En 1992, 45 de cada 100 latinoamericanos eran pobres. Es decir, vivían con menos de US$ 4 diarios (ajustados por la paridad de compra local), uno de los métodos más usuales para calcular la línea de pobreza. Es decir, casi 50% de la población era pobre hace 21 años.
En la actualidad, la pobreza afecta a 25 de cada 100 latinoamericanos. “La evolución durante las últimas dos décadas no ha sido uniforme. La pobreza cayó levemente durante los 1990, aumentó durante las crisis de cambio de siglo y se redujo fuertemente durante la expansión económica de los 2000”, dice un reciente trabajo del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata intitulado “La pobreza en América Latina: nuevas estimaciones”.
El buen dato es que la región demostró que puede lograr grandes avances en la reducción de la pobreza y que no está condenada a este flagelo. Gran parte de la reducción de la pobreza se produjo a partir de los 2000: entre 2003 y 2011, la pobreza por ingresos pasó de afectar a 213 millones de latinoamericanos a 144 millones.
El mal dato, sin embargo, es doble: la tasa sigue siendo alta (según las estimaciones del CEDLAS para 2012, aun afecta a 25% de los latinoamericanos) y se ha frenado el ritmo de reducción en los últimos años, básicamente por el menor crecimiento de las economías y del PIB per capita.Con un panorama de crecimiento más débil para los próximos años, las previsiones para una ulterior reducción de la tasa de pobreza lucen débiles.
El promedio latinoamericano esconde las grandes divergencias que imperan en la región. En la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, la tasa de pobreza promedio exhibió una fuerte reducción entre 2033 y 2011, al pasar de 33,9% a 17,1%. Algo similar ocurrió en la región andina, donde pasó de 51,5% a 27,2% en ese mismo lapso. En América Central y México, en cambio, los 2000 no supusieron una reducción tan significativa de la pobreza: entre 2003 y 2011, pasó de 45,8% a 38,8%.
