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Las prioridades del gasto público

La retórica versus la realidad

29 julio de 2013

(Columna de José Anchorena, director de Desarrollo Económico de la Fundación Pensar e Isidro

Guardarucci, economista de la Fundación Pensar)

El gasto público es la mejor herramienta que tiene el Estado para redistribuir el ingreso. En un país como el nuestro, con las inequidades existentes, cobra mayor relevancia aún. Es importante recordar que el gasto público definido como tal responde a un universo muy amplio, dentro del cual es necesario ser un poco más específico para poder evaluar la calidad del mismo.

En la actualidad las erogaciones del sector público nacional representan el 28% del producto bruto interno, y si se consolida con los otros niveles de gobierno, se acerca a casi la mitad del volumen de la economía nacional.

A pesar de esta capacidad de acción estatal, los resultados no parecen acompañar. Evidentemente, los errores están en la asignación de las partidas presupuestarias. La focalización de los recursos invertidos y su capacidad de modificar las condiciones sociales son determinantes. Analizando la ejecución presupuestaria puede entenderse algo más de esta cuestión. Ya el año pasado, los subsidios económicos representaron uno de cada seis pesos erogados por el Estado Nacional. Los sectores de energía y transporte fueron los principales destinos de tales fondos.

Bastante menores fueron los subsidios sociales: representaron la mitad de los económicos (de los cuales la Asignación Universal por Hijo recibió sólo una quinta parte). Cerrada la primera mitad de 2013, la tendencia persiste y se agrava: mientras los subsidios económicos aumentaron 33% interanualmente, los sociales lo hicieron en 27%. La contracara de estas asignaciones es que, dada la gran capacidad de focalización, los efectos redistributivos de erogaciones como la Asignación Universal por Hijo son ampliamente reconocidos.

Sin embargo, no puede decirse lo mismo de los subsidios económicos, orientados a mantener tarifas congeladas, beneficiando principalmente a los sectores de mayores ingresos del área metropolitana del Gran Buenos Aires. Comparar los recursos destinados a uno y otro rubro del presupuesto brinda una imagen de las regresivas prioridades del sector público nacional.

Otros enfoques

Si lo que se busca es saber qué margen de acción hay para el gasto público, existen algunos casos que grafican la situación de forma clara. Aplicando la canasta básica sugerida por la Universidad Católica Argentina (UCA) a los ingresos publicados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, se obtiene que la pobreza hacia finales de 2012 alcanzaba a algo más del 16% de la población nacional; a su vez, la indigencia se ubicaba por debajo del 4%. Es obvio que estos números se reducen drásticamente si se utiliza el valor de las canastas que utiliza el Indec (recordemos que la UCA, utilizando encuestas propias obtiene índices aun mayores, cercanos al 5% y 25% de indigencia y pobreza, respectivamente).

Estas medidas pueden compararse con el gasto destinado a financiar el programa “Fútbol Para Todos” (que bien podría autofinanciarse manteniendo el carácter público del mismo) o con los subsidios a los vuelos internacionales de Aerolíneas Argentinas ejecutados durante el mismo año. La televisación del fútbol local fue asistida en casi $1.300 millones. En el mismo sentido, estudios técnicos revelan que el 80% de las pérdidas de Aerolíneas Argentinas son originadas por los vuelos internacionales, encabezados por aquellos con destino a Madrid, Barcelona, Miami, Roma y Sidney; esto implica que unos $3.300 millones en subsidios tuvieron este destino durante el año pasado.

Resulta difícil encontrar un argumento redistributivo en estas asignaciones.

Indigencia

Pobreza

UCA

Indec

UCA

Indec

Costo canasta ($)

451

232

940

518

Incidencia

4%

1%

16%

5%

Costo reducción total (CRT en $)

2.403

528

20.043

3.493

Vuelos internacionales/CRT

137%

624%

16%

94%

Fútbol Para Todos/CRT

54%

244%

6%

37%

Sin embargo, lo más llamativo surge cuando se toma la real dimensión de las mismas: el gasto en el programa de transmisión televisiva representa 6% y 54% de las transferencias anuales necesarias para eliminar la pobreza y la indigencia, respectivamente. Del mismo modo, los subsidios a los vuelos internacionales representan 16% y 137% de las mismas necesidades financieras. Aún más fácil sería disminuir la pobreza e indigencia si esta fuese la computada por el Indec.

Está claro que el gasto público es una poderosa herramienta que tiene el Estado para enfrentar las problemáticas sociales. Sin embargo, en el caso argentino parece estar mal aprovechada. Bajo un relato progresista se oculta una asignación de gasto con aristas claramente regresivas. Desde nuestro punto de vista, es perfectamente compatible redirigir el gasto público nacional hacia los sectores más postergados sin afectar el desarrollo productivo ni, en el caso mencionado, la conectividad aérea.

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