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Los trabajadores desanimados

¿Inactivos o desempleados encubiertos?

24 septiembre de 2014

(Columna de Jorge A. Paz, economista, investigador del CONICET y director del IELDE)

Para contar en sentido estadístico, es necesario primero definir categorías. Las más usadas en el análisis laboral son las de ocupados, desocupados e inactivos. Así, alguien que tiene un trabajo es un ocupado; quien busca trabajo y no lo encuentra es un desocupado; aquel que no tiene un trabajo ni tampoco lo busca es un inactivo. Uno de los indicadores más populares (y no sólo para los analistas del mercado de trabajo sino de la actividad económica general), como lo es la tasa de desocupación, resulta del cociente entre los desocupados y la población activa, compuesta por ocupados y desocupados. Por su parte, la categoría asignada a cada cual surge de lo que los individuos contestan a un encuestador.

Un problema muy importante se presenta en algunas de esas respuestas. Por ejemplo, a la pregunta "¿Buscó trabajo?" hay quienes suelen contestar que no lo hicieron y son por ese motivo incorporados al grupo de inactivos. Pero puede ocurrir que esa persona no haya buscado porque está cansada de buscar y no encuentra o porque considera casi imposible encontrar un empleo, lo cual puede estar relacionado de una forma u otra por la etapa del ciclo por la que transita la economía.

Es común que en las recesiones aumente la proporción de personas que no buscan porque están cansadas de buscar. Estos individuos no son inactivos típicos y pasarían a formar del ejército de desocupados no bien mejoren las condiciones macroeconómicas. Los economistas los llaman trabajadores desanimados o trabajadores desalentados. Hay un problema en la economía cuando la cantidad relativa de trabajadores desanimados es importante (o está aumentando). En ese caso, la tasa de desocupación subestima el verdadero nivel de desempleo vigente y, por lo tanto, da una imagen errada de la realidad, pues muestra que la situación no es tan mala como verdaderamente lo es.

En la Tabla 1 siguiente se ofrece un ejemplo de lo antedicho. Se muestra ahí una población compuesta por 100 personas. En la situación 1, la tasa de desocupación es del 7,5%, cifra que resulta del cociente 3/40. Pero si entre las 60 personas inactivas hay 3 que son desanimados, estos deberían considerarse desempleados (situación 2). Si efectivamente se los incorpora al volumen de desempleados, la tasa de desocupación pasa del 7,5 al 13,9%. Entonces puede afirmarse que el verdadero desempleo es de casi el doble del descripto por la situación 1.

Tabla 1

El tema de trabajador desanimado es noticia en otras partes del mundo. Por ejemplo, en una reciente conferencia anual de bancos centrales, Janet Yellen, la titular de la Fed, explicó por qué cree que la tasa de desempleo por sí sola es inadecuada para evaluar la fortaleza del mercado laboral de Estados Unidos: la tasa de desempleo ha estado cayendo más rápido que lo pronosticado, y que la ralentización de los últimos cinco años marginó a millones de trabajadores, desalentados o estancados en empleos de media jornada.

El argentino desanimado

En la Argentina se ha aludido al tema del trabajador desanimado/desalentado para explicar el mantenimiento de la tasa de desempleo ante la ralentización económica y el consecuente estancamiento del mercado laboral local. ¿Hay acaso razones para pensar que en nuestra economía la tasa de desempleo es mayor de lo que efectivamente muestra la tasa de desocupación tradicional? Las cifras disponibles sobre el tema no respaldan esta presunción. La tasa de desaliento, si por tal indicador se entiende el cociente entre los trabajadores desanimados sobre el total de inactivos, ha disminuidos ostensiblemente durante la última década (Gráfico 1).

Grafico 1: Tasa de desaliento (por mil inactivos). Argentina, 2003-2013

Ha pasado de un nivel cercado al 6 por mil a uno del 1,3 por mil. Los descensos fuertes se dieron entre 2004 y 2005 y entre 2006 y 2008, para luego continuar con una trayectoria declinante pero menos pronunciada. No hay nada de nuevo en este comportamiento: cuando la macroeconomía deja de empujar, un indicador de dinamismo del mercado de trabajo, como puede ser la tasa de desaliento, deja de progresar como lo hace cuando la economía se expande.

Un último ejercicio para cerrar el tema. Si estos trabajadores desalentados son tomados como desempleados más que como inactivos, se obtiene una tasa corregida de desempleo, tal como pretendió mostrarse en el Cuadro 1. El cómputo para la Argentina arroja que el efecto total sería imperceptible, dado que se añadirían al volumen de desempleados ?que asciende a 770 mil individuos? alrededor de 13 mil personas, lo que en términos de tasa implica menos que 0,5 puntos porcentuales. Este aumento (la diferencia entre la tasa de desempleo corregida y la observada) está muy lejos de ser técnicamente significativo y podría afirmarse que resulta hasta menor que el admitido por el error estadístico propio de la encuesta de hogares.

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