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Tres escenarios

La economía después de octubre

23 septiembre de 2013

(Columna de Amilcar Collante, economista y miembro de CESUR)

El 27 de octubre se llevarán a cabo las elecciones legislativas en la Argentina. El mayor interrogante es cuál será rumbo económico del país poselectoral y, principalmente, si el Gobierno finalmente tomara decisiones sobre los temas más relevantes para la ciudadanía en su conjunto: inflación, dólar, cepo cambiario, subsidios y tasas de interés, entre otros. Para dar respuesta esta pregunta elaboramos un pequeño esquema con tres escenarios posibles. Los escenarios comienzan por definir la cuestión del tipo de cambio nominal y luego tienen diferentes medidas complementarias que terminan por configurar el esquema económico para después de octubre.

1) Devaluación en un salto. El primer escenario plantea que después de la elección tendremos una devaluación “en un salto” que permitirá unificar el tipo de cambio oficial y el “dólar blue”. Es decir, que habrá sólo un tipo de cambio después de octubre. El requisito primordial para poder llevar a cabo esta medida es una gran credibilidad por parte de los agentes económicos en el Gobierno. Esta devaluación necesariamente tiene que ser entendida como la primera y única devaluación y no como la primera de una serie de devaluaciones. Ya que si ocurre esto último, los agentes económicos tendrían la expectativa de que el dólar va a volver a subir y eso “forzaría” a una nueva devaluación. Asimismo, la unificación del tipo de cambio implicará que el mercado blue se achicará drásticamente, debido a que todas las operaciones en moneda extranjera (en blanco) comenzaran a realizarse vía bancos oficiales y casas de cambio oficiales. Y, por otro lado, quedará derogado el impuesto del 20% del “dólar turista”.

El cepo cambiario desaparecerá y necesariamente para poder corregir los desequilibrios macroeconómicos se realizará un plan antiinflacionario que articule las políticas monetarias y fiscales, y que permitan reducir la inflación. Dentro de las medidas, habrá un aumento de la tasa de interés que compense la tasa de inflación o la supere para poder atraer el ahorro en pesos en el corto plazo. Asimismo, se producirá una eliminación de los subsidios al consumo residencial de electri cidad/ gas y de transporte de pasajeros del 70%, lo cual sería una medida muy costosa en términos políticos pero que permitiría un ahorro fiscal que nos haría volver al superávit. También se regularizaría el Indec, lo cual aumentaría la credibilidad en el Gobierno.

Por otro lado, dentro de este esquema el Gobierno podría dar señales a los mercados internacionales para poder tomar crédito de largo plazo para financiar proyectos de infraestructura. Asimismo, esta señal habilitaría el acceso al crédito a empresas privadas para “fondearse” con créditos internacionales. Por último, las reservas internacionales tendrían una caída en el corto plazo, producto de la incertidumbre que puede generar el levantamiento del cepo pero en el mediano plazo se produciría una reversión de la caída, debido al saldo comercial superavitario y al ingreso de dólares vía inversiones extranjeras.

2) Devaluación “a la Kicillof”. El título del segundo escenario se debe a la conocida posición del viceministro de Economía en favor de los esquemas de tipos de cambio múltiples. Por ello, una alternativa posible es un “desdoblamiento cambiario” que implicaría, básicamente, que se legalice el “dólar blue”. En este caso, existirán dos tipos de cambios: 1) Un tipo de cambio oficial (para exportadores) y 2) un tipo de cambio financiero-importador-turista para quienes quieran atesorar dólares, quienes necesiten comprar dólares para cancelar deudas en moneda extranjera, para quienes realicen viajes al exterior y para los importadores.

Bajo este esquema, el Banco Central se quedaría con la brecha existente entre la cotización del tipo de cambio oficial ?al que liquidan los exportadores sus divisas? y el tipo de cambio financiero-importador ?a la cotización que compra el importador?. Asimismo, el cepo cambiario se eliminaría, pero es posible que se sigan restringiendo las importaciones para poder acumular un saldo comercial favorable. Por último, al desdoblarse el tipo de cambio, se eliminará el impuesto del 20% del “dólar turista”. En este caso, no habrá plan antiinflacionario integral. Por un lado, es posible que suba la tasa de interés por una mayor tasa de inflación.

Sin embargo, difícilmente se deje de financiar el déficit fiscal vía emisión monetaria. Por el lado fiscal, se podría impulsar una eliminación gradual de los subsidios a las empresas de servicios públicos, focalizando el subsidio en los ciudadanos de menores recursos (beneficiarios de los planes sociales). También se llevará a cabo un plan de competitividad, que funcione como un “desdoblamiento tributario” y en el cual se aplicará algún impuesto a extra a las importaciones (por ejemplo, a los autos de alta gama) y se disminuirá las retenciones a las exportaciones de algunos sectores que perdieron mucha competitividad (principalmente, a las economías regionales). Asimismo, a estos últimos se les daría créditos a tasas de interés bajas para poder “motorizar” al sector exportador. La regularización del Indec se puede dar parcialmente con la incorporación de un nuevo índice de precios al consumidor, el cual podría ser poco creíble si sólo se lleva a cabo por exigencias internacionales.

Respecto a los mercados internacionales de deuda sólo se darán señales a los holdouts por los requerimientos de la Justicia de EE.UU. Con esta serie de medidas, las reservas internacionales frenarían su caída, pero no se volvería a la acumulación de reservas ya que la política cambiaria no se complementaría con un plan antiinflacionario (necesario).

3) Todo sigue igual: devaluación + “venezuelización” de la economía. En este último escenario no hay grandes cambios respecto del modelo actual. Existen dos tipos de cambio: el oficial y el “dólar paralelo”. El Gobierno continúa aplicando minidevaluaciones a una tasa alta del 25% anualizada y sigue el cepo cambiario. Probablemente, debido a que se fugan casi US$ 8.000 millones por turismo se aumente el recargo del 20% al 40% o se establezca un sistema de cupos en las tarjetas de crédito para compras en el exterior. Se intentará combatir la inflación con controles de precios. No habrá cambios respecto al Indec.

La inflación será cercana al 28%/30% para 2014 y 2015. Eso llevará al BCRA a convalidar tasas de interés mayores, aunque muy por detrás de la inflación (10 puntos menores). Y, asimismo, se seguirá financiando el déficit fiscal vía emisión monetaria. Por el lado fiscal, no se modificarán los subsidios a las empresas de servicios públicos. Probablemente, se aplicará algún impuesto a las importaciones y se disminuirá algún impuesto a las exportaciones.

No habrá señales para los mercados financieros internacionales. Quizás se intentará seguir tomando deuda desde YPF en pesos como se viene haciendo. El lema sería “no tomar deuda”. Las reservas internacionales van a seguir cayendo, y se utilizarán para cancelar deuda y para importar energía, principalmente. Por ello, se intensificarán los controles a las importaciones. Bajo este esquema, la economía argentina estará cada vez más cerrada al mundo.

Conclusión

Estos son posibles escenarios económicos. Seguramente lo que ocurra después de octubre será un mix entre estos tres escenarios y, a nuestro entender, se dará una combinación entre el escenario dos y el tres. Lo que queda claro es que la agenda poselectoral contiene las variables que son muy sensibles para la ciudadanía en su conjunto: inflación, dólar, cepo, subsidios y tasas de interés. Todas ellas impactan de lleno el consumo, en el ahorro y en la inversión. Por ello, estas medidas tienen un alto costo político. Habrá que ver hasta dónde el Gobierno quiere pagar estos costos o delega al “mercado” que ajuste solo.

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