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Las 3 preguntas

A tres años de la instauración del cepo cambiario

27 octubre de 2014

Martín Rapetti (Economista, investigador del Cedes, Conicet, IIEP y profesor de grado y posgrado de la UBA)

José Rutman (Consultor de organismos financieros internacionales en temas regulatorios y de supervisión del sistema financiero, banca central y mercado de valores)

Marcelo Capello (Economista y Presidente del IERAL del Fundación Mediterránea)

1. ¿Cuáles fueron las causas que llevaron a la implementación del cepo?

Martín Rapetti (M.R.): En dos años los precios habían subido casi 50%, los salarios más cerca de 60% y el dólar sólo se había ajustado alrededor de 10%. En ese momento la apreciación cambiaria era alta, aunque el tipo de cambio real todavía no había perdido tanta competitividad. Esta dinámica era inconsistente y la lógica decía que el Gobierno iba a acelerar el ritmo de devaluación después de las elecciones de octubre. Por ese motivo, durante los meses previos hubo una corrida hacia al dólar. Pero, finalmente, el Gobierno optó por no devaluar, y para cortar la sangría de capitales y contener la demanda de dólares decidió imponer un cepo cambiario. En situaciones de pánico, los controles transitorios son necesarios para dar un poco de certidumbre. Pero en ese caso, existían desequilibrios preexistentes que hicieron que los controles incrementarán la presión de la olla.

José Rutman (J.R.): El cepo cambiario fue la respuesta de política económica elegida frente a la caída de reservas internacionales del BCRA, reflejo directo de la salida de capitales que ya se verificaba desde 2008. Los factores que motivaron la salida de capitales no fueron externos sino internos. Se originaron en la desconfianza sobre medidas de la política económica y el marco institucional. A título de ejemplo, pueden citarse: la distorsión en las estadísticas del Indec (incluyendo la intervención de dicho organismo), la estatización de las AFJPS e YPF; la modificación de la Carta Orgánica del BCRA; el creciente gasto público y déficit fiscal financiado con emisión monetaria; la distorsión de precios relativos y, desde mediados de este año, la medida judicial que impide el pago de deuda pública bajo legislación extranjera.

Marcelo Capello (M.C.): Las causas que llevaron al cepo cambiario fueron varias, se fueron gestando especialmente desde 2007, y condujeron a un denominador común a partir del eleccionario año 2011: la pérdida de reservas en el BCRA. Luego del récord de reservas alcanzado en febrero de 2011, cuando sobrepasaron US$ 52.000 millones, éstas comenzaron rápidamente a bajar. El contexto era complejo: pérdida de competitividad cambiaria (y de la otra) que complicó exportaciones y alentó importaciones; escasa confianza generada por la economía argentina hacia el resto del mundo (que desalentó entrada de capitales reales y financieros); y, especialmente, una creciente desconfianza inducida hacia los agentes económicos internos. Se había gestado la percepción de un modelo insostenible desde lo fiscal y externo, con fuerte devaluación esperada incluida, que aceleró la fuga de capitales.

2. ¿Cuáles fueron los principales efectos de la medida?

M. R.: El efecto fue negativo porque no resolvió ninguno de los problemas preexistentes. Se incrementaron los desequilibrios y al racionar la oferta del dólar oficial aparece y se consolida el mercado negro. A su vez, un dólar oficial más barato que el paralelo alimentó nuevamente la demanda, y a pesar de los esfuerzos, el Gobierno no logró reducir la pérdida de reservas. En este contexto, el Gobierno empieza a devaluar a un ritmo mayor en 2013 y finalmente debe hacer un salto a principio de 2014. Por otra parte, la consolidación de dos cotizaciones con brechas crecientes aumentó la incertidumbre y a la larga la inversión y consumo se empezaron a resentir. Junto al cepo cambiario empezaron, además, los controles al comercio exterior ?con trabas a las importaciones? y esto influyó en la producción y el empleo.

