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Financiando la transición

La caja en dólares, clave

23 octubre de 2013

(Columna de Rodrigo Alvarez Litre, socio y director de Analytica Consultora)

Los resultados de las PASO fueron un punto de inflexión. El Gobierno está mostrando cambios, tanto de formas como de fondo, que posiblemente se profundicen luego del 27 de octubre. Entiende que administrar la transición hasta 2015 es un desafío que debe recorrer con escaso margen de maniobra. En el tablero de control las luces amarillas abundan pero la señal de alarma llega por la caja en dólares.

Desde 2011 el problema de fondo es que la salida de dólares está yendo contra el stock del BCRA. De hecho, y a pesar del cepo, las reservas internacionales siguen en caída sostenida a un ritmo que promedia los US$ 1.000 M por mes desde principios de año. Producto de esta sangría el balance de la autoridad monetaria se ha debilitado sensiblemente.

A fines de este año las reservas serán equivalentes a la mitad de la base monetaria o cinco meses de importaciones, cuando hasta 2010 éstos indicadores se ubicaban cómodamente por encima de 100% o de diez meses de importaciones, respectivamente. Cada vez que se perdieron reservas, la actividad económica resultó afectada. Vuelve el stop and go.

El Gobierno lo sabe y su preocupación es explícita. Si no resuelve este problema, terminará ahogando la actividad económica por un nuevo freno a las importaciones. El blanqueo de capitales es la prueba más rotunda de que la necesidad tiene cara de hereje. Ante los pobres resultados iniciales, decidió ampliar los plazos con el objetivo de sumar el aporte de algunas empresas con negocios naturalmente calzados en dólares. La idea es utilizar la hoja de balance de las empresas para captar deuda en dólares, que luego podrán ser utilizados para suscribir BAADEs. Si estos bonos terminan teniendo cotización secundaria las empresas podrán además pesificar las divisas a un tipo de cambio más cercano al paralelo que al oficial. Está claro que esta ingeniería financiera, en el mejor de los casos, permite sumar un par de miles de millones de dólares a las reservas, pero no despeja el horizonte.

La semana pasada también se anunció el pago de US$ 500 M, en bonos, a cinco empresas con fallos favorables en el CIADI, lo que le permitirá obtener créditos por US$ 1.000 M anuales entre 2014 y 2016 con el Banco Mundial. De esta forma se logrará posponer los vencimientos con el organismo en los próximos tres años, evitando la caída de reservas y mejorando el flujo neto en US$ 230 M anuales.

El acuerdo cobra más relevancia al formar parte de un conjunto de medidas, como la negociación del nuevo IPC Nacional con el FMI, orientada a tender puentes con la comunidad financiera internacional. Se busca sumar apoyo para evitar una definición adversa en el juicio con los holdouts y, eventualmente, acercar financiamiento para proyectos de inversión.

El desafio

El crédito externo ofrece una salida para evitar la sequía de dólares. La propia CFK comenzó a destacar que existe “deuda buena”, y es la que financia la inversión en infraestructura; un eufemismo que permite dejar atrás la bandera del desendeudamiento. El Gobierno está haciendo un trabajo de hormiga, que busca compensar los vencimientos de deuda en dólares que suman más de US$ 20 mil millones en los próximos dos años.

Sobre la macro, los avances son todavía incipientes. Desde julio aceleró la tasa de devaluación, pasando 20% a casi 40% en el registro anualizado de septiembre, lo que permitirá cerrar el año con un salto cercano a 30%. Con la inflación clavada en 25%, la mejora de competitividad es marginal. Ya lo que se busca evitar es la “maxi” devaluación, en palabras del propio gobernador bonaerense ?en un claro reconocimiento de que la devaluación ya es un hecho?. La solución de fondo, que es bajar la tasa de inflación, parece lejana a pesar de que el sustantivo se haya colado con fuerza en el discurso oficialista. Un paso muy pequeño para un modelo que acumula siete años consecutivos de registros superiores a 20%.

Pero los problemas de liquidez no se agotan en la caja en dólares. El Gobierno también deberá administrar la presión del Tesoro sobre el BCRA. Mantener el delicado equilibrio macroeconómico requiere cierta moderación fiscal, básicamente enfocada en los subsidios. Los más de cuatro puntos del PIB que se destinan a estos fines son una mochila demasiado pesada en este futuro necesariamente más frugal. Los subsidios económicos en los primeros nueve meses del año aumentaron 50% interanual, muy por encima de la inflación.

La causa principal es la constante necesidad de incrementar las transferencias al sector energético que a agosto acumulaban $ 51.454 M (+ 69,5% interanual), un valor superior a la suma del gasto en educación y salud $ 45.712,1 M. El único ajuste en los subsidios se dio en el transporte, que crecieron 18,6%, por debajo de la inflación real. En este frente también comenzaron las señales de corrección. Es la continuidad de la “sintonía fina” que CFK anunció en 2011, luego de obtener la reelección, y frenó algunos meses después.

El Gobierno se enfrentará con los problemas típicos que se generan hacia el final de un ciclo político, agudizados por una economía que muestra señales evidentes de debilitamiento. En la coyuntura vuelve a dirigir sus esfuerzos en los problemas más urgentes. Como otras veces parece estar reaccionando, fiel a su estilo, de manera poco ordenada e inconexa. Sólo el tiempo dirá si esta vez es suficiente.

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