiza la caída impulsada por la retracción del consumo privado que, decíamos, tendrá el mayor ajuste desde la salida de la convertibilidad. El ajuste del gasto de las familias no sólo se concentra en bienes durables como autos y electrodomésticos, sino que ya tocó la fibra más sensible que es el consumo de bienes masivos y de primera necesidad (en julio y agosto cayeron las ventas de alimentos, en especial de carnes, y también de bebidas). La inversión no la pasa mejor y las exportaciones aceleran la caída. De cara al año que viene, el acuerdo con los holdouts ?al que veo muy lejano? y la normalización de las relaciones con la comunidad financiera internacional son condiciones necesarias para un eventual alivio de la restricción externa, pero no suficiente para evitar otro año recesivo. Los menores ingresos por exportaciones y los elevados vencimientos de deuda pública, sumados a la presión por la mayor demanda de divisas ?típica de todo contexto electoral? acotará los grados de libertad del Banco Central, con más presión sobre las tasas de interés. Sin que se advierta una corrección de las variables fiscales, las necesidades financieras del Tesoro serán aún mayores y con ello “la maquinita” seguirá trabajando a pleno. Con estas condiciones, difícilmente podamos ver el año que viene una moderación sustancial de la inflación y una recuperación del salario real y del nivel de actividad.

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