J. R.: Son claros los efectos negativos de dicha medida. La evolución del riesgo país (Argentina presentaba ?a principios de 2007? niveles similares a Brasil, mientras hoy es tres veces superior), la mediocre performance de la actividad económica y los elevados niveles de inflación demuestran la ineficacia del cepo cambiario cuando no se combaten los factores estructurales que generan la salida de capitales. Además, toda medida que restringe la salida desincentiva la entrada: desde la fijación del cepo los ingresos de divisas resultaron inferiores a las “restringidas” salidas, lo que explica que las reservas del BCRA hayan continuado reduciéndose año tras año. Muchas empresas decidieron postergar o descartar sus inversiones frente a la expectativa de no tener acceso a repatriar las utilidades que las mismas les generen. Actividades como la compraventa de propiedades vieron fuertemente retraídas sus operaciones, impactando negativamente en el sector construcción. Y las limitaciones a las importaciones tuvieron un efecto negativo en el nivel de actividad económica y empleo.

M. C.: En realidad el cepo logró alargar la vida útil de un modelo económico destinado a fracasar. No constituyó ninguna solución en términos específicos. Esto es, sin cepo ya en 2012 la política económica habría debido modificarse rotundamente, y con cepo logró mantenerse con pocas variantes de fondo hasta nuestros días, en una estrategia que requiere controles e intervenciones para poder mantenerse en pie. La política económica en su esencia es equivocada, generando en los últimos años ?especialmente desde 2007/2008? crecientes inconsistencias que en el pasado siempre llevaron a una crisis fiscal y/o externa que obligó a tomar medidas correctivas. El creciente déficit fiscal y de cuenta corriente, la pérdida del autoabastecimiento energético, la progresiva pérdida de competitividad cambiaria, el creciente financiamiento del BCRA al Tesoro Nacional, la inflación galopante, en un contexto de inseguridad jurídica y mal clima de negocios, no pueden sino terminar en una crisis de balanza de pagos.

3. ¿Cómo debería encararse la salida?

M. R.: No es fácil salir del cepo a esta altura y no creo que pueda hacerse rápidamente. El próximo Gobierno será seguramente el encargado de hacerlo y deberá asumir varios desafíos. El primero es estar seguro de que al soltar el cepo hay suficiente oferta para satisfacer la demanda reprimida y que esos dólares no provengan de las reservas. Además, un salto brusco desde un piso tan bajo como el actual puede ser también peligroso porque detrás de la suba del dólar está el aumento de todos los precios. Es probable, que un Gobierno que tenga mayor credibilidad pueda atraer inversiones en activos argentinos porque esos dólares existen y aparecen mayores incentivos para que lleguen. Pero de todas formas, esto no va a ocurrir de forma instantánea. Hay que resolver cuestiones de fondo ?como ajustar tarifas o bajar el gasto público? que son medidas políticamente complejas para la economía real.

J. R.: El levantamiento del cepo, mantenido (y ampliado) durante un período tan prolongado (cuatro años), debe producirse ?inexorablemente? en conjunto con un programa económico que incluya medidas que reviertan la desconfianza que dieron origen a la necesidad de establecer las restricciones. Esto involucra, entre otros, un ordenamiento de las cuentas fiscales, reingreso al mercado de deuda, adecuación de los precios relativos y generación de un marco previsible de políticas “proinversión” que inviten a apostar por Argentina. Bajo dicho contexto, el esquema reglamentario mediante el cual se levante el cepo cambiario resulta de menor importancia relativa.

M. C.: Sólo se podrá salir del cepo cambiario después de que las decisiones del Gobierno convenzan a los agentes económicos de que el tipo de cambio no tendrá nuevas subas inminentes. Resulta fundamental haber controlado la inflación, de modo que no exista la percepción de que lo mejor que se puede hacer es desprenderse de pesos para atesorar dólares a la espera de la próxima devaluación de la moneda local. Esto implica varias cosas: contar con un tipo de cambio oficial que resulte creíble con relación a su sostenibilidad a mediano plazo, acompañar con una estrategia de estabilización que baje la inflación, volver al mundo en materia financiera (arreglar el problema de la deuda) y generar confianza para la recepción masiva de inversiones extranjeras, entre otras situaciones.

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